El sistema expulsa a miles de alumnos, según la Jaume Bofill
La fundación cree urgente abordar la reforma de la ESO
Las cifras son un escándalo a pesar de ser conocidas. Dos de cada diez alumnos catalanes abandonan la educación secundaria obligatoria prematuramente, un colectivo de miles de jóvenes que se suman al grupo de adolescentes con otros rasgos de fracaso escolar como los repetidores y aquellos que se certifican con currículums adaptados por lo que no llegan a superar las competencias mínimas requeridas para continuar en la formación postobligatoria. ¿No tendrá la escuela algo que ver para que tantos jóvenes salgan del sistema de educación y no tenga los credenciales mínimos que pide la sociedad? ¿Resulta suficiente la explicación recurrente de que se marchan atraídos por el mercado laboral, para ser camareros y paletas?
Estas son las preguntas que se hizo la doctora en Sociología por la Universitat Autònoma de Barcelona Aina Tarabini para emprender una investigación de campo que analiza el papel de los centros educativos en el abandono escolar y que se ha titulado con un elocuente La escuela no es para ti y que ha publicado la Fundació Jaume Bofill.
Las conclusiones son contundentes con propuestas radicales para transformar el sistema educativo como la reforma de la ESO –una reforma diametralmente opuesta a la Lomce–, nuevos currículums, planes de choque contra la segregación escolar, mayor atención a los centros de alta complejidad, estabilidad de plantillas, renovación de formación de docentes (inicial y continua), revisión de prácticas y creencias de los profesores, con ampliación de tiempo para reflexionar sobre sus clases y alumnos.
Estas propuestas se basan en el análisis preocupante de la situación. Tarabini considera que los centros, el currículum y los profesores contribuyen a empujar fuera del sistema a algunos estudiantes, mayormente varones, de baja condición socioeconómica y de origen inmigrante. El fenómeno, que con un 19% registra una de las tasa de abandono más altas de Europa, se explica por múltiples causas que pueden simplificarse en tres: la segregación escolar, el funcionamiento de los centros y las expectativas de los docentes.
“En los centros de alta complejidad –300 en Catalunya– se concentran los alumnos con mayor problemática social (paro, pobreza, desahucios..) por lo que los profesores deben resolver problemas de supervivencia en el día a día que afectan al aprendizaje del alumno, y que frustran la intención de llegar a los objetivos”, señala la investigadora que denuncia la soledad en la que la administración educativa deja a los centros para abordar la complejidad. Por otra parte, las bajas expectativas de los profesores afectan a unos alumnos que ya se ven condicionados por sus iguales en contextos donde la aspiración no es ir a bachillerato.
Pero el abandono afecta también a aquellos alumnos en cuyos centros no se da el trabajo colaborativo entre docentes que impide emerger, por ejemplo, la valía singular de cada estudiante que quizás no destacan en las materias curriculares fuertes pero lo hace en otras. O el efecto perverso en la estrategia de agrupar a los alumnos por niveles, algo que sucede en uno de cada tres centros, con la intención de ayudar a avanzar en el conocimiento. “Pero, ¿qué se consigue?, ¿cómo se siente un adolescente cuando se le coloca en el grupo de los ‘malos’?, ¿qué aspiración proyecta el docente sobre él?”, inquiere la profesora. “Como una bomba en su autoestima”, considera. En el capítulo de profesorado, recomienda replantearse el papel del docente en secundaria para que no se limite a dar una materia sino a crear entornos de éxito para todos los alumnos.
Tarabini plantea una batería de propuestas radicales para rebajar la tasa de abandono, situada en el 19%