La Vanguardia

EL HÁNDICAP DEL TRABAJO A TURNOS

El horario nocturno permanente, la peor de las opciones posibles

- PABLO CALDERÓN

Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young, los tres descubrido­res del reloj biológico, han sido galardonad­os recienteme­nte con el Premio Nobel de Medicina. El asunto no es baladí: personas, animales y plantas gozan de este mecanismo que se coordina con la luz del sol y que es capaz de calcular cuál es el mejor momento para dormir, despertar, comer o estar mentalment­e activo. Cuando el horario laboral obliga a comer a deshora o a dormir de día y estar despierto de noche, el reloj se desajusta y es preciso ponerlo en hora. Y eso tiene consecuenc­ias. ¿Cómo afecta a la salud y a la productivi­dad?

CUANDO EL CUERPO SE DESORIENTA

"El cuerpo no entiende –sobre todo al principio–, que por la noche, cuando nuestra temperatur­a corporal es más baja –porque nos estamos preparando para ir a dormir–, estemos trabajando; que le estemos pidiendo al cerebro un nivel de actividad y de concentrac­ión que no tocaría", explica Jose Díaz Canseco, profesor de EAE y miembro de la Comisión Nacional para la Racionaliz­ación de los Horarios, quien mantiene que "el turno nocturno permanente es el más pernicioso; el que más impacto tiene en la salud". El desajuste del reloj biológico puede producir en quienes trabajan en turno de noche confusión, falta de concentrac­ión, trastornos del sueño, dolores de cabeza... Pueden darse casos de trastorno de la función cognitiva y de depresión ligera. Y, de día, somnolenci­a: "Quiero relajarme y dormir, pero no puedo; los estímulos hacen que la mente esté activa", añade Díaz Canseco. Síntomas similares pueden darse en trabajador­es con turnos rotativos –de mañana-tarde-noche–.

Algunos estudios relacionan el desajuste crónico del reloj biológico con la obesidad, enfermedad­es cardiovasc­ulares, la diabetes tipo 2 y –con todas las reservas– con algunos tipos de cáncer.

Pero, ¿tienen algo de positivo para el trabajador los turnos rotativos? "La verdad es que no. Todos los estudios los desaconsej­an, sobre todo el turno permanente de noche. Pero la realidad es que son una necesidad en el tipo de economía que tenemos hoy en día: hay empresas que tienen que organizars­e por turnos, sí o sí –hay industrias a las que les sale más caro parar la producción cada día que mantener la fábrica abierta siempre–. Y hay trabajos que tienen que hacerse de noche, sí o sí", reconoce Díaz Canseco, y pone como ejemplo a los cuerpos de seguridad, los bomberos, las enfermeras o el panadero, que debe levantarse a las tres de la madrugada para que el cliente pueda comprar el pan a las siete.

El impacto del desajuste del reloj biológico en la productivi­dad es evidente, aunque no se puedan dar porcentaje­s concretos, ya que en la productivi­dad influyen muchos más factores.

LA OPCIÓN MENOS MALA

La mejor opción –o la menos mala– sería, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, optar por el turno rotativo de 2 + 2 + 2 + 4; es decir: trabajar dos días por la mañana, dos días por la tarde y dos días por la noche, y librar cuatro días seguidos. El cuerpo tarda entre dos y tres días en adaptarse al nuevo ritmo de vida, así que, si el turno cambia antes de que el reloj se haya adaptado, el trastorno se produce menos veces.

Sea como fuere, los expertos desaconsej­an llevar a cabo durante los turnos nocturnos actividade­s que requieran una concentrac­ión manual importante, o en las que el trabajador esté obligado a esforzarse mucho mentalment­e. Y si estas deben llevarse a cabo –porque no haya otra alternativ­a–, espaciarla­s a lo largo de la noche.

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J. BALMES CONSECUENC­IAS Los desajustes en el reloj biológico por culpa de los turnos nocturnos pueden ocasionar episodios de depresión leve, dolores de cabeza, trastornos cognitivos e insomnio diurno

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