La ultraderecha alemana busca cómo consolidarse ante el bajón de Merkel
Miles de manifestantes protestan en Hannover contra el congreso de la AfD
El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que en las elecciones generales del pasado 24 de septiembre obtuvo el 12,6% de votos y logró así por primera vez representación parlamentaria a nivel federal, busca ahora capitalizar ese éxito y consolidarse, aprovechando la debilidad de la canciller democristiana en funciones, Angela Merkel, en plena brega por forjar una coalición de Gobierno.
Con ese objetivo principal, la AfD abrió ayer su congreso federal en Hannover, que clausurará hoy, y que como suele ocurrir con todas sus reuniones, estuvo envuelto en manifestaciones de protesta de sus detractores, centradas en criticar la dura retórica nacionalista y antiinmigración que esgrime el partido. “Queremos recuperar nuestra patria”, decía el vídeo que se proyectó en la apertura del congreso.
Como primera tarea, los ultraderechistas eligieron a su cúpula dirigente para los próximos dos años, hasta ahora bicéfala, pero que quedó coja tras la marcha, al día siguiente de las elecciones, de la copresidenta y rostro más visible, Frauke Petry, quien se quejaba de que el partido incidía en una deriva demasiado ultranacionalista y reaccionaria. (La AfD, convertida en tercera fuerza parlamentaria, logró 94 escaños en el Bundestag, pero al final tiene 92, pues Petry y otro diputado no se integraron en su grupo parlamentario. Petry ha fundado con su marido y correligionario otro partido derechista, Los Azules).
El hasta ahora copresidente, Jörg Meuthen, de 56 años, un economista enemigo del euro, usualmente etiquetado como derechista neoliberal, fue reelegido tras un discurso de apertura en el que afirmó que la AfD es el único partido de Alemania que defiende “políticas patrióticas”. Para la copresidencia vacante fue elegido Alexander Gauland, de 76 años, cojefe del grupo parlamentario de la AfD en el Bundestag, y representante del ala más dura dentro del partido.
Alternativa para Alemania busca ahora reivindicarse como principal oposición a Merkel, a la que consideran culpable de una situación que, a la postre, es la que ellos mismos han explotado para pescar votos en las urnas: la llegada a este país de 1,3 millones de refugiados desde el 2015 debido a la aperturista política de asilo de la canciller democristiana.
La AfD, fundada a inicios del 2013 como formación nacionalista aglutinante del voto euroescéptico, viró su discurso hacia la xenofobia cabalgando sobre la crisis migratoria y atrajo así a votantes conservadores disgustados. En la actualidad, ocupa escaños en 14 de los 16 parlamentos regionales. Según los sondeos, en los comicios de septiembre arrebató así un millón de votos a la CDU, el partido de Merkel, y a su
Una copresidencia del partido, vacante tras la marcha de Frauke Petry, ha ido al ‘duro’ Alexander Gauland
socio socialcristiano bávaro, la CSU. El copresidente Jörg Meuthen se regocijó ante los intentos negociadores de Merkel –el primero con los liberales y los verdes, que fracasó, y el de ahora con los socialdemócratas, que se le resisten–, porque considera que favorecen a la AfD. “Nos traen más partidarios”, concluyó.
Fuera del congreso, se mascaba el rechazo. Ayer en Hannover desfilaron contra la AfD manifestantes en sendas convocatorias: unos 5.000 a mediodía, y otros 6.000 por la tarde, según cifras policiales. Por la mañana hubo disturbios, en los que dos agentes resultaron heridos, y un manifestante se rompió una pierna cuando se encadenaba a un pilón y fue apartado por la policía.
Las fuerzas de seguridad calculan que, en estos dos días, en la capital de Baja Sajonia se habrán congregado contra la ultraderecha 8.500 manifestantes. Precisamente por eso, el congreso empezó ayer con retraso, pues algunos de los 600 delegados no lograban acceder al recinto ferial donde se celebraba. La policía usó cañones de agua para dispersar a jóvenes que les bloqueaban la entrada.