La crisis alemana se convierte en un problema europeo
La fallida negociación de Merkel para formar gobierno amenaza la acción comunitaria
La ausencia de un ejecutivo alemán ensombrece un panorama político europeo que había empezado a remontar tras la crisis económica.
No es que la Unión Europea viviera un arrebato de poliamor, pero después de diez años atrapada en lo que se ha dado en llamar una policrisis –,crisis abiertas en todos los frentes: económico, financiero, migratorio, existencial–, el club empezó a tomar aire esta primavera. Con la derrota de la ultraderecha en varios países y la victoria en Francia de Emmanuel Macron, un europeo desacomplejado, se vio renacer. “Tenemos viento en las alas”, proclamó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en septiembre. Faltaba por resolver una incógnita: el resultado de las elecciones en Alemania. ¿Qué podía salir mal, tratándose del país que más estable se había mantenido en este turbulento decenio?
La pírrica victoria de la CDU, el partido de Angela Merkel, la debacle del SPD y la fragmentación del Bundestag, donde por primera vez en 70 años se sienta la ultraderecha, ya hizo palidecer las perspectivas de un acuerdo rápido entre los partidos. La crisis provocada por la ruptura de las negociaciones entre democristianos (CDU), liberales (FDP) y ecologistas (Die Grünen), sin embargo, no se vio venir. Menos grave que las vividas en los últimos años, la crisis alemana es un problema europeo. Mientras no haya alguien al mando de la nave en Alemania será imposible poner en marcha la pesada maquinaria de las reformas institucionales ni tomar decisiones de relieve. Las instituciones no pueden solas.
Por su historia, situación geográfica y peso económico y demográfico, Alemania es insustituible. “Es un error pensar que si Berlín es incapaz de actuar, París tendrá un papel mayor en la UE”, comentaba esta semana el analista de Real Instituto Elcano en Bruselas Ulrich Speck. “Si Alemania es incapaz de actuar, la UE también lo es. Menos Alemania no significa más Francia, sino menos acción común europea”. Formalmente, aún no se ha retrasado ninguna decisión por la falta de gobierno en Alemania, ni porque probablemente vayan a pasar meses hasta que se forme gobierno, con o sin elecciones mediante. Pero como destaca un embajador europeo, “hace tiempo que no se aprueban cosas importantes”.
El disgusto por la crisis política en Alemania, contagiada ahora del virus de la inestabilidad que antes afectó a sus vecinos, queda en parte amortiguado por lo poco que se echará de menos al FDP como socio de gobierno. Aunque tampoco los ecologistas comparten muchas ideas de Macron para profundizar en la unión económica y monetaria (implican garantizar un mínimo de transferencias fiscales dentro de la eurozona y compartir más riesgos), con los liberales en el ejecutivo habrían sido inviables. La posibilidad de que el SPD entre en el gobierno se interpreta como una garantía de continuidad, pero no hay que perder de vista el freno que supone la presencia en el Parlamento federal de AfD, un partido que creció al calor de la crisis migratoria, pero que nació como protesta contra el euro y los rescates financieros.
La ausencia de un ejecutivo alemán con plenos poderes empieza a crear incomodidad en el Eurogrupo, que el cuatro de diciembre debería elegir presidente. El propio ministro de Finanzas en funciones, Peter Altmaier, dijo a primeros de mes que no deseaba un aplazamiento aunque para esa fecha no hubiera gobierno en Alemania. “Si retrasáramos una decisión cada vez que se negocia una coalición, quizás nunca decidiríamos nada”, adujo. Sin embargo, la ausencia de un favorito claro al puesto ha vuelto a reactivar esa posibilidad. “Sería un mal precedente en términos de equidad y no hay garantías de que esperando
INSUSTITUIBLE
“Menos Alemania no significa más Francia, sino menos acción común europea”
PARÓN INSTITUCIONAL Macron sigue sin interlocutor en Berlín sobre sus ideas para reformar el euro y la UE
un mes vayan a tener gobierno”, advierten fuentes diplomáticas.
En el Parlamento Europeo, la crisis interna alemana preocupa por otras razones. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quiere debatir en febrero cómo nombrar al próximo presidente de la Comisión Europea tras las elecciones a la Eurocámara del 2019. Está en juego la continuidad del sistema inaugurado en el 2014, conocido por el término alemán spitzenkandidaten, por el que cada partido político europeo elige un aspirante al cargo. Luego es la Eurocámara quien vota y decide quién se lleva el cargo. Alemania fue el país que más en serio se tomó esta fórmula. El candidato socialista era el alemán Martin Schulz, entonces presidente del Parlamento Europeo, y el conservador, otro viejo conocido de los alemanes, el también germanófono Juncker, ex primer ministro de Luxemburgo. Y la aspirante ecologista, Ska Keller, también tenía pasaporte alemán.
La fórmula deja fuera de juego a los líderes europeos, que tradicionalmente habían elegido a puerta cerrada al presidente de la Comisión. En su día, Merkel no estaba convencida de la iniciativa, pero esta acabó cobrando vida propia y no supo o no quiso frenarla. Su opinión será crucial para decidir si sienta un precedente o no, sobre todo porque Macron no la apoya. El presidente francés no pertenece a ninguna de las grandes familias políticas europeas, y de instaurarse este sistema de elección, se quedaría sin voz a la hora de elegir o se le presionaría para integrarse en alguno de los grupos tradicionales. Difícil teniendo en cuenta que su intención puede ser dinamitarlos (se plantea crear uno nuevo, propio), como ha hecho en Francia. La entrada de Schulz en el próximo gobierno alemán podría mejorar las posibilidades de sobrevivir de este sistema, supuestamente más democrático.
Los tabloides británicos se han regodeado estos días de la crisis alemana. El Brexit es uno de los primeros temas que pueden verse perjudicados por la ausencia de liderazgo alemán ya que, en dos semanas, los líderes europeos deben decidir si las negociaciones del Brexit pueden pasar ya a la segunda fase. ¿Cómo actuará Merkel? “Una cosa es segura: Europa es ahora más débil, y Alemania se ha convertido en impredecible”, afirma la analista de Carnegie Europe Judy Dempsey.
“Europa ahora es más débil, y Alemania se ha convertido en un país impredecible”, sostiene Judy Dempsey