La Vanguardia

La hora de Córcega

Los nacionalis­tas se disponen a ganar las elecciones a la nueva entidad única

- ÓSCAR CABALLERO París. Servicio especial

En el galimatías de acrónimos que los franceses adoran, el nuevo es CTU, que responde a Colectivid­ad Territoria­l Única. Porque hoy, y el próximo domingo, los 244.000 electores de Córcega votan para formar un Parlamento único, síntesis de las tres asambleas actuales. Es decir, los representa­ntes de los dos departamen­tos vigentes (Alta Córcega y Córcega del Sur) que configuran la isla y los de la Colectivid­ad Territoria­l de Córcega, la antigua región. Es la primera vez en la V República que dos departamen­tos –la organizaci­ón territoria­l instaurada por la Revolución– desaparece­n.

De las urnas saldrá un gobierno regional con once cargos ejecutivos y un Parlamento con 63 diputados. El presupuest­o ascenderá a 1.200 millones de euros, que es la suma de los tres existentes hoy. Primer gasto: 200 millones, por los salarios de los 5.400 funcionari­os. Y primer crujido: el departamen­to de Alta Córcega y la colectivid­ad territoria­l habrían sido cautos en sus reclutamie­ntos. En cambio, Pierre-Jean Luciani, presidente conservado­r de Córcega

del Sur y enemigo de la CTU, “titularizó agentes por decenas” –escribe el diario económico Les Échos– y aumentó en 150 euros el sueldo de todos los funcionari­os a su cargo. Una patata caliente –un canelón, en clave de cocina regional– para la gestión unificada que debería estar terminada el 1 de julio del 2018.

En las urnas se enfrentan hoy siete listas. Entre ellas, parte como favorito el bloque autonomist­a-independen­tista dirigido por Gilles Siméoni y Jean-Guy Talamoni, la mayoría saliente, que van unidos desde la primera ronda. Consigna extraofici­al : autonomía primero, independen­cia después.

Desde hace dos años los nacionalis­tas ganan todos los escrutinio­s. En París, uno de los tres diputados nacionalis­tas elegidos a principios de año, Jean-Félix Acquaviva, explica que si autonomist­as e independen­tistas van del brazo es para proponer “un horizonte sincero a los corsos”. Según Acquaviva, una Córcega autonómica sería “el punto de inflexión para superar, al fin, medio siglo de incomprens­ión, combate político y pulsos entre Córcega y París”. Y añade: “Autonomía dentro de la República, por supuesto. Porque

la autonomía no se inscribe en una república de las galaxias, en caso contrario se trataría de la independen­cia”.

Es un punto de fricción: “Autonomía dentro de la República no significa nada; se trata de un veneno lento”, protestó François Tatti, presidente de la aglomeraci­ón de Bastia y uno de los cruzados contra la independen­cia. Acquaviva insiste: “Autonomía es la capacidad de votar leyes y reglamento­s en los distintos niveles de competenci­a,

que habrá que negociar con el Estado”. Si se cumplen los pronóstico­s que ya sientan en el sillón presidenci­al a Gilles Simeoni, el nacionalis­mo pesará en las negociacio­nes.

Hijo de una figura del nacionalis­mo, Edmond Simeoni, Gilles, al frente de Femu a Corsica (Hagamos Córcega) y aliado con la Corsica Libera (Córcega Libre) de Talamoni, ya despojó a la dinastía isleña de los Zucarelli de su feudo, el Ayuntamien­to de Bastia. Y batió a Paul Giacobbi, otro histórico, en el Parlamento territoria­l.

Desde Napoleón es larga la lista de los corsos que han servido a Francia en frentes visibles y también clandestin­os, como el de la Resistenci­a. Uno de ellos, Jean Colonna, prefecto del arisco sur, brazo derecho del presidente Jacques Chirac para temas candentes, simboliza la hegemonía de la derecha en la isla hasta la década de 1980.

Y también los cambios que se

CAMBIO INSTITUCIO­NAL

Los dos departamen­tos y la antigua región se funden en una sola institució­n

LOS FAVORITOS Autonomist­as e independen­tistas se presentan juntos desde la primera vuelta

han producido desde entonces en Córcega, donde en las elecciones territoria­les del 2015 los corsos votaron masivament­e natío, como abrevian nacionalis­mo. Hoy el hijo del prefecto Jean Colonna, ejemplo de servidor del Estado, Romain Colonna, de 35 años, profesor universita­rio de sociolingü­ística (maestru di cunfärenze , se presenta), cantor de polifonías, reivindica nación y lengua. Y es candidato por Femu a Corsica.

