Los nacionalistas corsos arrasan en la primera vuelta de los comicios
La derecha baraja unirse al presidente para hacer frente al nuevo reto autonomista
Un tsunami nacionalista: Pé a Corsica (Por Córcega), unión entre Femu a Corsica (Hagamos Córcega), con Gilles Simeoni al frente, y Corsica Libera (Córcega Libre), de Jean-Guy Talamoni, arrasó, con un 45,4% de votos, en la primera ronda de las elecciones por un gobierno unificado de la isla, su cuarto cambio de estatuto desde 1982.
Sus rivales directos no dieron la talla. Un 11,3% de votos para la emanación del partido mayoritario del presidente Macron, y un 15% y 12,8%, respectivamente, para las dos listas de la derecha. ¿Se unirán las tres en la confrontación del 10 de diciembre?
La abstención fue el otro protagonista de la jornada. A las cinco de la tarde, a una hora del cierre de las 538 oficinas de voto, el ministerio del interior anunciaba un 45,75% de participación, seis puntos por debajo de la registrada en las elecciones de diciembre del 2015. También es verdad que a esa hora todavía 2.900 hogares corsos carecían de electricidad. Peor aún, el norte y el centro de la isla intentaban despejar las rutas, incomunicadas por la nieve.
Según los observadores, La République en Marche, el movimiento de Macron, erró al aliarse con Paul Giacobbi, desplazado de la Colectividad Territorial por los “nativos”, como se autodenominan los nacionalistas. Y por casos de supuesta corrupción. Para la posible unión con las dos listas de derecha su bandera es la del miedo “a una deriva hacia la independencia si el dúo Talamoni-Simeoni toma el poder de la futura Colectividad Territorial Única (CTU)”.
Talamoni repite que su acuerdo con Simeoni no contempla la independencia. “Sabemos muy bien que, hoy, los corsos no votarían la independencia. Antes es necesario un auténtico desarrollo económico. Como el de Cataluña”. La mención a Cataluña es constante desde que se convirtió en noticia cotidiana en Francia. La visión del desgajamiento posible de una región vecina “suscitó interrogantes entre los propios seguidores de las listas de Simeoni y Talamoni”, conjeturaba Le Parisien ayer.
Simeoni predica “la transferencia de ciertas competencias centralizadas en París, sin rozar los poderes de un Estado. Necesitamos recuperar una parte de la fiscalidad, por ejemplo, para adaptar mejor el uso de los impuestos a las necesidades específicas de nuestra isla, la única de Europa por otra parte que carece de autonomía”. Para Simeoni “se trata de abandonar una lógica de subvenciones para administrarnos,
Autonomistas e independentistas logran el 45,4% de los votos, frente al 11,3% del partido de Macron
nosotros mismos, en una lógica de responsabilidad”.
El jueves, los diputados nacionalistas (tres de los cuatro que la isla envió a París en las elecciones de junio) lograron hacer votar una tasa ecológica que gravaría las caravanas de turistas en Córcega. JeanFélix Acquaviva, uno de esos tres diputados, cree que “cuando contemos con una competencia legislativa podremos prescindir de París para ese tipo de decisiones”.
Anoche, Simeoni denunció el posible agrupamiento de derechas y macronistas como un pacto “suscitado por Paris”. También Talamoni lo descalifica. “Esos tres no están de acuerdo en nada; si se unen para rascar votos disparan al pie: los corsos detectarán la impostura”.
Valérie Bozzi, al frente de la lista sostenida por Los Republicanos, una de las dos de derechas, cree por el contrario que “en nombre de los intereses de la región podemos entendernos. Y el líder de la otra lista, Jean-Martin Mondoloni (regionalista sin etiqueta) también ve posible ese acuerdo “sobre la idea de que el porvenir de Córcega está dentro y no fuera de Francia”.
El ex socialista Jean-Charles Orsucci, ahora en la lista de La République en Marche, justifica la unión de “quienes creemos que la autonomía es el punto final de la evolución institucional. Por el contrario, para Simeoni o Talamoni no sería más que un punto de partida”.