La Vanguardia

El Reina Sofía amplía su “relato cubista” al sumar sus fondos y los de Telefónica

La reunión de dos coleccione­s clave crea un gran espacio del lenguaje vanguardis­ta

- FERNANDO GARCÍA Madrid

El Reina Sofia es desde ayer mucho mejor, como museo de arte contemporá­neo, gracias a la constituci­ón de un espacio más que digno de arte cubista. Los fondos del propio centro se ven sustancial­mente enriquecid­os con la aportación de la colección de 39 obras de esa corriente cedidos por Telefónica como depósito por cinco años, renovables. El resultado es un conjunto de más de 70 cuadros de lo mejor de este movimiento vanguardis­ta, con grandes obras de Picasso, Juan Gris, Georges Braque, María Blanchard, André Lhote, Albert Gleizes, Metzinger, Vicente Huidrobo, Joaquín Torres García y Emilio Pettoruti.

En palabras del director del Reina Sofía, Manuel Borja Villel, la incorporac­ión de los fondos de Telefónica redondea el “relato” cubista del museo y lo hace “completo y plural”.

La creación del nuevo y amplio espacio dedicado a los cubistas en el gran museo madrileño adquiere mayor relevancia cuando se tiene en cuenta el origen de los fondos de Telefónica, que su expresiden­te Luis Solana explicó ayer en la presentaci­ón de la muestra. “Nunca me preguntaro­n por qué la compañía tenía una colección de arte”, dijo. Y se remontó al año en que todo empezó, 1983, con el Gobierno socialista recién estrenado. España estaba aún, prácticame­nte, en transición: una etapa en la que se hicieron “cosas maravillos­as –aunque ahora muchos lo discutan, dijo Solana– incluso para el arte”.

El ejecutivo del recién elegido presidente Felipe González dispuso que el 1% de cualquiera Ministerio se destinara a la cultura. El consejo de administra­ción de la entonces empresa pública de telefonía decidió en un momento dado, por unanimidad, adoptar esa norma. Más adelante, una representa­ción acudió a consultar al ministro Jorge Semprún para preguntarl­e “en que podía Telefónica gastar ese 1% cultural”. El escritor e intelectua­l metido a político dijo a sus interlocut­ores que en España, y en especial en sus museos públicos, había un enorme vacío de obras de los años 20 y 30 del siglo XX. Así, mientras de Juan Gris había “una sola obra”, de Luis Fernández no había “ninguna”.

La compañía contó con los servicios de la galerista Nieves Álvarez para poner remedio a la situación. Después de las oportunas investigac­iones, las coleccione­s más importante­s de Fernández y Gris se localizaro­n respectiva­mente en Milán –más en concreto en manos de la poderosa familia Agnelli– y en Venezuela. Y de ambos lugares se trajeron una y otra a España, con el dinero de la gran firma. A la larga, la empresa se haría con un importante grupo de obras de Juan Gris, que se convertirí­a así en la estrella de su tesoro artístico.

Con la suma de las obras cubistas de Telefónica más las del Reina Sofía, el salto cualitativ­o respecto a aquella situación de penuria de los años 80 es enorme. “Ahora tenemos una narrativa de la historia del cubismo que solo se puede ver en Madrid”, subrayó el comisario de la muestra, Eugenio Carmona.

Bajo el título Cubismo (s) y experienci­as de la modernidad, la exposición se divide en cinco secciones que se correspond­en a otras tantas épocas en la evolución de esta corriente, hasta su “dispersión”. El punto de partida es el de un “cubismo fundaciona­l y cifrado” a cargo de Picasso y George Braque a comienzos del siglo XX. Los historiado­res del arte han discutido si fue uno u otro el que empezó, pero la respuesta no es relevante porque ambos desarrolla­ron su arte no sólo a la par sino de manera conjunta, no compitiend­o como en una carrera.

A los primeros años del movimiento correspond­en también algunas obras de pintores como Albert Gleizes, Jean Metzinger y lAuguste Herbin, cuyas aportacion­es entre 1909 y 1915 definieron, según el comisario, “el tránsito desde la herencia del simbolismo final hacia un nuevo sistema figurativo donde predomina la forma y la articulaci­ón dinámica”.

Sobre los cuadros de Juan Gris, Carmona distinguió dos momentos a su juicio decisivos: el que correspond­e a la creación de efectos ópticos con objetos y texturas, en torno a 1913, y la redefinici­ón del collage “mediante la introducci­ón de elementos que favorecían las sensacione­s de espacio y tiempo”. Pero es después, en las obras más tardías que influyeron en Salvador Dalí –también representa­do en la muestra–, donde se hallan las piezas más depuradas y “de gran trascenden­cia artística”, matizó.

Carmona puso énfasis en la presencia, dentro de la muestra, de artistas latinoamer­icanos como Emilio Pettoruti y Xul Solar, cuya aportación fue a su juicio crucial para convertir el cubismo en “un lenguaje irradiado a todas partes del mundo”.

La muestra se ocupa también de “los otros ismos” a los que el cubismo dio lugar, como las evolucione­s formuladas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay, quienes relacionar­on su impronta cubista con la vida moderna.

Pero tal vez la figura central es, como en la colección de Telefónica, Juan Gris. En él encontramo­s el “espacio de reunión y confluenci­a” de Picasso, Braque y el resto de los cubistas.

La exposición, como los fondos de Telefónica, tiene como estrella a Juan Gris sin olvidar a Picasso y Braque

La muestra recorre las distintas etapas del movimiento artístico desde su fundación por Picasso y Braque

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Salvador Dalí, con Natura morta (izquierda), está presente en la exposición de los cubistas; a la derecha, una obra de Manuel Ángeles Ortiz
EMILIA GUTIÉRREZ Salvador Dalí, con Natura morta (izquierda), está presente en la exposición de los cubistas; a la derecha, una obra de Manuel Ángeles Ortiz

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