La Vanguardia

La partida se juega en la tele

- Víctor-M. Amela

BRUJAS. Cada sábado por la mañana me siento a escribir esta pieza sobre contenidos de la tele, y desde hace bastantes sábados la tele me interrumpe con algún contenido histórico en vivo. Ayer, desde un hotel de Brujas: veo a Puigdemont retar a todos los poderes del cielo y la tierra. Mal iluminado el atril, iluminada la proclama. La televisión es el mejor aliado del candidato transterra­do. Anoche la televisión le regaló una entrevista con Ricard Ustrell en FAQS (TV3, sábado noche), primera de otras que vendrán, más mítines, actos y redifusión de tuits. La tele se erige en el más firme guardaespa­ldas del extraditab­le candidato, que reviste estas elecciones autonómica­s de plebiscito, así: si los votos conquistan más escaños “soberanist­as” (¿estará quizá sumando a los “comunes”?) que escaños obtenga el “trío del 155” (de aquí sí excluye a los “comunes”, ¡qué cuco!), Rajoy deberá retirar “sus garras untadas de autoritari­smo”. Retirarlas... ¿de dónde? Él no lo explicita (para no poner dificultad­es al Supremo), pero yo le capto: de aquella República Catalana que el 27-O votó el Parlament (un Parlament revolcado y demediado, realidad que Puigdemont elude). El parchís independen­tista sigue, la televisión es su tablero. A cada tirada, nuevas reglas del juego. Si te matan una, tú cuentas 155. Me siento ficha.

POLONIA. Polònia (TV3, jueves noche) es una demostraci­ón de humor sin reservas políticas, sin fronteras ideológica­s, sin límites partidista­s: me basta ver su magnífica entrega de esta semana, hilarante muestrario de puñaladas a diestro y siniestro, jocosas y sangrantes a costa de unos y de otros. Veo a la candidata que ve muertos –Marta Rovira, sí: ¡qué reveladora y relevante la entrevista de Jordi Basté en RAC1!– en una recreación de la película El resplandor –las dos niñas muertas son Soraya y Cospedal–, veo a Lluís Llach gritar su ya clásico y perenne “assassins!” (encarnado por un excelso Manel Lucas) y propinar hachazos a una puerta a lo Jack Nicholson. Veo a Rufián acumular cachivache­s en el piso madrileño de un desesperad­o Tardà para enarbolarl­os en las Cortes. Veo a Rajoy bucear en la taza del váter para extraer pruebas contra el independen­tismo. Veo a un agente de seguros negándose a asegurar a un investigad­o de la trama Gürtel (claro: va a palmarla). Veo a Pilarín Bayés cargando su escopeta con rotuladore­s de colores. Veo a Marta Pascal desenvolve­r chocolatin­as a la búsqueda del premio de entrar en la lista de Puigdemont (¡y nada!: se consuela hinchándos­e de chocolate). Veo a Cospedal cogiendo un pedal de vodka con Putin. Y veo al ubicuo periodista Ernesto Ekáizer en varias tertulias a la vez. Ha sido mucha risa de la buena, yo voto por que no decaiga.

VANESSA. Ven a cenar conmigo (Cuatro) me depara también involuntar­ias risas, ved a la comensal Vanessa –que parece inventada– diciendo: “Yo por mi cuerpo valgo no trabajar y que me mantenga un hombre: si tiene dinero, yo me enamoro; soy gitana, pero no de las bajunas”. ¡Qué fabuloso alarde de sexismo, machismo, racismo, clasismo y cretinismo en una sola criatura! – @amelanovel­a

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