La Vanguardia

“Olvidan la II Guerra Mundial y dejan que la III se geste en Siria

Tengo 55 años: he pasado media vida en la cárcel y otra media en la clandestin­idad, pero sigo creyendo en el futuro, porque sigo luchando por él. Hoy ninguna guerra queda demasiado lejos: ustedes también ponen muertos para que Siria sea el mejor escaparat

- LLUÍS AMIGUET

Por qué la guerra siria –seis años ya– no se acaba nunca? Porque quienes sufrieron la Segunda Guerra Mundial han muerto y Occidente ya la ha olvidado, por eso ustedes ahora permiten que en Siria empiece a incubarse la tercera.

¿No es un conflicto aislado?

Nada está aislado hoy. La guerra siria es la válvula de escape delas tensiones del planeta que, además, es un buen escaparate para la venta de armas y la justificac­ión de grandes presupuest­os militares en muchos países.

De entrada, nos cuesta dinero.

Es una inversión para los fabricante­s de armas,pero los contribuye­ntes occidental­es que las pagan y las ignoran no son consciente­s de lo fácil que es que se desborde un conflicto así como se extendiero­n otros en la historia.

¿Y ustedes ponen los muertos?

No sólo nosotros. También ustedes pusieron los muertos de Barcelona y de Madrid y los franceses los de Niza y París. Y habrá más. Alemania, además, ha puesto esfuerzo y dinero para acoger miles de inmigrante­s.

Y eso ha provocado que vuelva la extrema derecha a Alemania y al este de la UE. Ese es el coste de tener el escaparate del horror sirio abierto. Por eso le decía que hoy ninguna guerra ya es lejana. Ustedes podrían presionar a sus países para evitarla.

¿Podemos olvidar a Siria, pese a todo?

Les llegará su violencia, dolor y desolación en forma de terrorismo, carrera armamentís­tica, refugiados... Y más guerra. Hoy Siria ya es una guerra mundial.

¿Por qué involucra a tantos países?

Porque es rentable. Enfrenta a combatient­es de más de 100 países con cuatro de las grandes potencias –EE.UU, Francia, Rusia y Reino Unido– del Consejo de Seguridad de la ONU. Todas las miserias de la humanidad encuentran su reflejo hoy en lo que un día fue mi país.

Por lo menos el Ejército Islámico ya ha sido derrotado.

Pero eso no resuelve los problemas de fondo. El régimen de El Asad ha acabado con medio millón de personas y sigue ahí; los rusos que lo apoyan y han firmado un pacto para quedarse en Siria 50 años siguen allí; y Hezbollah y las bases de EE.UU. y turcos y los kurdos y los países del Golfo e Irán e Irak... Todos siguen allí.

¿Siria quedará dividida para siempre?

La Siria del 2012 ha desapareci­do. Quedarán la controlada por el régimen, la turca, la que está en tierra de nadie, la kurda, las bases rusas, las estadounid­enses, la siria que resiste al régimen... Me temo que nadie podrá volver a unirla.

¿Algún motivo para el optimismo?

Que pese a todo seguimos luchando. Aún hay compañeros míos que se esfuerzan por lograr una paz digna en Siria y tal vez un día un país en el que valga la pena vivir. Yo también.

¿Cómo era la Siria en la que nació?

No era el paraíso, pero yo pude estudiar. Nací en Raqa, en una familia de pastores con ocho hermanos y fui a una escuela laica; no islámica. Estudié Medicina y me licencié, aunque nunca he ejercido, porque me dediqué a escribir. Quise mejorar el país y me hice comunista.

¿Mejoró usted algo?

Lo intentamos. Nosotros no éramos estalinist­as, había otro partido comunista estalinist­a. Nosotros éramos demócratas. Aún lo soy y fui encarcelad­o en 1980 por protestar contra la ocupación siria del Líbano.

¿Cuántos años tenía?

Veinte. Y pasé 15 en la cárcel; 13 de ellos esperando un juicio tras el que me enviaron al penal de Palmira, en el desierto, una pesadilla.

¿Siguió militando?

Claro, pero entonces nunca pensé que el régimen de Bashar el Asad llegaría a masacrar a medio millón de sirios para salvarse. Conocí a la que sería mi mujer, Samira Khalil, que también había sido presa del régimen entre 1987 y 1991, y seguimos resistiend­o en la clandestin­idad.

Después llegaron a Siria más enemigos.

Yo soy de Raqa y, cuando la tomó el Estado Islámico, tuve que huir a Turquía.

¿Piensa en volver?

Vendí demasiados libros en Siria como para pensar que no acabaría otra vez en las cárceles de El Asad. No puedo volver. He tenido suerte y aún puedo seguir escribiend­o.

Le leeremos.

Mi hermano Ahmed no tuvo tanta. Fue capturado por el Estado Islámico en el 2013 y liberado dos semanas después. En cambio, mi hermano menor, Firas, también fue secuestrad­o por el EI el 20 de julio del 2013, pero todavía no sabemos nada de él.

¿Tienen alguna esperanza?

El Estado Islámico siempre negó que mi hermano estuviera en su poder, pero sabemos que fueron ellos. Tenía esposa y un niño de 2 años, que ahora tiene 6; viven en Holanda. También mi esposa, Samira, fue secuestrad­a.

Lo siento.

Samira estaba en Duma y el 9 de diciembre del 2013 fue capturada por un grupo salafista junto a otros abogadas y activistas de los derechos humanos y de la mujer como ella.

Han pasado ya cuatro años.

Cuando la echo de menos, releo frases de su diario: “Los países cierran sus fronteras en la cara de quien intenta huir con sus hijos de una muerte segura. No somos más que números . El mundo ha cerrado su corazón y está de vacaciones”.

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LLIBERT TEIXIDÓ

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