La UE y la Asociación Oriental
LA Unión Europea no quiere incrementar la tensión con Rusia. Por eso ha impuesto un perfil moderado a sus relaciones con los seis países de la antigua Unión Soviética que forman parte de la llamada Asociación Oriental y que son Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Moldavia, Armenia y Azerbaiyán. En la cumbre celebrada en Bruselas entre los presidentes y jefes de Gobierno de esos países y de los Veintiocho miembros del club comunitario se han obviado todos los asuntos potencialmente conflictivos y se ha renunciado tajantemente a dar esperanzas sobre una eventual mayor integración en el bloque europeo. Con ello se ha lanzado el mensaje de que se respeta la influencia rusa en esos territorios.
La citada cumbre se limitó a pactar veinte medidas que ofrecen beneficios concretos a la ciudadanía de los países más orientales de la UE, como inversiones para el desarrollo de internet y de redes de energía, el refuerzo de la ciberseguridad o la apertura del programa Erasmus para la juventud. Por si hubiera dudas sobre el contenido de la cumbre, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, recalcó que la Asociación Oriental “no está dirigida contra Rusia” y que sólo busca unir lazos políticos y económicos sin la coerción de la fuerza militar.
En el comunicado oficial de la cumbre se ha evitado citar la tensa situación al este de Ucrania o los conflictos territoriales como los de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, Georgia o Transnistria, al norte de Moldavia, donde la UE no duda en ver la mano de Rusia para consolidar su influencia. Otra cosa es que, al margen del comunicado oficial, haya habido enérgicas declaraciones de condena de Tusk y de la primera ministra británica, Theresa May, sobre las acciones de Rusia en algunos de los países de la región y especialmente de las trágicas consecuencias de su intervención en Ucrania. Pero, al margen de estas palabras, la UE esquiva tensiones geoestratégicas en la región y opta por centrarse en proyectos prácticos que poco a poco refuercen la economía y el bienestar de la población. El presidente de la Comisión Europea lo ha dejado muy claro cuando ha dicho que no es momento de ir más lejos.