El cómic de Carvalho
Migoya y Seguí comienzan a adaptar las aventuras del detective barcelonés con ‘Tatuaje’
Los paisajes que dibujó Manuel Vázquez Montalbán a través del detective más famoso de Barcelona adquieren forma y color en Tatuaje, el cómic de la novela homónima protagonizada por Pepe Carvalho.
Exmilitante comunista, exagente de la CIA, ex preso, ácrata escéptico, gourmet, hedonista, novio ocasional de la temperamental prostituta Charo y ligado siempre a esa Barcelona en la que desde los años setenta tiene un despacho de detective en la Rambla. Pepe Carvalho ha vivido numerosas aventuras que se han convertido en películas y series desde que lo creara Manuel Vázquez Montalbán en las páginas de sus novelas. Y ahora por fin el detective más famoso de la novela negra española llega al cómic. Y lo hace con Tatuaje ,un cómic en el que Hernán Migoya al guion y Bartolomé Seguí al dibujo han logrado sintetizar la esencia del espíritu de Carvalho, de su autor y de la época y la Barcelona en la que fue creado –los estertores del franquismo, en el año 1974–, logrando paralelamente que resulte enormemente contemporáneo.
El mallorquín Seguí (1962) explica que Migoya (1971) –nacido en Ponferrada y criado en Barcelona, pero que vive ahora en Perú– una noche de copas habló con Daniel Vázquez Sallés, hijo de Vázquez Montalbán, sobre lo sorprendente que resultaba que el carismático detective Carvalho no hubiera llegado al cómic cuando personajes como Alatriste lo han hecho casi inmediatamente. Y nació el proyecto actual, del que Tatuaje es sólo la primera parte, porque Seguí y Migoya ya están trabajando en La soledad del mánager y posteriormente llegará Los mares del sur, todos en Norma Editorial. “Lo que no sé es si estoy a tiempo de hacer toda la colección de Carvalho”, bromea Seguí, que recuerda que no se pudo negar al proyecto porque cuando llegó a Barcelona en los ochenta creó al detective Simón Feijoo influido por la lectura de Pepe Carvalho, “el primer gran detective de novela negra española, un antihéroe, crónica periodística e histórica de un momento determinado, un hombre de vuelta de todo al que lo que le gusta es vivir y comer bien. Si me hubieran dicho entonces que ahora haría esta adaptación, no me lo habría creído”, sonríe.
Seguí explica algunas de las decisiones gráficas más relevantes –muy cinematográficas– que ha tomado en el cómic, siendo la más llamativa que Carvalho tenga un aire al actor Ben Gazzara. “Vázquez Montalbán se imaginaba para él el rostro de Jean Louis Trintignant o de Gazzara. A Trintignant yo lo veía demasiado francés, Gazzara es más latino y le da el punto canalla. Para Charo siempre he imaginado a Charo López o alguna otra actriz potente, y luego me he inspirado en ese punto más lumpen de las películas de la época con vedettes como Ágata Lys y Bárbara Rey, y gráficamente también hay un punto de la Blondie de los primeros años”. Además señala que es un gusto volver a dibujar la Barcelona preolímpica, más negra, más arrabalera, con personajes como Nazario y Ocaña, que lo que fue después del “Posa’t guapa”. Y se confiesa “no tan preocupado por la fidelidad fotográfica como por lo emocional” de esta historia que comienza con un cadáver con un tatuaje –“He nacido para revolucionar el infierno”– flotando en la playa de Vilassar y que transcurre también en la liberal Amsterdam de principios de los setenta.
Los guiones, señala Seguí, son muy fieles a la novela, y lo prueba que de vez en cuando hay incluso reflexiones sobre cómo las mujeres objeto en el futuro irán disfrazadas de mujeres antiobjeto o incluso un chiste sobre el hombre angustiado de Sartre y el recibo de la luz que remiten velozmente a Vázquez Montalbán en un ambiente sensorial en el que las mujeres, la gastronomía y la política, casi la sociología, articulan un mundo que, en su siguiente aventura, irá a Las Vegas.