La Vanguardia

Citas ineludible­s en el país del frío

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ESTATUA DEL ZAR ALEJANDRO II

HELSINKI

En la plaza del Senado, en pleno centro de Helsinki, se erige la estatua de Alejandro II, el zar que gobernó el imperio ruso entre 1855 y 1881. Todavía hoy, los fineses siguen reconocien­do su papel en el nacimiento de su nación. Fue él quien permitió el restableci­miento de la Dieta, el cuerpo legislativ­o de Finlandia, además de otras reformas que ampliaron todavía más la autonomía del territorio y prepararon el camino hacia la independen­cia. Hoy, el monumento en su honor, justo delante de la catedral, sigue siendo uno de los principale­s atractivos de la capital.

ISLAS ÅLAND

Situado en el extremo surocciden­tal, este archipiéla­go de más de 6.500 islas es un vestigio de los casi seis siglos en los que Finlandia perteneció al Reino de Suecia. Hoy es una provincia autónoma, con su propio sistema de impuestos, su propia bandera, sellos postales y una única lengua oficial: el sueco. Poblada por unas 30.000 personas, la mayoría de sus habitantes son suecoparla­ntes. Descendien­tes de la élite sueca que antaño dominaba el país, esta comunidad es minoritari­a y abarca sólo el 5 por ciento de la población total. Además de en Åland, se concentran en la costa oeste del país y en Helsinki.

TURKU

Turku, en finés, o Åbo, en sueco, es la ciudad más antigua de Finlandia. Fue fundada en el siglo XIII, cuando el obispado, que por aquél entonces todavía era católico, fue trasladado a esta localidad. Durante el reinado de Suecia, que abarca desde el siglo XIII hasta 1809, fue la capital y el centro de la vida política, eclesiásti­ca y cultural. El obispo de esta ciudad Mikael Agricola, fue, en 1554, el primero en utilizar el finés como lengua escrita para traducir la Biblia a su lengua nativa. En aquella época, Finlandia ya había adoptado la reforma luterana. Entre sus joyas, destaca su gran castillo medieval.

LA REGIÓN DE LOS LAGOS

Finlandia es un país que no se comprende sin su naturaleza. Forma parte de su identidad. Blancos paisajes, bosques interminab­les, miles de islas y lagos definen a este país. Uno de los mejores destinos para hacerse una idea es la región de los lagos, una extensión enorme de árboles y colinas que se intercalan con las límpidas aguas. El gran Sibelius, uno de los símbolos de la nación, se inspiró en la paz y quietud de estos parajes para componer algunas de sus obras maestras, como su famoso poema sinfónico Finlandia o la suite Karelia.

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