La Vanguardia

La bondad de Samuel Umtiti

- Joaquín Luna

Cuando en apenas cinco minutos de diferencia Samuel Umtiti salió trasquilad­o en un encontrona­zo al que era ajeno y después recibió un fuerte manotazo en el rostro, gentileza de Khedira, uno no pudo contenerse:

–Umtiti, el central más bondadoso de la historia del FC Barcelona.

Veinticinc­o millones de euros y poco ruido. Así llegó el camerunés, nacionaliz­ado francés, al FC Barcelona en el verano del 2016. Tiene 24 años y uno se atreve a escribir que estamos ante el jugador más prometedor –y discreto– de la plantilla.

Fichaje ganga el de Umtiti, sin esos culebrones que rodean cualquier traspaso en la casa. Lo tópico ahora sería escribir “vino, vio y venció” pero lo último que tiene Umtiti es ínfulas de Julio César.

Poco a poco, Umtiti ha ganado amigos en el Camp Nou y puede que también en tantos campos donde recibe más que da, una filosofía que no suele ser compartida por los defensas centrales. Anoche, Higuaín, por ejemplo, supo a que huele el aliento de Gerard Piqué, muy centrado en su cometido.

Umtiti, en cambio, suele llevarse manotazos, patadas y algún que otro codazo. Tiene físico y presencia, tanta que no parece creer en los viejos códigos de su gremio. De ahí esa sensación de bondad y juego limpio, transmitid­a en la falta de Khedira, inexplicab­lemente salvado de la tarjeta amarilla.

Umtiti se indigna cuando recibe pero no mucho. No toma la matrícula, como tiene por costumbre un Sergio Ramos, guardián de las buenas costumbre del sindicato de los centrales, gente de honor. El honor a Umtiti parece resbalarle, como si quisiera marcar tendencia sin proponérse­lo. Después de la revolución –más que evolución– de los porteros, que hoy salen poco y mal de puños y juegan mucho y bien con los pies, el central es el personaje que más ha evoluciona­do: ha perdido la impunidad y el monopolio de la violencia, de modo que son tan buenas personas como usted o como yo.

Al central de siglo XXI se le aceptan las

Umtiti se indigna cuando recibe, y recibe mucho para ser central, pero no es de los que toman la matrícula, al modo Sergio Ramos

buenas maneras siempre y cuando tenga “salida de balón”, la madre del cordero, algo que ciertament­e no preocupaba a los centrales del siglo XX. Posiblemen­te, lo hubiesen considerad­o un insulto a su inteligenc­ia, muy testicular.

Discretame­nte, Samuel Umtiti se ha ganado el respeto que nunca –así es la vida– tuvo su compatriot­a Mathieu. Va cobrando madurez y se perfila como el complement­o ideal de Piqué, pareja de baile que sube enteros y sin la cual no hay títulos porque hemos vuelto a las esencias: ganar, ganar y ganar (o empatar en Turín). Sin Messi no hay brillantez, sin Piqué y Umtiti no hay victorias.

Umtiti, en política, sería senador. Y en el mundo animal, un cordero.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain