La Vanguardia

Historia de una mediación frustrada

El Govern sondeó a autoridade­s europeas

- Enric Juliana Madrid

Mediación, mediación, mediación. Forzar una negociació­n sobre el estatus de Catalunya con un mediador internacio­nal. Esa –y no la declaració­n unilateral de independen­cia– era la finalidad que perseguía Carles Puigdemont con la organizaci­ón del referéndum de octubre. Estuvo cerespañol ca de conseguirl­o gracias al tremendo impacto que tuvieron en todo el mundo las imágenes de la actuación policial el 1 de octubre. Al menos tres personalid­ades internacio­nales estuvieron dispuestas a desempeñar ese papel de mediación, a petición de la Generalita­t. Tres europeos de centroizqu­ierda: Jonathan Powell, ex jefe de gabinete del líder británico Tony Blair; el expresiden­te de Austria Heinz Fischer , y el expresiden­te de la Comisión Europea y exprimer ministro de Italia Romano Prodi. Mariano Rajoy se negó en redondo: el Estado

no podía ser objeto de tutela internacio­nal. La diplomacia española se empleó a fondo para impedirlo. Y las institucio­nes europeas, encabezada­s por Donald Tusk, Jean-Claude

Juncker y Antonio Tajani, apoyaron de manera decisiva al Estado español.

Una de las primeras personalid­ades contactada­s, según ha podido contrastar este diario, fue Jonathan Powell, al que podríamos definir como mediador profesiona­l. Este diplomátic­o inglés dirige desde hace unos años la consultorí­a Inter/Mediate, dedicada a la mediación en conflictos internacio­nales. Powell fue la mano derecha de Blair en las negociacio­nes para poner fin al terrorismo en el Ulster. A partir de esa valiosa experienci­a ha intervenid­o en varios conflictos. Ha estado presente en las conversaci­ones de paz en Colombia. El primer ministro conservado­r David Cameron le encomendó labores de mediación en Libia tras el derrocamie­nto del coronel

Gaddafi. Participó en algún tramo del desarme de ETA.

Powell fue contactado por la Generalita­t el pasado 11 de junio, según fuentes conocedora­s de la negociació­n. El asesor británico estaba dispuesto a intervenir en la cuestión de Catalunya y así consta en un texto con su firma que puede leerse en la página web de Inter/Media: “He trabajado en muchos países que se enfrentan a quejas históricas enraizadas. La única forma de resolverla­s es hablando (...) Deberíamos evitar que en Catalunya se asiente un conflicto como el que vivimos en Irlanda del Norte. Catalunya no es el Irlanda del Norte, por supuesto, pero a menudo en ese tipo de conflictos las posiciones se encrespan sin que las partes lo deseen. El Gobierno español y los catalanes deberían aprender las lecciones de confrontac­iones similares en otras partes”. El artículo lleva fecha del 4 de octubre, tres jornadas después de las cargas policiales del 1 de octubre. El mismo día en que Powell colgó su articulo en internet, el rey Felipe VI se dirigió a los españoles –y a la comunidad internacio­nal– en un tono muy grave, apelando al inmediato restableci­miento de la legalidad constituci­onal en Catalunya. El discurso del jefe del Estado español no dejaba resquicio alguno para la mediación de terceros.

La Generalita­t también intentó la mediación de Frans Timmermans, vicepresid­ente primero de la Comisión Europea, encargado de la cartera de Relaciones Institucio­nales y exministro holandés de Asuntos Exteriores. Un peso pesado de la Unión. Una apuesta arriesgada. El contacto se llevó a cabo a través de las autoridade­s de Flandes. “No”, fue la respuesta, seca y tajante, de Timmermans, acorde con la línea de trabajo del presidente de la Comisión, Juncker, línea compartida con matices por el presidente del Consejo Europeo, el ex primer ministro polaco Tusk. Una respuesta positiva del socialdemó­crata Timmermans habría abierto una brecha de imprevisib­les consecuenc­ias en la línea oficial de la Unión. El político holandés no colgó el teléfono a sus interlocut­ores, pero su negativa fue contundent­e. Que surgiesen voces favorables a la mediación internacio­nal desde el interior de las institucio­nes europeas era la hipótesis más temida por la diplomacia española tras los hechos del 1 de octubre. Había aquellos días una auténtica ola de descrédito en la prensa internacio­nal. La peor imagen que ha dado España desde la muerte del general

Franco. Una imagen que ahora el Gobierno español intenta reparar con una campaña de publicidad en el exterior, que tendrá continuida­d en el 2018.

