Rafael Doménech (BBVA Research): Pesimistas y optimistas frente a la digitalización.
POLÍTICAS DE EMPLEO "Ante la 4ª revolución industrial, debemos impulsar medidas para proteger a las personas y no a los puestos de trabajo que queden obsoletos"
Está la humanidad condenada al desempleo tecnológico masivo con la cuarta revolución industrial o nos permitirá alcanzar una sociedad de pleno empleo y trabajos de calidad, liberada de las tareas más rutinarias y menos creativas? Los efectos de la automatización, la inteligencia artificial, el big data o el internet de las cosas sobre el empleo y el bienestar social del futuro están llenos de incertidumbre. Para los pesimistas las máquinas destruirán el empleo y la sociedad será más desigual. Para los optimistas los efectos no tienen por qué ser distintos a los experimentados desde la primera revolución industrial: habrá nuevos trabajos, mayor productividad y salarios, y más ocio para todos. A comienzos del siglo XX el 41% de empleo en EE.UU. y el 64% en España estaba en la agricultura. El progreso permitió que la mayor parte de esos trabajadores se incorporara a tareas más productivas y con mayores salarios. La tasa de desempleo hoy es similar a la de entonces, pese al aumento de la población activa y de la tasa de participación. La renta per cápita se ha multiplicado por 8 en EE.UU. En España lo ha hecho casi por 10, la esperanza de vida al nacer ha aumentado desde 34,8 a 83,2 años en 2016, y la desigualdad se ha reducido en una cuarta parte.
La evidencia (véase BBVA Research http://goo.gl/g58OZz) muestra por el momento que las economías que más han avanzado en la transformación digital suelen tener menores tasas de desempleo y muchas de ellas experimentan también una menor desigualdad, aunque con bastante heterogeneidad entre países. Pero también se observa que la cuarta revolución industrial está detrás de la polarización por ocupaciones, que se destruyen empleos rutinarios mientras se crean otros nuevos, y que los salarios de los trabajadores más cualificados crecen más rápidamente que los del resto de ocupados.
Las políticas de empleo, la educación y todas las medidas que garanticen la igualdad de oportunidades y la inclusión social serán cruciales para proteger a las personas y no a los puestos de trabajo que queden obsoletos. El progreso no es lineal y la historia no implica un destino predeterminado. Todo dependerá de si los cambios se gestionan eficazmente o no. La sociedad y sus instituciones deben modernizarse a medida que progresa la tecnología, para que los nuevos avances permitan seguir mejorando el bienestar social y crear oportunidades para todos en el futuro. Ese es el reto.