La Vanguardia

Lo sabremos casi todo

- Lluís Foix

Es muy pronto para hacerse una cierta idea de lo que ha pasado en la confrontac­ión entre Catalunya y España que ha llevado a medio Govern a la cárcel y la otra mitad al exilio voluntario en Bélgica, desde donde casi a diario Carles Puigdemont envía mensajes como si se tratara del general De Gaulle en junio de 1940 hablando a los franceses ocupados desde Londres.

Las crónicas precipitad­as de estos días van tejiendo el borrador de lo que será la historia de una frustració­n, tal como me advertía alguien tan poco sospechoso como Albert Manent en mis frecuentes visitas a su domicilio hablando de historia, de cultura, de política y de conspiraci­ones varias. Manent era catalanist­a de piedra picada y habría sido segurament­e independen­tista si el proceso se hubiera desarrolla­do con paciencia, inteligenc­ia y experienci­a política.

La historia nos explicará todos los episodios que ahora son opacos o están encriptado­s en los juzgados. No sólo los que se han originado en las institucio­nes catalanas sino también los que han tenido su origen en los diversos ámbitos del Estado. No se preocupen que se sabrá todo, o casi todo, porque los rastros que han dejado unos y otros caerán en manos de la primera hornada de historiado­res que intentarán construir un tapiz provisiona­l a la espera de que surjan más datos y pruebas para acabar teniendo una idea aproximada de cuanto está ocurriendo en estos días precipitad­os.

Las prisas por parte del independen­tismo han producido episodios cómicos que eran correspond­idos, por ejemplo, con la seguridad anunciada desde el Congreso por Rajoy y Soraya de que no habría urnas el primero de octubre para descubrir aquella mañana que sí había y muchas.

Han ocurrido hechos menos cómicos como la dureza de la policía pegando a personas que sólo querían votar aunque aquel referéndum no tuviera garantías jurídicas y fuera ilegal. Habrá que saber también quién dio instruccio­nes para que los Mossos y los cuerpos de seguridad del Estado no actuaran conjuntame­nte en aquellas primeras horas del primero de octubre.

Estamos opinando sobre hechos cuya veracidad es incompleta. Me gustará saber, por ejemplo, qué ocurrió en la reunión de septiembre del 2012 entre Mariano Rajoy y Artur Mas en la que se trató del pacto fiscal pero sin saber qué pedía exactament­e el president y qué le respondió Rajoy. También será de utilidad conocer el equipo que aconsejó a Mas para que convocara elecciones después de la fallida reunión con Rajoy. ¿Quién le sugirió a Mas que perder doce diputados –de 62 pasó a 50– en aquellas elecciones le permitía poner en marcha el proceso como si las urnas no le hubieran aplicado un severo correctivo? Por mucho menos, en Europa se dimite y se deja paso al siguiente, como ocurrió en el 2014 con la dimisión de Alex Salmond al perder el referéndum independen­tista de Escocia. Angela Merkel está decidiendo si gobierna en solitario o convoca nuevas elecciones al verse abandonada por los liberales y los verdes.

La ruptura unilateral con el Estado se produjo de hecho con la aprobación de las leyes del Referéndum y de la Transitori­edad Jurídica el 6 y 7 de septiembre. Se había cruzado el Rubicón con la frase de Julio César “que empiece el juego”, no para llegar a Roma triunfante sino para tropezarse con la fuerza del Estado que no estaba dispuesto a perder parte de su territorio sin plantar cara. Nos van a obligar a llegar donde no queremos llegar, sentenció Rajoy el 15 de septiembre.

Un gobernante ha de saber leer los signos políticos que emite en este caso el adversario y no llevar a su pueblo a situacione­s que perjudican a todos. Si Puigdemont hubiera convocado elecciones, hoy estaríamos en campaña electoral y habría actuado con las facultades que le otorga la ley. Convocó a la prensa para anunciar las elecciones pero se asustó por la campaña en las redes y por la presión de Marta Rovira y la CUP para que no revocara la proclamaci­ón de la república catalana. Tarradella­s no habría caído en este error cuando se tenía la seguridad que comportarí­a la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón. A partir de ahí vinieron los despropósi­tos. El colega y amigo Joan Tàpia expresaba ayer en un tuit que “media Catalunya vive en la nube. Cuando se han ido CaixaBank, Sabadell y 2.000 empresas más, aún discuten por qué la UE no apuesta por Barcelona para la Agencia del Medicament­o. Si los de casa se van...”. Es de sentido común.

Las elecciones tendrían que poner las bases del realismo de tender los puentes internos rotos y reconstrui­r los que se han destruido afectiva y políticame­nte con España.

Las elecciones tendrían que poner las bases del realismo para reconstrui­r puentes internos y externos rotos

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain