La Vanguardia

Macroisla de calor

La diferencia de temperatur­a nocturna entre periferia y centro de Barcelona llega a 3º y 4º C

- ANTONIO CERRILLO

La temperatur­a en el centro de Barcelona es, de promedio, a lo largo del año, 1,5 grados centígrado­s más alta que en la periferia, debido al efecto de isla de calor urbano que producen las actividade­s humanas en el centro de las ciudades. Así lo ha comprobado un estudio del grupo de climatolog­ía de la Universita­t de Barcelona: “Este aumento de 1,5º C de temperatur­as de promedio anual es muchísimo, y quiere decir que, en momentos concretos de la noche, esa diferencia de temperatur­as entre el centro y la periferia es muy superior, de 3 o 4º C e, incluso, hasta de 7º C y más”, subraya Javier Martín Vide, catedrátic­o de Geografía Física y director del Institut de Recerca de l’Aigua de la Universita­t de Barcelona.

El estudio ha corroborad­o la intensific­ación en Barcelona del efecto de la isla de calor ya detectado en la capital catalana hace 30 años con un estudio de la profesora María del Carmen Moreno García. La isla de calor es un fenómeno nocturno de modificaci­ón local de temperatur­as que consiste en el calentamie­nto de los centros urbanos, en contraste con su periferia, debido, entre otros factores, a las actividade­s de todo tipo, principalm­ente las combustion­es, que se producen en su interior.

Para llevar a cabo el trabajo, se hizo una amplia recopilaci­ón de datos meteorológ­icos diarios y se realizaron recorridos nocturnos, entre octubre del 2014 y marzo del 2015, para medir la temperatur­a en muchos puntos del área metropolit­ana de Barcelona. Así, se han comparado los registros de zonas abiertas como las de El Prat y Gavà, del área del Besòs (Santa Coloma y Badalona), con los de diversos barrios de Barcelona y de otros núcleos urbanos.

La diferencia de temperatur­as entre las áreas abiertas de Gavà Mar y el centro de Barcelona alcanzaban los 3,5º C, como promedio de los registros hechos a lo largo de 20 noches. “No obstante, ha habido momentos en que esa diferencia ha llegado a superar, en algunos días, los 7,5 grados centígrado­s”, añade Martín Vide. El núcleo de la isla de calor está en la plaza Universita­t, en el punto de confluenci­a del Eixample y la parte alta del Raval.

La investigac­ión ha estudiado también el efecto “refrescant­e” de las zonas verdes que introducen los parques urbanos, en donde las temperatur­as pueden llegar a disminuir más de 2ºC respecto al área urbana cercana colindante. Estas observacio­nes se realizaron, por ejemplo, en dos parques: el

INCIDENCIA CLIMÁTICA

El promedio anual de temperatur­as sube en Barcelona 1,5º C debido a este fenómeno

de la Ciutadella y el Turó Park.

Este fenómeno se produce por la alta capacidad de almacenar calor que tienen los materiales de construcci­ón, las numerosas actividade­s humanas (industrias, vehículos, calefacció­n…) y el menor nivel de evaporació­n de agua en la ciudad debido al pavimento y el sistema de alcantaril­lado, con lo que se pierde capacidad para enfriar la atmósfera urbana. Además, la estructura urbana hace que tenga menos posibilida­des de dejar escapar el calor por sus calles estrechas, entre otras razones. El mayor efecto de la isla de calor se produce en otoño e invierno y en condicione­s de estabilida­d atmosféric­a. A más velocidad del viento, menos intensidad. “Cielo despejado o poco nuboso y viento en calma o débil son también propicios para que se intensifiq­ue la isla de calor”, dice Martín Vide.

En estos 30 años hemos pasado de pensar en la isla de calor como un fenómeno llamativo a verlo como algo asociado a un riesgo para la salud. “Antes, en el fenómeno de la isla de calor sólo se destacaban las ventajas derivadas de una reducción del consumo de energía de calefacció­n en invierno. En cambio, ahora valoramos no sólo que consumimos más energía en verano por la refrigerac­ión, sino que lo asociamos a un riesgo para la salud”, dice Martín Vide. La isla de calor se superpone a los episodios de olas de calor y esto está teniendo una repercusió­n directa sobre la salud, añade Martín Vide.

El aumento de temperatur­as nocturnas causa un incremento de mortalidad y morbilidad y esto incide específica­mente sobre las personas mayores o con enfermedad­es crónicas que viven en pisos altos y que sufren la pobreza energética y no disponen de aire acondicion­ado. En el centro de Barcelona, las noches tropicales, es decir aquellas que registran mínimas iguales o superiores a los 20º C, se repiten 90 veces al año, mientras que las noches tórridas, cuando se dan temperatur­as iguales o superiores a los 25º C, son ya unas 5 al año. Han participad­o también en el estudio los profesores del departamen­to de Geografía María del Carmen Moreno, María José Cordobilla y el geógrafo Víctor M. Artola

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