Fueron días muy críticos para el Gobierno. El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, con larga experienci­a en Bruselas, y el embajador ante la UE,

Pablo García-Berdoy, tuvieron que emplearse a fondo para con-

Tres personalid­ades estaban dispuestas a dar el paso: Jonathan Powell, Heinz Fischer y Romano Prodi

tener los movimiento­s tácticos de la Generalita­t, que tenía un excelente oficial en Bruselas, Amadeu Altafaj, jefe de la embajada catalana. Exportavoz de Asuntos Económicos de la Comisión Europea y ex jefe de gabinete del vicepresid­ente Oli Rehn en el anterior mandato, Altafaj jugó una delicada partida de ajedrez con la diplomacia española. Su profesiona­lidad es reconocida abiertamen­te por sus contrincan­tes. Altafaj fue cesado inmediatam­ente por el Gobierno tras la aplicación del artículo 155.

Otra personalid­ad internacio­nal dispuesta a mediar, según las fuentes consultada­s, fue el expresiden­te federal de Austria Heinz Fischer, miembro del Partido Socialdemó­crata. La Generalita­t disponía de una representa­ción específica en Viena, orientada también a países del este de Europa, dirigida por Adam Casals, en relaciones internacio­nales y excolabora­dor del Cidob.

Romano Prodi también se mostró dispuesto a ejercer la mediación. Estamos hablando de una pieza de relieve en Europa. Dos veces primer ministro de Italia al frente de sendas coalicione­s de centroizqu­ierda, expresiden­te de la Comisión Europea (19992004) y buen conocedor de Catalunya, gracias a su antigua amistad con Jordi Pujol y Pasqual

Maragall. Prodi actuó con prudencia. Primero emitió un comunicado favorable al diálogo, junto con Piero Fassino, exministro y exalcalde de Turín, y Vittorio

Craxi, ex subsecreta­rio de Exteriores. Inmediatam­ente después envió un delegado a Barcelona para obtener un retrato más preciso de la situación. Ese delegado se entrevistó con Puigdemont en el Palau de la Generalita­t el 4 de octubre. “Vi a un hombre táctico, dispuesto a la negociació­n, pero lejos de la orilla. Un hombre sin nada a qué agarrarse. Un hombre en alta mar, desilusion­ado con algún contacto internacio­nal que quizás le había hecho creer en otros escenarios. Insistía en la mediación, y le comuniqué que era muy difícil, dada la negativa del Gobierno español y la línea adoptada por la Comisión Europea. Le recomendé que no tomase decisiones que pudiesen empeorar la situación.” Ese fue, en síntesis, el informe que recibió Prodi. El Gobierno italiano no ha sido muy duro con la Generalita­t estos meses. Incluso Silvio Berlusconi se permitió criticar la actuación de la policía el 1 de octubre. “Yo lo habría hecho de otra manera”, dijo a los periodista­s en Bruselas.

La célula de Prodi también efectuó gestiones en Roma para sondear la disposició­n de la Santa Sede para una mediación eclesiásti­ca, directa o indirecta. La respuesta del Vaticano fue negativa. La Iglesia de Roma no pensaba intervenir en el conflicto político de Catalunya, más allá de la labor apaciguado­ra y de mediación local que pudiesen efectuar eclesiásti­cos españoles y catalanes. El 5 de octubre –un día después del discurso del Rey–, la Santa Sede dio a conocer su posición a través de la revista católica

Vida Nueva. El Vaticano filtró que el papa Francisco había expresado su rechazo al independen­tismo catalán durante la presentaci­ón de credencial­es del nuevo embajador español ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo.

“El Papa manifestó el rechazo de la Iglesia a toda actitud que no esté basada en el respeto a la legalipaño­l dad constituid­a”, informaba la revista. Con todo, el Vaticano había dado su visto buena a una declaració­n de la comisión permanente de la Conferenci­a Episcopal Española (CEE) sobre Catalunya, que no gustó nada al Gobierno esguardar e hizo fruncir el ceño a casi toda la prensa de Madrid. Fechada el 27 de septiembre, la nota apelaba al “diálogo sincero”, pedía salvaguard­ar “los bienes comunes de siglos” (la unidad de España) y “los derechos propios de los diferentes pueblos que conforman el Estado”, y concluía con un llamamient­o a evitar situacione­s irreversib­les. El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan

José Omella, tuvo un papel destacado en la redacción de esa nota, orientada también a salvadisti­ntas la unidad del episcopado español.

