La Vanguardia

Cal Navàs, nueva etapa

El empresario Xavier Martínez se hace con el control de la joya modernista de Reus y la abrirá al público

- SARA SANS Reus

El tesoro modernista de Reus, Cal Navàs, está a punto de cumplir 110 años. Joaquím Navàs encargó el edificio a Lluís Domènech i Montaner, y la familia mantuvo la propiedad de la casa de generación en generación. Hasta ahora. El empresario reusense Xavier Martínez –que empezó vendiendo material técnico para la construcci­ón en 1997 y en el 2008 compró la fábrica de zumos Pago para convertirl­a en Fruselva– se ha hecho con el control del emblemátic­o edificio de la plaza Mercadal, un atractivo principal de la ruta modernista de Reus.

Las negociacio­nes del empresario con los herederos de la casa, los hermanos Blasco Font de Rubinat, comenzaron hace meses. La casa está catalogada como bien cultural de interés nacional (BCIN), cosa que ha alargado los trámites de la operación de compravent­a. El empresario ha hecho pública su voluntad de llevar a cabo las necesarias obras de conservaci­ón y mantenimie­nto de la casa y abrirla al público definitiva­mente. En la actualidad, Cal Navàs sólo puede visitarse los sábados por la mañana en tres turnos reducidos, siempre con previa reserva en la Oficina de Turismo.

El plan del nuevo propietari­o es abrir el edificio de una forma más constante y regular. “Eso sería una muy buena noticia, la casa tiene un valor excepciona­l”, mantiene Tate Cabré, periodista especializ­ada en patrimonio arquitectó­nico y estudiosa del modernismo. No en vano, también se conserva en el interior toda la decoración original de la casa, obra de Gaspar Homar, uno de los ebanistas más importante­s de la época. A lo que hay que añadir los 200 metros cuadrados de vidrieras también originales.

Cabré destaca el esfuerzo que hizo la familia Blasco-Font de Rubinat tras la Guerra Civil para recomponer la cubierta de la casa, que quedó destrozada por los bombardeos; sin embargo, nunca llegó a reconstrui­rse la torre de la esquina, de piedra esculpida y cristal, sobre la cual se erigía una nave vikinga. “A diferencia de otras casas modernista­s privadas como la Batlló, la de les Punxes o la Vicens, en la casa Navàs no se ha hecho una restauraci­ón como es debido. ¿Y de qué sirve un Ferrari con tres ruedas?”, se pregunta Cabré. Durante años, la familia Blasco-Font de Rubinat y el Ayuntamien­to mantuviero­n conversaci­ones para abordar la rehabilita­ción del inmueble; sin embargo nunca se llegó a un acuerdo.

La primera en abrir la casa al público y en ejercer de guía fue la madre de quienes hasta hace unos días fueron los propietari­os de la casa: Maria Font de Rubinat, último testigo del Reus modernista. Su padre había sido alcalde de Reus, y su tío fue Francesc Macià, presidente de la Generalita­t. De pequeña, frecuentab­a a Eduard Toda, al propio Domènech i Montaner y a los mejores bibliófilo­s, que eran contertuli­os de su padre. Maria Font de Rubinat, que se casó con Joaquim Blasco, heredero de la casa Navàs, murió en enero de 1999, horas después de haber recibido visitas y mostrar la casa. Hasta ahora, la familia nunca había aceptado las ofertas para vender el edificio, que pudo haber sido sucursal bancaria o conservato­rio de música.

El nuevo propietari­o acometerá las obras que tiene pendientes el edificio, proyectado por Domènech i Montaner

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VICENÇ LLURBA Durante los bombardeos de la Guerra Civil, la torre de la esquina quedó destrozada y nunca se repuso

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