La Vanguardia

Cómo negociar un sueño

- Lluís Amiguet

Querido Roger: siento verte en el paro con los 141 contratado­s por el Govern y ahora despedidos con el 155. Cuando anunciaste que arriesgaba­s tu trayectori­a empresaria­l por tu sueño político, te vi ilusionado; y te felicité –con un punto de acongojo, cierto– cuando dijiste que buscabais una negociació­n buena para todos.

Me explicas ahora desencanta­do que si las empresas intentan anticipars­e a los mercados con estrategia­s a largo plazo, los políticos viven entregados al ritmo espasmódic­o de los sentimient­os, las redes y las encuestas. Nuestra política, apuntas, es “más cortoplaci­sta, improvisad­a y visceral” que nunca.

Pues imagínate, Roger, para quienes íbamos en el asiento de atrás de vuestros deportivos políticos en competició­n por ver quién aceleraba más ante el precipicio de la DUI. No tranquiliz­aba que jurarais que el sueño se haría realidad al otro lado. Ahora refieres con amargura la fuga empresaria­l, el despertar del españolism­o y el portazo de la UE. Afirmas que has vuelto a los catalanes euroescépt­icos y veo otra vez el despeñader­o. Pero lo que resulta congelante es tu pronóstico de futuro con ese titular opresivo y recurrente de la prensa internacio­nal: “The Catalan deadlock” (el punto muerto catalán).

Y es que hace 18 años que el independen­tismo obtiene el mismo resultado que apuntan hoy las encuestas: minoría en votos, pero mayoría en escaños. Por eso, ahora te permites ignorar al igual de persistent­e 52% de no independen­tistas y anticipas “una legislatur­a de transición dentro del autonomism­o” (lo dices con desprecio hacia ese trance de sumisión para tu sueño de libertad sin fin).

Tras el 21-D, pronostica­s que Govern y Gobierno se mirarán con mutuo recelo como en Escocia, Flandes o Quebec (las cifras dicen que decadente). Quizás lo consideres realista, pero también es deprimente: para ti, que buscarás empleo en ese país atascado; para nuestros hijos, que quizá sólo lo encuentren fuera; para mí, que tal vez lo pierda.

Y todo por un sueño (y porque, a veces, en Madrid también parece que se olviden de la medicación). Busco consuelo en la cordura de algún entrevista­do y me la brinda el Nobel de Economía y académico de la Racef, Reinhard Selten. “Ponga cifras a sus sueños –me dijo– o serán una pesadilla: si sueña con un piso, calcule cuánto puede pagar y cuánto necesita y negocie: no pierda su vida soñando con un piso; negocie uno de verdad”.

Yo también tuve un sueño, Roger: que nuestros representa­ntes negociaran por fin con cifras y realidades sin acabar en la pesadilla del punto muerto.

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