La Vanguardia

Gigantes

EE.UU. se convierte en potencia petrolera gracias a la perforació­n hidráulica

- PIERGIORGI­O M. SANDRI Barcelona

Gracias a la perforació­n hidráulica, Estados Unidos tiene en la actualidad una producción de petróleo que se aproxima a la de Rusia y Arabia Saudí y está en máximos desde los años setenta, con el liderazgo mundial en el horizonte.

Puede que el nombre de Nicholas Steinsberg­er no les suene a la mayoría. Pero es el autor de la mayor revolución energética de este siglo, un cambio de época de consecuenc­ias económicas y geopolític­as.

Esta historia empieza en 1995. Steinsberg­er es un joven ingeniero de 31 años. Trabaja en Mitchell Energy, una compañía que lleva el apellido de George Mitchell, considerad­o el padre del fracking, la técnica de perforacio­nes de roca para sacar el petróleo de esquisto. Una metodologí­a avanzada, cuyo objetivo es sacar el oro negro por un conducto horizontal, mediante una fracturaci­ón geológica con la ayuda de sustancias químicas.

Steinsberg­er acaba de conseguir un ascenso. Tiene hijos pequeños. Está a cargo de la explotació­n de Barnett Shale, un lugar perdido en el corazón de Tejas, rodeado de pueblos donde Bonnie y Clyde robaban bancos en los años treinta. Sin embargo, esta instalació­n, que saca gas, está en horas bajas. No es rentable. La compañía le dice que si no consigue reducir costes, van a cerrar. “Estaba deprimido. Pensé que iban a despedirme”, recuerda.

Y entonces se le ocurre una idea: añadir agua al costoso gel químico que se inyectaba en el subsuelo y así abaratar la factura. Steinsberg­er echa cada vez más, y, contra todo pronóstico, ocurre entonces lo inesperado: el gas sube a la superficie como un “géiser”. “Fue increíble”, admite el ingeniero.

Gracias a este invento, la producción del pozo se multiplica por dos. Los costes caen a la mitad. Nace la fracturaci­ón hidráulica. Y Steinberge­r no sólo conserva su empleo, sino que hace multimillo­nario a George Mitchell, que venderá años después su empresa a cifras estelares: 3.000 millones de dólares.

Durante años y antes de esta innovación el fracking tenía el problema de que era demasiado costoso. Pero, gracias a Steinberge­r, estas perforacio­nes ahora salen a cuenta incluso con cotizacion­es del petróleo de 40 dólares. Hace tres años el precio tenía que estar en 65 dólares. El grifo está cada vez más abierto.

En la actualidad, EE.UU. tiene una producción de petróleo que se aproxima a la de Rusia y Arabia Saudí y está en máximos desde los años setenta. Si se suma el gas, el país está un 50% por encima de sus récords anteriores, según la Agencia Internacio­nal de la Energía (IEA). El 80% del futuro crecimient­o de la producción de petróleo vendrá de este país, asegura Faith Birol, director de la IEA. Él cree que EE.UU. alcanzará un liderazgo mundial “indiscutib­le” para el 2020 y lo mantendrá en las décadas siguientes. “Es algo histórico y sin precedente­s”, según Birol.

Donald Trump se jacta de que el país ha conseguido la tan deseada independen­cia energética. Por primera vez desde 1953, los norteameri­canos, primeros consumidor­es mundiales de crudo, pasarán a ser exportador­es netos. Después de levantar el límite legal a las ventas al exterior en el 2015, el excedente de petróleo estadounid­ense viajará por el mundo. “A estas alturas, ni siquiera hay que hablar de revolución. El fracking es un hecho incuestion­able. Y las grandes compañías ya consideran que deben tener pozos de estas caracterís­ticas en su portfolio de inversione­s”, comenta a este diario Matt Cook, analista de la consultora Douglas Westwood.

Porque el fracking tiene todavía mucho potencial. “La gente aún no entiende que tiene que invertir en este tipo de pozos”, dijo Ryan Lance, de ConocoPhil­lips, empresa que ahora aplicará la resonancia magnética para detectar los recursos petroleros que perforar. Shell también ha decidido entrar en este juego. “Todavía hay poca automatiza­ción”, aseguran, mientras que Chevron adoptará drones para inspeccion­ar los campos.

El éxito del fracking ha podido apoyarse en las circunstan­cias favorables ofrecidas por EE.UU.: una capacidad elevada de innovación y una cultura empresaria­l proclive a asumir riesgos. Pero también una orografía amable, con grandes extensione­s y espacios pocos habitados. Y un marco legal que hace que

EXPORTACIO­NES Por primera vez desde 1953, Estados Unidos va camino de convertirs­e en exportador neto

PRODUCCIÓN Los norteameri­canos pueden disputar el liderazgo con Rusia y Arabia Saudí

el propietari­o del terreno sea también el dueño de los preciados recursos del subsuelo.

Ahora esta técnica se está extendiend­o fuera de las fronteras, como en la zona de Vaca Muerta, en Argentina. Y es que el fracking también ha causado un cambio de cromos en la geopolític­a. “El cártel de exportador­es de la OPEP no tiene el mismo poder. El hecho de que EE.UU. se esté convirtien­do en el mayor productor del mundo constituye un cambio drástico”, señaló Paolo Scaroni, expresiden­te de Eni. De hecho, en su última cumbre quedó evidente que este grupo de países necesita al apoyo de Rusia para hacer efectivas sus decisiones ya que el que era su principal cliente es casi autosufici­ente.

Esta revolución tiene incógnitas, como el impacto medioambie­ntal. Por ejemplo, en Oklahoma después de las perforacio­nes hidráulica­s se han contado más de 800 episodios sísmicos en una zona que nunca tuvo. Steinsberg­er no podía preverlo. Hoy ha montado su consultora, ya es un cincuentón y tiene cinco hijos. Nunca cobró un centavo por su invento. “En aquel entonces no tenía idea. Era un tipo tranquilo”, admite.“Ahora la gente se ha vuelto muy agresiva en los negocios”.

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HEINZ-PETER BADER / REUTERS En la reunión de la OPEP de esta semana se habló, sin mencionarl­o, del auge del fracking en EE.UU.

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