De cabeza a la Liga
Tras cumplir en Europa, el Barça espera recuperar toda su verticalidad en Valencia
Necesitaba un empate en Turín para certificar el primer puesto del grupo de la Liga de Campeones y jugó para conseguirlo. El Barcelona de Valverde funciona por objetivos y ha convertido la fiabilidad en su argumento supremo. Pero lo que fue un excelente resultado el miércoles en el campo de Juventus, en Mestalla significaría perder dos puntos. En este contexto se inscribe la sorpresiva suplencia de Messi en la Champions: puedes prescindir ocasionalmente del crack cuando te avienes a firmar un empate, pero es mejor tenerlo fresco cuando se plantea una victoria imperativa. En este sentido, el de Turín y el de Valencia son partidos con trascendencias y conexiones tan evidentes que no pueden leerse de manera individual. El Barça ha solventado el 50% del paquete, la fracción que proporciona impulso para afrontar la otra mitad.
La visita del Sporting de Lisboa al Camp Nou el 5 de diciembre ha pasado a ser intrascendente. Hasta que el Barcelona vuelva a jugarse algo en la competición europea (la ida de los octavos, 13 y 14 de febrero) transcurrirán 11 jornadas de Liga en las que buscará mantener su ventaja para llegar sin condicionantes a las eliminatorias de la Champions. El desplazamiento de mañana (20.45 h) a Mestalla es clave tanto para la clasificación como para la condición anímica del conjunto blaugrana. El Valencia es el único que ha conseguido aguantar el arrollador arranque barcelonista y figura segundo a 4 puntos. Es un conjunto ofensivamente inspirado, con un registro de 32 goles, uno menos que el Barça, 10 más que el Madrid y el doble que el Atlético. Si el Juventus, subcampeón de Europa, resultó una prueba fiable para la credibilidad del Barça de Valverde, el Valencia propone un grado de dificultad todavía más elevado.
Porque no basta con empatar en Mestalla, un destino tradicionalmente hostil y en cuyas gradas se están preparando movilizaciones. Buscar la victoria allí implica mayor agresividad táctica y exponer mucho más que en Turín. Jugará Messi, por supuesto, y el perfil del equipo será más incisivo, sin menoscabo de la prodigiosa consistencia defensiva implantada por Valverde. El Barça ha dejado su portería a cero en 13 de los 20 partidos del curso y sólo ha recibido un gol de jugada en los últimos 12, el de Saúl en el Wanda Metropolitano. Aunque sea de manera provisional y forzada por los acontecimientos del mercado y la lesión de Dembelé, la filosofía de marcar un gol más que el rival ha experimentado un cambio: marcar y que el rival no lo haga. Ahora, con una complicación añadida. La sanción de Piqué, agravada por la lesión de Mascherano, obligará a Valverde a recomponer el eje de la defensa y concede esperanzas a García Toral de batir al Barcelona después de 12 intentos frustrados. Denis Suárez ha terciado en el debate sobre la calidad del juego secundando la tesis resultadista: “Si el Barça aburre yendo primero en la Liga, primero en la Champions, con la eliminatoria de Copa encarrilada, con unos números increíbles, habiendo hecho goles y habiendo recibido muy pocos, no sé qué diría. No aburre para nada”.
UN CONJUNTO MUY SERIO
El equipo de Valverde sólo ha encajado un gol de jugada en los últimos 12 partidos