El libro en el que reclama la cooficiali­dad de corso y francés en la isla, “enterament­e escrito en corso” subraya Le Monde, es el resultado de un paso voluntario entre “una lengua que tenía en el oído, porque mi padre lo hablaba con su madre, y que luego estudié para mi diploma de lengua y cultura corsas”. El vespertino cuenta que Jean Colonna, crecido en un villorrio, “hablaba corso mejor que su hijo y hasta los doce años soslayó la escuela, único espacio en el que se hablaba francés”.

Ambos Colonna –uno de los apellidos más comunes en la isla– no tienen parentesco con Yvan Colonna, el activista nacionalis­ta condenado por el asesinato del prefecto Claude Erignac en 1998.

“La obsesión de Romain –dice Le Monde–son los daños p si col inguís tic os sufridos, según él, por los corsos, bajo dominación cultural hasta la década de 1970, sometidos al autoodi, un concepto catalán que significa detestació­n de uno mismo y que hace que menospreci­en inconscien­te mente su idioma, como enseña a sus estudiante­s”. Un idioma que de acuer-

do con Acquaviva es “junto con el rumano lo más próximo al latín, mucho más que el francés. Y la expresión de un viejo pueblo mediterrán­eo”. Como esa bastelle que no puede ocultar su parentesco estrecho con la pastilla magrebí, servida en Orto, Ortu para los locales, uno de los platos del día de difuntos en ese Finisterre isleño.

Allí el joven Colonna es una personalid­ad y se le augura una banca de diputado. Si la escuela de la República era el espacio del francés –y los maestros castigaban con un golpe de regla en las uñas a quien se expresaba en patois– la universida­d de la isla es, de acuerdo con Romain, “ese lugar en el que, hoy, la cultura corsa es legítima”. También lo es en París, y a causa de la lengua, para los diputados bretones, antillanos e incluso de la Francia Insumisa, de Jean-Luc Mélenchon.

Otra legitimida­d es la del candidato del Frente Nacional a las elecciones corsas, extrema derecha, quien exige reconocer que “Córcega es el país de Dios y de la Virgen María”, manera pía de rechazar la presencia musulmana, fruto de choques permanente­s por otra parte. En el verano del 2016 un enfrentami­ento en una playa del norte de la isla se saldó con cinco heridos, manifestac­iones y coches quemados.

El 7 de abril pasado el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo desear “la emancipaci­ón corsa” y estar “abierto al diálogo”. Meras palabras, según Acquaviva: “Seis meses después de aquel discurso, pronunciad­o en Furiani, y a pesar de que el ministro del Interior, Gérard Collomb, también dijo aceptar la posibilida­d de una autonomía en la República, no hay un marco preciso para un diálogo franco, mientras que, por ejemplo, ya lo hay para Nueva Caledonia”, donde a lo largo del año que viene ha de celebrarse un referéndum sobre la independen­cia.

La realidad actual corsa se sitúa a distancia sideral de la más moderada de las comunidade­s autónomas españolas, lo que no impide que los adversario­s de las tesis autonomist­a e independen­tista enarbolen el espectro de “una crisis a la catalana”, discurso recurrente desde septiembre pasado. A situar en el contexto del último país centraliza­do de Europa y donde todo, desde las comunicaci­ones hasta los programas de enseñanza, pasa por París. Así se impuso esa imagen de unos niños canacos, por ejemplo, que repiten en la escuela “nuestros antecesore­s, los galos”.

France is different y para comprender­la hay que empezar por digerir su realidad divina de tres entidades en una. La Francia oficial contiene, en efecto, en primer lugar a la llamada metrópolis, con centro en París. En segundo lugar, las provincias, que en la radio nacional de informació­n continua France Info gozan de un espacio con musiquilla propia que resume las noticias pintoresca­s de la dulce Francia. En fin, único imperio europeo que transformó algunas de sus antiguas colonias en provincias ultramarin­as, Francia mantiene territorio­s que le permiten gozar del segundo dominio marítimo mundial, detrás del de Estados Unidos.

PALABRAS

Macron habló de la “emancipaci­ón corsa” pero no hay ningún marco de diálogo

 ?? OLIVIER SANCHEZ / EFE ?? Seguidores nacionalis­tas coros, en un mitin ondeando banderas de Córcega con la tradiciona­l cabeza de moro
OLIVIER SANCHEZ / EFE Seguidores nacionalis­tas coros, en un mitin ondeando banderas de Córcega con la tradiciona­l cabeza de moro
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