La luz a través de los vitrales
Joan Vila Grau culmina diecisiete años de trabajo en la Sagrada Família
Cuando a Joan Vila-Grau (Barcelona, 1932) la junta constructora del templo de la Sagrada Família le encargó los vitrales de las diferentes fachadas, lo primero que se planteó fue cuál tenía que ser el ambiente de color y luz necesario en su interior. “La Sagrada Família ya tiene una gran riqueza de imágenes y lo que tenía que hacer era acompañar a Gaudí de manera que los vitrales reforzaran el ambiente de espiritualidad. No hacían falta más imágenes, bastaba jugar con los colores”.
El encargo se le hizo en 1999 y durante diecisiete años ha diseñado y creado uno de los conjuntos de vitrales más grandes de Europa. Ni él mismo sabe cuántos son, ni cuántos metros cuadrados ocupan, pero incluso ha entregado los que irán en la fachada de Glòria, la que todavía está pendiente. Una obra que lo ha absorbido, como le pasó a Subirachs con sus esculturas, aunque él nunca ha ido a vivir in situ. Y ahora, concluido el trabajo, aunque continúa como asesor, ha decidido exponer 61 acuarelas, que le sirvieron de estudios de color para los vitrales, en la sala Parés . La exposición en la galería de la calle Petritxol, que permanecerá abierta hasta el 3 de diciembre, permite entender su proceso de trabajo. “Utilizo cristales de color, emplomados, porque tienen que durar siglos. Primero hago una maqueta a escala 1:500 para dar unidad al trabajo, después lo paso a tamaños más próximos, escala 1:10, y busco las notas de color. La gente piensa en vitrales con simbología religiosa y lo que hago es jugar con colores diversos para que según la luz del día puedan variar las tonalidades, jugando incluso con las sombras”. Y lo que se puede ver en la sala Parés es un corpus de ensayos, donde la acuarela establece el color y después con tinta se dibujan los plomos que marcarán el ritmo en cada ventanal. Estas acuarelas y dibujos después, con la ayuda de su hijo Antoni, que también es maestro vidriero, y de la casa Vitralls Bonet, se pasan a tamaño natural y toman forma. Se ha hecho realidad un proyecto que tiene mucho del espíritu de los antiguos artesanos. La iconografía del templo que nos evoca el nacimiento, la pasión y muerte, la resurrección y la gloria encuentra en la luz que se filtra a través de los colores de los vitrales, más fríos o más cálidos, más claros o más intensos, la intimidad adecuada. La única libertad que se ha permitido Vila-Grau es introducir en algunos puntos unos cristales gruesos que situados estratégicamente dibujan tres constelaciones conocidas. “Los vitrales reflejan de modo abstracto esta espiritualidad que se vive en el interior de la Sagrada Família”, dice el autor. “Viendo la reacción de algunas personas he entendido el síndrome de Stendhal”, añade.
Joan Vila-Grau ya había trabajado en vitrales de otras iglesias, pero este era “un gran reto”. “Primero me familiaricé con toda la obra de Gaudí y con los vitrales que había diseñado. También hablé con Subirachs, que fue capaz de coger los temas de Gaudí y los interpretó a su manera, honestamente, una obra titánica que hoy ya se le reconoce”.
La sala Parés expone 61 acuarelas inéditas de Joan Vila-Grau que son estudios previos para los vitrales