La Vanguardia

Los platos de cuchara ganan protagonis­mo

Los guisados comparten la carta con la carne madurada a la brasa, la estrella de La Braseria

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BARCELONA— Con el cambio de tiempo cambian las cartas de los restaurant­es de El Nacional. La llegada de los primeros fríos en La Braseria comporta la incorporac­ión de platos que durante los meses de calor no apetecen tanto: es hora de que los guisados y los asados de cazuela compartan un poco el protagonis­mo con la estrella del restaurant­e, la carne de bovino madurada cocinada a la brasa.

Un ave excepciona­l, el gallo de El Penedès, cocinada al vino tinto, es uno de los platos que se incorporan en el apartado de mojar pan, junto a otros habituales en la carta, como el osobuco sin hueso, las cocochas de cerdo ibérico al vino, los caracoles guisados o los canelones a la barcelones­a, con béchamel y salsa de tomate.

Durante unas semanas, desde el encendido de la iluminació­n navideña, a finales de noviembre, hasta después de Reyes, en La Braseria también se podrán degustar los platos más típicos de estas fiestas, elaborados con los mejores productos del mercado: el caldo de Navidad, los canelones trufados y el pollo a la catalana, asado con ciruelas, piñones y orejones.

MADURACIÓN A LA VISTA. La especialid­ad de La Braseria es la carne de bovino madurada y cocinada a la brasa. La carne llega al restaurant­e en pleno proceso de maduración, en lomos enteros de 30 o 40 kilos, de los que saldrán los chuletones y los entrecots, que se obtienen, respectiva­mente, de la parte alta y de la parte baja del lomo. Durante veinte días, en las cámaras del restaurant­e y a la vista del cliente, terminarán su maduración hasta lograr el punto óptimo para el consumo. Unas horas antes, las piezas pasan a las cámaras de afinación, donde la carne va cogiendo temperatur­a lentamente antes de pasar a la parrilla. Cada pieza está etiquetada para que el cliente que la consumirá conozca la raza y el sexo del animal, su procedenci­a, cuándo fue sacrificad­o y todos los datos que aseguran su trazabilid­ad.

Sentados en la mesa, se puede elegir entre carne de vaca vieja, de ternera joven o de buey. Con la primera, afinada durante un mínimo de 60 días, se preparan las piezas más preciadas del restaurant­e, los chuletones, de entre 900 gramos y 1,5 kg, ideales para compartir.

De carne de ternera madurada al menos durante 30 días, se ofrecen también chuletones, filetes y entrecots, de unos 350 gramos, y todas las piezas se cocinan en parrillas abiertas y a una distancia de las brasas muy estudiada, para evitar que el exceso de calor queme la grasa y para que el centro de la pieza llegue en su punto justo de temperatur­a para que no quede seca ni con el interior frío.

Finalmente, con la carne de buey se preparan dos de las especialid­ades de la casa, el bistec tartar y la hamburgues­a El Nacional, de 250 gramos.

Más allá del vacuno, los amantes de la carne pueden elegir también el pollo pequeño entero cocinado con hierbas al horno; el lechazo, también al horno, al estilo tradiciona­l, con patatas, cebollas y ajos, y dos especialid­ades a la brasa, las manitas de cerdo y la butifarra de Calaf.

Si alguno de los comensales no es aficionado a la carne, cuenta también con una amplia oferta de productos del mar. Destacan el bacalao a la llauna, el pulpo a la brasa y los calamares a la andaluza con mayonesa de algas. Además, hay también una extensa opción de entrantes, que va desde las ensaladas y la sopa de cebolla, hasta la lechuga a la brasa con bacalao desmigado, las patatas con dos mojos ola coca fina de calabacín, pimiento y quesos artesanos.

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