El exiliado Mnangagwa regresa a Zimbabue para sustituir a Mugabe
Zimbabue tendrá mañana un nuevo presidente. Será el hasta hace poco vicepresidente del país y segundo de Robert Mugabe, el Cocodrilo Emmerson Mnangagwa, que jurará el cargo tres días después de que el dirigente más longevo del mundo dimitiera después de 37 años al frente del país africano.
Mnangagwa –que a sus 75 años es una generación más joven que su predecesor, de 93– regresó ayer a Harare desde Sudáfrica, adonde había huido temiendo por su vida.
A su llegada, pronunció su primer discurso ante cientos de entusiastas seguidores frente a la sede del partido oficialista Zanu-PF, donde pidió unidad para reconstruir el país. “Hoy somos testigos del comienzo de una nueva democracia”, proclamó. “Somos todos zimbabueses... ¡Necesitamos paz y trabajos, trabajos, trabajos!”.
El Cocodrilo –apodado así por la dureza de su carácter– fue destituido de la vicepresidencia el pasado 6 de noviembre por Mugabe, víctima de las maniobras de la primera dama, Grace, para intentar suceder a su marido en la presidencia. La expulsión de Mnangagwa fue el detonante de la crisis que se ha revelado fatal para Mugabe: los militares tomaron el poder, retuvieron a los Mugabe en su domicilio y detuvieron a los ministros y altos cargos más próximos a la primera dama, conocidos como el G-40.
El Zanu-PF –que el domingo echó a Robert Mugabe como líder del partido– nombró ayer a Mnangagwa su heredero en el cargo. Ayer, el Cocodrilo tuvo palabras de agradecimiento para los militares y especialmente para el jefe de las fuerzas armadas, el general Constantino Chiwenga, su mejor aliado, “quien ha sido capaz de llevar pacíficamente este proceso”. Mnangagwa, quien, como Mugabe, se presenta como un héroe de la independencia, fue escalando posiciones hasta convertirse en la mano derecha del presidente y el hombre fuerte de su gobierno. Como tal, se le considera responsable de episodios negros como la matanza de 20.000 civiles de etnia ndebele.
Mnangagwa se enfrenta ahora al reto de recuperar la economía. Se necesitarán años para revertir algunas de las políticas más impopulares entre la población, muy empobrecida por el fracaso del sistema agrícola desde que Mugabe expropió sus grandes explotaciones a los granjeros blancos en los años 2000.
Un día después de su dimisión, no se sabe nada del paradero de Mugabe, y su futuro parece un misterio. Algunos creen que se exiliará en Singapur, donde tiene activos y viaja a menudo para recibir tratamiento médico, aunque también podría haber pactado con el ejército para quedarse en el país.