La Vanguardia

El palacio de Kensington acoge a su nueva inquilina: Meghan Markle

Los hijos de Lady Di han convertido su hogar infantil en foco de atención internacio­nal

- MARINO RODRÍGUEZ Barcelona

Con la trágica muerte de la princesa Diana en 1997 y la de la princesa Margarita, única hermana de Isabel II, en el 2002, el palacio de Kensington –ubicado en el parque londinense del mismo nombre, al otro extremo del famoso Hyde Park– quedó bastante oscurecido como centro de atención mediática, un interés que ha ido recuperand­o con creces gracias al regreso a su hogar infantil de los dos hijos de Lady Di, los príncipes Guillermo y Enrique. Y es que ambos, junto con su esposa y sus hijos el primero y junto con su prometida el segundo, son sin duda los royals británicos que más atractivo tienen y que más simpatía despiertan a nivel internacio­nal (y quizá en el propio Reino Unido), por delante de su abuela la reina y de su padre Carlos, el príncipe heredero.

Meghan Markle, la futura esposa de Enrique, con el que se casará en mayo en Windsor, será sin duda una dura competenci­a en cuanto a la atención de los medios para la duquesa Catalina. Su atractivo físico y el hecho de ser una actriz de cierta popularida­d gracias a su destacada participac­ión en la serie Suites así lo hacen suponer.

Cabe suponer también que eso no será óbice para que Catalina y Meghan se hagan buenas amigas. Entre otras cosas porque sus parejas son dos hermanos muy unidos –el shock de perder a su madre de adolescent­es sin duda contribuyó a ello– y porque van a ser vecinas.

En efecto, Meghan Markle vive ya junto al príncipe Enrique en el cottage (casita) que él estaba habitando ya en solitario. Nottingham Cottage forma parte del complejo de Kensington pero en realidad es una pequeña vivienda aislada situada junto al gran palacio en sí. Tiene unos 125 metros cuadrados –con dos dormitorio­s, salón, comedor y cocina– y un pequeño jardín.

Ubicado frente al ala del palacio en el que vivieron Carlos, Diana y sus hijos mientras duró el matrimonio, y luego ella sola tras la separación, el cottage estuvo habitado primero por el secretario personal del príncipe heredero y luego por la hermana de la princesa, lady Jane Fellowes y su esposo.

Fue también el primer lugar donde vivieron Guillermo y Catalina tras su boda. Él quiso alejarse de la residencia de su padre –Clarence House, donde sigue viviendo con su segunda esposa, Camila Parker– y luego le siguió su hermano.

Guillermo y Catalina se trasladaro­n al gran ala del palacio donde habitó hasta su muerte la princesa Margarita en el 2013, tras el nacimiento de su primogénit­o. Eso sí, tras una reforma que le costó a los contribuye­ntes 4,5 millones de libras (5,1 millones euros). Sus cuatro pisos de altura incluyen una veintena de habitacion­es –nueve para el servicio–, dos grandes salones, dos cocinas, varios baños, un gimnasio,

una lavandería... Es previsible que si Enrique y Meghan tienen hijos –a lo que se prevé se lanzarán en breve, pues ella tiene 36 años– pasarán a ocupar una zona más grande de Kensington y rejuvenece­rán aún más el palacio. A ello ha contribuid­o también el reciente traslado a otro cottage del complejo que linda con el de ellos de otra nieta de la reina, la princesa Eugenia, la hija menor del príncipe Andrés, que tiene 27 años.

En Kensington viven también otros seis royals, estos sí muy veteranos habitantes del palacio. Se trata de los tres primos varones de Isabel II, nietos como ella del rey Jorge V, y que la representa­n en algunos actos –el duque de Gloucester (73), el duque de Kent (82) y su hermano el príncipe Michael de Kent (75)– y sus respectiva­s esposas.

Ciertas zonas del palacio están divididas en apartament­os más pequeños que ocupan destacados empleados reales y algunos altos mandos del ejército, que pagan por ello una pequeña parte de su salario. Incluso algunos se alquilan a quienes puedan pagar los altos precios de mercado en consonanci­a con tan noble lugar, aunque sólo si pasan la rigurosa investigac­ión que asegura que son “adecuados” para habitar en él.

Pero Kensington no es sólo un palacio residencia­l sino también un monumento visitable. La parte abierta al público es la más noble, la de las llamadas “estancias de Estado”, y hay también varias salas de exposicion­es, donde triunfa ahora

Diana, una historia de moda, con decenas de vestidos que usó la princesa, que vivió en Kensington 15 años, desde su matrimonio con Carlos y hasta su muerte, aunque, a diferencia de sus hijos, no lo apreciaba demasiado, ya que llegó a decir que para ella fue “más una cárcel que un hogar”. El mito de Lady Di se perpetuará aún más en Kensington, su palacio, con la próxima ubicación en sus jardines, también visitables, de una estatua de la princesa encargada por sus hijos con motivo de los 20 años de su muerte.

Las estancias estatales y los jardines del palacio de Kensington de hecho ya comenzaron a abrirse al público hace más de un siglo, en 1899, por deseo de la reina Victoria, que nació en él, aunque tampoco lo apreciaba demasiado, pues a su llegada al trono, en 1837, decidió abandonarl­o y convertir al palacio de Buckingham en la residencia oficial de la monarquía británica.

Kensington fue originalme­nte una gran casa de campo construida en 1605. La compró y lo mandó convertir en palacio, en 1689, el rey Guillermo III, que sufría de asma y buscaba un aire más limpio que el del centro de Londres, y se convirtió en la residencia preferida de los monarcas ingleses hasta la muerte del rey Jorge II en 1760.

El complejo será aún más mediático con la llegada de Meghan Markle, que vivirá con Enrique en su ‘casita’

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