También buscó la mediación de la Iglesia católica el lehendakar­i vasco Iñigo Urkullu, en contacto con el cardenal Omella y los abades de Montserrat y Poblet,

Josep Maria Soler y Octavi Vilà. Urkullu, formado en las comunidade­s católicas de base del País Vasco, comunicó el día 8 de octubre con el arzobispo de Bolonia,

Matteo Zuppi, destacado miembro de la Comunidad de San Egidio, organizaci­ón solidaria, liderada por el seglar Andrea Riccardi, que ha destacado en labores de mediación internacio­nal, bajo la tutela vaticana. El presidente vasco es un personaje fundamenta­l para la reconstruc­ción rigurosa de los avatares de la política catalana de estos últimos meses. Aconsejó reiteradam­ente al presidente catalán que evitase situacione­s sin salida, medió con el Gobierno español, envió reiterados mensajes a Bruselas y contribuyó a tejer un valioso y frágil pacto –no escrito– para que Puigdemont convocase elecciones antes de que el Gobierno activase el artículo 155. Hay detalles de la mediación vasca que aún no se conocen.

Urkullu intentó evitar que se abriese en España el precinto de la intervenci­ón estatal de las autonomías. En eso consiste el 155 rápido escogido por Rajoy: la ruptura de un precinto.

La Generalita­t buscó desesperad­amente una mediación interexper­to nacional y no la obtuvo pese a que había personas dispuestas a ejercerla. Rajoy se negó en redondo, y la Unión Europea dio pleno apoyo al Estado español. Desengañad­o, Puigdemont arremete ahora desde Bruselas contra las autoridade­s europeas, califica a la Unión de “club decadente” y sugiere, en una entrevista con la televisión israelí, de la que hoy informa La Vanguardia, la celebració­n de un referéndum en Catalunya –otro referéndum– sobre la UE. Con ese lenguaje, cualquier mediación europea es ya totalmente imposible.

Se sondeó al número dos de la Comisión Europea, Timmermans, que respondió con un no tajante

Se efectuaron diversas gestiones ante la Santa Sede, que concluyero­n con una negativa diplomátic­a

Rajoy se negó en redondo a una mediación internacio­nal y obtuvo todo el apoyo de la UE

 ?? PIER MARCO TACCA / GETTY ?? FRANS TIMMERMANS. El vicepresid­ente primero de la Comisión Europea fue sondeado a través de Flandes, y su respuesta fue rápida y tajante: “No”
PIER MARCO TACCA / GETTY FRANS TIMMERMANS. El vicepresid­ente primero de la Comisión Europea fue sondeado a través de Flandes, y su respuesta fue rápida y tajante: “No”
 ?? MIKHAIL SVETLOV / GETTY ?? HEINZ FISCHER. El expresiden­te federal de Austria, del Partido Socialdemó­crata, fue otra de las personalid­ades europeas sondeadas por la Generalita­t
MIKHAIL SVETLOV / GETTY HEINZ FISCHER. El expresiden­te federal de Austria, del Partido Socialdemó­crata, fue otra de las personalid­ades europeas sondeadas por la Generalita­t
 ??  ??
 ?? ANADOLU AGENCY / GETTY ?? JONATHAN POWELL. El diplomátic­o inglés que ayudó a Tony Blair a negociar el final del terrorismo en Irlanda del Norte estaba muy dispuesto a ejercer de mediador
ANADOLU AGENCY / GETTY JONATHAN POWELL. El diplomátic­o inglés que ayudó a Tony Blair a negociar el final del terrorismo en Irlanda del Norte estaba muy dispuesto a ejercer de mediador
 ?? ROBERTO SERRA - IGUANA PRESS / GETTY ?? ROMANO PRODI. El ex primer ministro italiano y expresiden­te de la Comisión Europea estaba dispuesto a mediar y envió un delegado a Barcelona
ROBERTO SERRA - IGUANA PRESS / GETTY ROMANO PRODI. El ex primer ministro italiano y expresiden­te de la Comisión Europea estaba dispuesto a mediar y envió un delegado a Barcelona

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain