La Vanguardia

El paquete bomba de Potsdam era para chantajear a la empresa DHL

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

El objetivo no era el mercado navideño de Potsdam, ni la farmacia cercana que recibió el paquete sospechoso. La lata con clavos, cables y pólvora de petardos que condujo a la evacuación el viernes del mercado en dicha ciudad alemana “no era un acto terrorista, sino delincuenc­ia común”, dijo ayer Heinrich Juncker, fiscal encargado de la investigac­ión, en una rueda de prensa en Potsdam. Tras el envío hay un intento de chantaje millonario al servicio de paquetería DHL, según las primeras investigac­iones.

Los expertos concluyero­n, además, que si bien la lata no contenía detonador, podía haber explotado igualmente. Según dijo en la misma comparecen­cia Karl-Heinz Schröter, responsabl­e de Interior del land de Brandembur­go –del que Potsdam es capital–, el autor o autores del envío asumían la posibilida­d de que los destinatar­ios resultaran heridos o incluso murieran. El farmacéuti­co que abrió el paquete oyó “un silbido”, y al ver cables asomando, lo sacó a la calle, y llamó a la policía. Ha habido además otro caso: el pasado el 6 de noviembre en Frankfurt del Oder, ciudad de ese mismo land, una empresa de venta por internet recibió un paquete similar.

Los investigad­ores llegaron a estas conclusion­es porque en la lata de Potsdam, que el viernes fue detonada de modo controlado por la policía, hallaron fragmentos minúsculos de un papel con un código QR, que una vez reconstrui­do y escaneado reveló el chantaje. “Tenemos un escrito de extorsión en el que los autores exigen una suma para abstenerse de enviar en un futuro paquetes similares”, explicó el fiscal Junker. El o los chantajist­as reclamaban en esa carta dirigida a DHL “una suma de varios millones de euros” con la amenaza de enviar paquetes bomba parecidos en el periodo navideño. La empresa DHL prefirió no hacer declaracio­nes de momento, según dijo un portavoz.

Los investigad­ores parten de la base de que los autores viven en la zona de Brandembur­go, land que circunda Berlín, o en la capital alemana. Ayer llamaron a no abrir paquetes de aspecto sospechoso, pues no descartan que los chantajist­as hayan hecho más envíos a pequeñas empresas o comercios de la región.

Lo que no está claro es por qué los perpetrado­res metieron la carta de extorsión dentro del paquete de Potsdam, sabiendo que podía quedar destruida si estallaba. La policía lo atribuyó a “una cierta irracional­idad del agresor”. El paquete de Frankfurt del Oder –que en vez de clavos contenía bolas de metal– ardió cuando fue abierto, por lo que no quedó resto alguno de un posible código QR que pudiera contener el mensaje de extorsión.

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