Irlanda insiste en la unidad de la isla
Theresa May y JeanClaude Juncker tendrán un almuerzo complicado hoy en Londres. Sobre la mesa estarán los tres asuntos que lastran las negociaciones del Brexit: la factura del divorcio, los derechos de los ciudadanos comunitarios en el Reino Unido y la frontera entre la república de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte. El viceprimer ministro irlandés, Simon Coveney, recordó ayer que Dublín se opondrá a que se restablezca la frontera entre las dos Irlandas, tanto para personas como para mercancías. Esto implica que Irlanda del Norte debería seguir dentro de la unión aduanera y del mercado único, una cuadratura difícil de conseguir si el resto del Reino Unido se quedan fuera. El Partido Unionista Democrático, una fuerza conservadora norilandesa, que apoya al gobierno minoritario de May, tampoco quiere fronteras con Irlanda. Las negociaciones son tan complejas y hay tanto en juego que hasta el primer ministro británico Tony Blair afirmó ayer en la BBC que los acuerdos de Viernes Santo, los que pusieron punto y final a la lucha armada en el Ulster, están amenazados. Es precisamente la movilidad sin barreras entre las dos Irlandas la que ha cimentado la paz.