Trump ataca al FBI al verse acosado por el Rusiagate
Un abogado se atribuye un tuit presidencial ante la sospecha de obstrucción a la justicia
El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha intentado desacreditar las crecientes sospechas de su implicación en el Rusiagate que investiga un fiscal especial, desatando su ira contra el FBI. También tuvo ayer que echar mano de su abogado para negar la autoría de un tuit.
Este es un asunto recurrente desde la campaña electoral del 2016, que no ha cesado en los últimos meses. Incluso ha ido a peor.
¿Se halla el presidente Donald Trump en su sano juicio?
Ayer, con un ataque frontal al FBI –“su reputación está hecha jirones”– en respuesta a cómo el Rusiagate trepa por las enredaderas de la Casa Blanca, Trump cerró una semana de locura.
A modo de inventario. Empezó el lunes ridiculizando a los nativos americanos, en un acto de homenaje a veteranos navajos, al utilizar el nombre de Pocahontas para atacar a la senadora Warren.
Confesó a varios asesores que se plantea volver a la gran mentira de que Obama es africano, porque así lo califica de usurpador, algo que satisface a los supremacistas.
También ha empezado a difundir en sus círculos que no es su voz la del audio en el que proclama que él puede coger a “cualquier mujer por sus genitales”, llevándose la contraria a si mismo y a los otros implicados.
Insinuó que Joe Scarborough, excongresista republicano y hoy estrella en la cadena MSNBC, podría estar implicado en un caso criminal que no existió.
Y provocó un conflicto con el Reino Unido a costa de difundir y amplificar tres espúreos vídeos islamófobos que había colgado en las redes sociales el partido fascista Britain First.
“Estamos siendo testigos de su habitual estado de inestabilidad, esto es, un patrón de descompensación: una creciente pérdida de contacto con la realidad, evidentes signos de volatilidad y comportamiento imprevisible y una atracción hacia la violencia como medio para afrontar la situación. Estas características ponen a nuestro país y al mundo al borde de en un riesgo extremo”.
Es lo que escribió, en una carta la The New York Times, la doctora Bandy X. Lee, psiquiatra e integrante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, en representación de muchos más especialistas en salud mental.
Su misiva se publicó en medio de estas jornadas que van de noviembre a diciembre, a las que el presidente les puso el broche este domingo desde su tuit, en su continua huida hacia adelante.
Visto el cerco a su núcleo interno, optó por arremeter contra el FBI, que se encarga de las pesquisas comandadas por el fiscal especial Robert Mueller ante la posible confabulación entre la campaña de Trump y el Kremlin.
Michael Flynn, efímero consejero de seguridad nacional, se declaró el viernes culpable de menen tir al FBI y de aceptar cooperar. La documentación demuestra que Flynn no era un meteorito independiente, sino que formaba parte de un engranaje en el que emergen otros implicados, como Jared Kuhsner, el yerno, y que podría ir todavía más arriba.
Si se trata de una caza de brujas, como Trump reitera, el propio presidente no hace más que alentar la idea de que hay algo oculto. Para su arrebato contra el FBI –y el Departamento de Justicia del que depende–se agarró a una información adelantada por los dos máximos representantes la prensa de lo que denomina “noticias falsas”. El Times yel The Washingon Post avanzaron que Mueller apartó de la investigación el pasado verano al agente Peter Strzok. Descubrieron que envió mensajes con expresiones políticas anti Trump. Strzok, uno de los funcionarios más experimentados, tuvo un papel relevante en las pesquisas sobre Clinton.
“Un agente anti Trump lideró la prueba de Clinton. Todo empieza a tener sentido”, indicó en uno de los mensajes. “Contami-
Un abogado se atribuye un tuit del presidente para tratar de que no sea prueba de obstrucción a la justicia
nado (no, muy deshonesto), el agente del FBI en el caso Clinton se encuentra bajo escrutinio”, señaló en otro. “Tras años de Comey, con la falsa y deshonesta investigación de Clinton, el FBI está más mal que nunca. No temáis, le volveremos a dar grandeza”, remarcó en un tercero. James Comey era el director de la agencia cuando Trump –según declaró Comey bajo juramento– le pidió que archivara las pesquisas sobre Flynn. No le hizo caso y el presidente lo despidió.
Lamentó, además, que se ha arruinado la vida de Flynn, mientras que nada sucede con “la corrupta” Hillary Clinton.
Siguiendo el hilo de sus mensajes, Trump y sus abogados tuvieron ayer que tratar de enmendar el error que el presidente cometió en su tuit el día anterior. Después de la declaración de culpa de Flynn, su red social mantuvo el silencio por consejo de sus asesores legales. Pero el sábado, una vez que de madrugada los senadores republicanos sacaron adelante su versión de la reforma fiscal, lo que hace que el presidente acaricie su primera victoria, Trump entró en fase de euforia y se dejó llevar por su incontinencia emocional. “Despedí al general Flynn porque mintió al vicepresidente y al FBI”, afirmó.
La novedad es que parecía saber del engaño al FBI cuando invitó a Comey a cerrar el asunto.
De inmediato, los expertos sostuvieron que, de ser así, ahí había materia para acusar al presidente de obstrucción a la justicia. “Nunca le pedí a Comey que parara la investigación a Flynn, Sólo otra noticia falsa, otra mentira de Comey”, proclamó.
A su vez, y en una maniobra defensiva, uno de sus abogados, John Dowd, se atribuyó la autoría del tuit. Le pasó el borrador con el dato equivocado de que sabía que Flynn había mentido a los investigadores.
El congresista demócrata Ted Lieu hizo memoria ante las cámaras. “El primer motivo por el que el presidente Nixon dimitió en el Watergate –sostuvo–fue por obstrucción a la justicia”.