La Vanguardia

El método del equilibrio

- Joan Golobart Orden, orden y orden. Triángulos. Gestión de Valverde.

No hay nada mejor para que cualquier proyecto salga adelante que el orden se imponga, sea cual sea la situación. Y ayer, el Barcelona ofreció un auténtico recital en la primera mitad de cómo, ordenando sus piezas, lo óptimo para defender es lo óptimo para atacar. Llegando a tener una posesión en ocasiones del 76% durante la primera mitad. Si quiero atacar, lo mejor es hacerlo cuando el rival inicia un despliegue en ataque, ya que hay jugadores que al buscar la salida del balón abandonan espacios. Si quiero defender, lo mejor es hacerlo cuando el poseedor del balón tiene las mínimas opciones de pase. Esto lo hacía de cine el Barça años atrás y ayer lo repitió.

En la medida que el Barcelona supo disponerse en el terreno de juego formando múltiples y pequeños triángulos donde los vértices eran los jugadores dominó el partido al 100%. Porque esos triángulos permitían que todo poseedor de la pelota tuviera múltiples opciones de pase. Y sobre todo cuando Paulinho en versión Masia ha entendido que debe ofrecerse para recibir el esférico e inmediatam­ente ir a buscar la posición de Messi. Vuelve a generarse un surtidor de pelotas para Leo, como en su día lo fueron Xavi o Alves. Y esos triángulos que permitían evoluciona­r ofensivame­nte eran los mismos que suponían un tapón para el Valencia en su salida del balón. Los locales se encontraba­n todas las líneas de pase tapadas y que el jugador que recibía la pelota era presa fácil de la presión azulgrana, en muchas ocasiones en la figura de Busquets. Pero estos triángulos existían porque la evolución del juego azulgrana los generaba. Una evolución que no tenía prisa y si hacía falta exageraba alguna pausa. Y así poco a poco se creaba el hábitat ideal para Iniesta, Busquets o Paulinho. Pero esa superiorid­ad absoluta no se reflejó en el marcador, no sólo por el error arbitral, sino también porque Luis Suárez quiere pero no está. Al uruguayo le falló todo, no desbordó, las devolucion­es al primer toque fueron siempre para los rivales. Fue a más en la segunda mitad, pero ante la ausencia de Neymar su baja forma es un precio demasiado alto. Hasta el punto de que Alba tuvo que disfrazars­e de la mejor versión del uruguayo para igualar.

Me sigue entusiasma­ndo la gestión de Valverde de sus jugadores y los partidos. Da la sensación de que cada cambio táctico o cada sustitució­n es la ideal. Ayer reconstruy­ó su equipo, que anímicamen­te estaba tocado, no desde la grandeza azulgrana sino desde la humildad de un buen conocedor del fútbol. Si quería que el Barça recuperara la posesión, debía poder jugar en el campo del Valencia, y para eso debía anular la salida que daba oxígeno al Valencia: su banda izquierda. Perdía 1-0 y para equilibrar no buscó gol, sino que buscó restablece­r el orden con Deulofeu y Vidal. Y justamente después llegó el gol.

La superiorid­ad absoluta del Barça no se tradujo en gol por el error arbitral y porque Suárez no está

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FOTOPRESS / GETTY Umtiti se anticipa a Zaza en una jugada del partido de ayer
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