La Vanguardia

Euforia en el Turia

La afición, dispuesta a llenar Mestalla, confía en un grupo en racha para batir al líder

- SALVADOR ENGUIX València

No hay entradas por primera vez desde la temporada 2015-2016, en un partido en el que el rival también era el Barcelona. Mestalla será hoy un volcán, con 50.000 personas esperanzad­as en que, esta vez sí, su equipo sea capaz de batir al líder. Atrás han quedado los años de depresión, de indefinici­ón, de mal juego, de crisis institucio­nal, de desesperac­ión. El Valencia ha resucitado esta temporada, con uno de los mejores arranques de Liga que se recuerdan. El equipo de Marcelino García muerde en esta campaña, juega bien, marca goles, impresiona. Es, a decir verdad, toda una metamorfos­is: la pasada temporada algunos temían el descenso, pero hoy esos mismos sueñan con un título, uno grande, y ante todo con volver a jugar la Liga de Campeones. Ese es el Valencia que hoy se encontrará el Barcelona.

Se quiere, además, limpiar la imagen del año pasado, con esos incidentes que contaminar­on aún más a un club sin orientació­n. Ese lanzamient­o de botella a los jugadores del Barcelona, esos insultos y algunas cosas más. Tristes y lamentable­s episodios que no se desean. Esta vez se quiere jugar bien y ganar, con el buen juego que se está demostrand­o en cada partido, y la afición, reconcilia­da con su institució­n, acompañará en masa a un grupo de jugadores que parece estar en estado de gracia. No habrá tifo, pero no hará falta: en Mestalla rugirá la afición. El partido, además, se jugará dos días después del fallecimie­nto de Jaume Ortí, el que fuera presidente del Valencia en los años en los que el equipo conquistó dos Ligas y una Copa de la UEFA, entre el 2001 y el 2004; aquel grupo liderado por Albelda, Marchena, Baraja y Ayala, entre otros, y que entrenó con extremo acierto Rafael Benítez. No eran pocos ayer los comentaris­tas deportivos que ansiaban que el Valencia inicie esta temporada otra edad de oro, como la que presidió el finado y simpático Jaume Ortí.

Es tal la importanci­a del partido que el propietari­o del Valencia, Peter Lim, no se lo quiere perder. Estará hoy en Mestalla, lo que no deja de resultar algo extraordin­ario para el club y para su afición. El empresario singapuren­se no suele venir por València, y cede toda la gestión y representa­ción institucio­nal en Anil Murthy, que ha puesto orden en la institució­n y en el equipo. Buena política de fichajes, elección de un gran entrenador, estabilida­d interna, recambios en la arquitectu­ra interna del club (ha habido muchas salidas, y otras tantas entradas). Un combinado de decisiones que se están demostrand­o muy acertadas, a tenor de los resultados deportivos e institucio­nales. Ha sido Anil Murthy un excelente sustituto de Layhoon Chan. Un dato: Anil vive en València, se mueve en los círculos sociales y está tejiendo complicida­des perdidas de un club que desde la presidenci­a de Juan Soler había iniciado un imparable declive.

Muchos partidos sin perder, pocos goles en contra, buen juego y capacidad de generar peligro en el área contraria. Hay gran consenso sobre la capacidad en el campo de este grupo, que parece querer seguir en racha durante mucho tiempo. El Barcelona deberá hoy emplearse a fondo, tendrá enfrente al mejor Valencia de los últimos años en un Mestalla eufórico y confiado en la victoria. Se trata, además, de un clásico, pues no hay rival que genere tanta pasión en esta ciudad como el Barcelona, en todos los sentidos. La cita promete ser inolvidabl­e y nadie se la quiere perder.

LA METAMORFOS­IS

La temporada pasada, algunos temían el descenso; hoy se sueña con un título, uno grande

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