El comercio hace ciudad
El comercio –de la pequeña tienda de barrio a los grandes mercados municipales– es un sector estratégico de la ciudad. Contribuye a crear empleo y riqueza –aglutina a 149.000 trabajadores (datos del 4º trimestre de 2016) y genera cerca del 15% del PIB de Barcelona–, a la vez que ayuda a configurar el espacio público, aportando dinamismo, vitalidad y seguridad en las calles, y fomenta la cohesión y la integración social.
Comercios y mercados van más allá de la consideración de piezas clave de la economía local y, de la mano de comerciantes, empresarios, asociaciones, gremios, distribuidores, mayoristas, minoristas... y de la ciudadanía, hacen ciudad. Barrio a barrio, eje a eje, la actividad comercial ayuda a configurar el espacio, dotándolo de personalidad propia, creando sinergias y tejiendo red. Hoy, el fomento del comercio de proximidad conlleva trabajar por el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos.
Hoy el comercio de barrio apuesta por la profesionalidad, la responsabilidad social, la sostenibilidad, la diversidad, la innovación, el asociacionismo, la cultura y el turismo, entre otros aspectos. El Ayuntamiento trabaja de forma conjunta con los agentes representativos del sector para fomentar un modelo de comercio propio que sea el eje de cada barrio.
En las páginas que siguen el lector encontrará iniciativas y experiencias vinculadas con la cohesión social y la creación de red en los barrios -con comercios como El Colorao-; vínculos entre las tiendas y los centros formativos, como la iniciativa Geocahing donde los estudiantes descubren comercios emblemáticos como Can Gispert, o la labor conjunta que llevan a cabo el mercado de Horta y el comercio de la zona para dinamizar el entorno, un objetivo que comparte con la nueva asociación de comerciantes Les Corts Comerç 08028.
La modernización del comercio tiene un claro ejemplo en la reforma del mercado de Sant Andreu, que incluirá fachadas de vidrio para integrarse mejor en su entorno; o en la librería Altaïr, que durante la crisis se supo reinventar gracias a la ayuda de Barcelona Activa.
Otro de los aspectos en los que se está incidiendo es el de la sostenibilidad. Dos ejemplos: el mercado de Sant Antoni, en el Eixample, donde gracias a la rehabilitación realizada implanta la generación de energía geotérmica, y El Safareig, una droguería de proximidad, a granel y ecológica que, a partir del reciclaje de envases, fomenta la sostenibilidad.
Asimismo, el comercio de barrio avanza hacia la digitalización. Lluïsa Ripoll lo ha logrado con Peix al Cove, la única aplicación de España con la que es posible comprar pescado fresco por internet y elaborar una cesta inteligente.
La actividad comercial ayuda a configurar el espacio
público, crea redes de relación entre vecinos y es una pieza clave de la economía de Barcelona