“Los avances juegan un papel mesiánico y generan una ilusión colectiva”
Francesc Torralba explica que las personas no toleramos la finitud, la vulnerabilidad, el sufrimiento o el deterioro humano y buscamos un bálsamo que calme esa angustia. En las religiones y tradiciones espirituales clásicas, este bálsamo se otorga a un Dios que promete curación, salvación y vida eterna. Y hoy, en un contexto de muerte cultural del Dios tradicional, ese papel mesiánico, redentor, ese poder omnipotente lo ejerce la tecnología, motivo por el que surgen estas religiones tecnocéntricas. “Cuando uno observa que con la medicina regenerativa se pueden vencer enfermedades, que la longevidad puede alargarse décadas, que los implantes de chips y los psicofármacos pueden paliar carencias o mejorar nuestras capacidades, se genera esperanza, una ilusión colectiva y una fe que suma adeptos a esta religión tecnocrática, sobre todo en las generaciones a las que el antiguo Dios les parece muy lejano y no esperan que la salvación llegue de algo sobrenatural sino de lo concreto, de la ciencia”, añade. Y enfatiza que estos avances crean un nuevo relato, una ilusión colectiva de poder superar la condición de mortal que arraiga muy bien en un contexto desencantado y crítico con las utopías previas que prometían un mundo más feliz. Por otra parte, Torralba recuerda que esta nueva fe utópica está impulsada por científicos de renombre internacional y apoyada por grandes corporaciones, lo que facilita su irradiación y que la idea de la tecnología como divinidad laica redentora sume seguidores atraídos por “el paraíso en la tierra”.