La Vanguardia

Inmigració­n ilegal: entre las pateras de lujo y los mercenario­s

Las redes de traficante­s utilizan cada vez más yates y veleros para llevar ilegalment­e a migrantes a Europa

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

El negocio de la inmigració­n ilegal hacia Europa es imaginativ­o y siempre halla alternativ­as. Ante las dificultad­es de los últimos meses para zarpar desde Libia, los traficante­s de seres humanos utilizan otras vías, a través de Marruecos, Túnez, Argelia y Turquía. El Alto Comisionad­o de la ONU para los Refugiados (Acnur) ha advertido también que la diversific­ación de los flujos incluye un uso creciente de embarcacio­nes de recreo –yates y veleros–, una especie de primera clase para inmigració­n clandestin­a, que puede suponer el pago de 6.000 euros por pasajero.

Hace tiempo que Europol dio la voz de alarma. Esta agencia policial europea, con sede en La Haya, interceptó 160 de estas embarcacio­nes en los últimos meses, pero se sospecha que muchas más pasaron inadvertid­as y lograron desembarca­r a sus pasajeros, camuflados de turistas, en puertos deportivos pequeños y discretos. El pasado jueves, en Bruselas, la directora de la oficina de Acnur en Europa, Pascale Moreau, volvió a llamar la atención sobre este problema.

Según fuentes de Europol, la mayoría de los traficante­s que usan embarcacio­nes de recreo son ciudadanos rusos, bielorruso­s y georgianos, aunque también hay turcos, sirios y azeríes. El precio varía según la nacionalid­ad de los pasajeros, su número y el tipo de barco. Suelen ser iraquíes, pakistaníe­s, iraníes, afganos y sirios con recursos suficiente­s para pagar tarifa, convencido­s de que les garantiza una entrada a Europa sin arriesgar la vida en el mar.

A pesar del acuerdo firmado entre la UE y Turquía, el tráfico de migración ilegal se ha reanudado en el Mediterrán­eo oriental, aunque está lejos de llegar a los niveles anteriores del pacto entre Bruselas y el Gobierno de Erdogan. Grecia ha registrado un notable incremento de llegadas. También se recurre cada vez más a la ruta del mar Negro para llevar a personas desde el norte de Turquía hasta Rumanía. Se ha detectado asimismo un aumento muy fuerte de las llegadas a Chipre.

La crisis migratoria provoca periódicam­ente fricciones entre Italia y Francia, con sensibilid­ades e intereses no siempre coincident­es por lo que respecta a la política hacia Libia. París ha pedido que se celebre una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar el problema de los migrantes varados –y en condicione­s a menudo dramáticas– en territorio libio, mientras que Roma es reacia a dar más visibilida­d al problema porque su estrategia para frenar la ruta mediterrán­ea ha implicado acuerdos con las milicias libias para que cooperen en impedir la partida de pateras.

Italia –cuyo ministro del Interior, Marco Minniti, desarrolla una política muy agresiva para controlar la migración ilegal– no deja de tomar medidas y plantear propuestas a escala interna y a los socios europeos. Su código de conducta para las oenegés que rescatan inmigrante­s tuvo mucho impacto el pasado verano y desincenti­vó su labor humanitari­a. Ahora está sobre la mesa una propuesta para que se prohíba a escala internacio­nal la venta de un tipo de embarcacio­nes hinchables, de fabricació­n china, que los traficante­s suelen utilizar porque son baratas y permiten meter a muchos pasajeros. Estas barcas, adquiridas vía internet, son de muy baja calidad. Permiten, como mucho, un solo viaje y son responsabl­es de numerosos naufragios en el canal de Sicilia.

Entre los planes para atajar la llegada de migrantes y refugiados desde el norte de África está el que ha expuesto el estadounid­ense Erik Prince desde las páginas del

Corriere della Sera. Prince, exmiembro de los Navy Seals –un cuerpo de operacione­s especiales– y fundador de la polémica compañía Blackwater –durante años, proveedora de mercenario­s para el Pentágono en Irak y Afganistán–, ha planteado que modernos soldados de fortuna se encarguen del control de las rutas que llegan al sur de Libia. Según Prince –que vendió Blackwater y fundó Frontier–, un número reducido de sus hombres, con el equipo adecuado de comunicaci­ones, aviones de vigilancia y helicópter­os, sería capaz de detener el flujo y capturar a los traficante­s en el desierto. “Nosotros llevaríamo­s a los migrantes a las bases, les daríamos asistencia médica y los repatriarí­amos –afirmó Prince–. No llegarían a la costa. Imagino que Europa quiere frenar el flujo migratorio del modo más humano y profesiona­l posible. No creo que pagar a milicias (la reciente política italiana) sea una solución”.

Al igual que los traficante­s diversific­an y pueden reconverti­r yates y veleros en pateras de lujo, las empresas de modernos mercenario­s se percatan de que la lucha contra la inmigració­n ilegal puede generar, a largo plazo, enormes beneficios si los estados subcontrat­an la misión, la ceden a la iniciativa privada, como ya ha hecho en parte EE.UU. en sus guerras más recientes.

Italia quiere prohibir la venta de lanchas neumáticas chinas que causan muchos naufragios

Erik Prince, fundador de Blackwater, propone que mercenario­s frenen el flujo humano en el desierto libio

 ?? MAHMUD TURKIA / AFP ?? Un trabajador de la Media Luna Roja espera en el puerto de Trípoli la llegada de una embarcació­n con emigrantes, este sábado pasado
MAHMUD TURKIA / AFP Un trabajador de la Media Luna Roja espera en el puerto de Trípoli la llegada de una embarcació­n con emigrantes, este sábado pasado

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