Preguntas
H acer preguntas es uno de los fundamentos del periodismo. Es el complemento imprescindible para contar lo que pasa buscando el máximo de verdad en el relato de los hechos. Pero es cierto que en ocasiones la información se contenta, especialmente en el ámbito de la política, con plasmar las versiones de las partes interesadas en aparecer en los medios, sin ahondar en lo que hay más allá de las meras palabras o de los comunicados de prensa.
Sucede así que los periodistas acaban simplemente por tomar nota de lo que se les dice y sin duda es por este camino por el que se ha llegado al sinsentido de las ruedas de prensa en las que algún protagonista efectúa una declaración sin permitir que a continuación se le hagan preguntas. Es muy probable que esta dinámica consentida haya favorecido también el asentamiento de la posverdad en el mundo de la comunicación, en cuanto a que ya no parece necesario comprobar las consecuencias de determinados hechos o ratificar las versiones de lo que se dice.
Un ejemplo cercano son las declaraciones de la secretaria general de Esquerra Republicana (ERC), Marta Rovira, quien manifestó en RAC1 y en una entrevista publicada el pasado domingo en La Vanguardia que si el Govern dirigido por Carles Puigdemont no siguió adelante con la proclamación de la república independiente fue porque “no estaba dispuesto a asumir escenarios de violencia extrema en las calles” (“violencia extrema con muertos en la calle”, dijo en la emisora de radio, donde especificó que “muchas fuentes diferentes, contrastadas y fiables, nos informaron de que estaban entrando armas en Catalunya y que el ejército estaba viniendo”).
Dos lectores enviaron cartas que se publicaron el martes. “Son acusaciones muy graves –señalaba Antonio Tenza Navarro–. De ser ciertas, el Gobierno de España debería responder por ellas, pero si no son ciertas, si no se prueban, entonces sería Marta Rovira quien debería responder por formular una denuncia sin fundamento”.
Como también la CUP se sumó a las palabras de Rovira, aludiendo a que tenían constancia de que, de haber seguido adelante con la proclamación de la independencia, se hubieran podido producir atentados sangrientos de los que se hubiese culpado a esta formación política, el lector José Luis Luria Gros planteaba en su carta: “¿Por qué, si esas acusaciones son verdad, no se han quejado en su momento y no lo han denunciado antes? De ser así, se habría armado un gran escándalo a nivel mundial y habría tenido que dimitir la mitad del Gobierno”.
El caso es que esas gruesas declaraciones han quedado ya amortiguadas, como si formaran parte de una cierta normalidad en la que está justificado decir cualquier cosa sin que los medios se hagan eco de las inquietudes que expresan los propios lectores. Tal vez tales afirmaciones fueron efectuadas para consumo de los frustrados seguidores del proceso independentista, pero eso no quita un ápice de responsabilidad a quienes las hicieron y desde luego les deja en evidencia ante la opinión pública
Ahora que está a punto de comenzar la campaña electoral, los periodistas haríamos bien en recordar ya no el derecho sino la obligación de hacer las preguntas necesarias para profundizar en los temas y resolver cualquier duda. Nos debemos a los ciudadanos por encima de todo y además todos sabemos que uno de los mayores orgullos que regala este oficio es la posibilidad de ir más lejos que nadie a la hora de contar lo que realmente ocurre. Eso suele estar reñido con tomar nota de lo que alguien quiere que se publique.
Dos lectores plantean las dudas que provocaron las graves acusaciones de Marta Rovira sobre los “escenarios de violencia extrema en las calles”