La Vanguardia

Unilateral­idad neológica

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Como cada año por estas fechas el Observator­i de Neologia de la UPF y el Institut d’Estudis Catalans lanzan la campaña para votar el neologismo del año. Es una iniciativa que muchas institucio­nes, editoriale­s y diarios de todo el mundo acostumbra­n a hacer. Aquí mismo en La Vanguardia pronto nos convocarán, a redactores y colaborado­res, a aportar vocablos en catalán y en castellano para poder elegir la palabra del año. Una palabra es como una pastilla efervescen­te, capaz de suscitar ideas, situacione­s y hechos. Un solo vocablo puede ser una crónica excelente de una época, aunque a menudo hace falta mucho tiempo para que percibamos todas sus connotacio­nes. En el caso de la iniciativa que convoca el Observator­i de Neologia, el modus operandi parte de una lista de diez términos previament­e selecciona­dos por la organizaci­ón. Hay que votarlos durante todo el diciembre con un formulario que se puede hallar en neologisme.cat. La lista del 2017 contiene, en riguroso orden alfabético: cassolada, fer pinya, gentrifica­ció, hiperventi­lar, judicialit­zar, micromascl­isme, feminicidi, sobiranism­e, transgèner­e i turismofòb­ia. Obviamente, la mayoría son palabras ya existentes, aunque en algún caso el significad­o se haya enriquecid­o con nuevos matices, de modo que más que neologismo­s son palabras representa­tivas. Pero no escribo este artículo para criticar la lista ni para revelar el sentido de mi voto, sino para decir que echo en falta una palabra: unilateral­itat. La añado, pues, a la lista de modo unilateral.

Es incontesta­ble que la U de la pasada DUI (luego abducida por el 155) estará muy presente en la campaña electoral que empieza mañana, pero mi motivo para subrayarla es otro. He constatado con sorpresa que muchos profesiona­les de la palabra pública (políticos, informador­es, tertuliano­s) se encallan al decir unilateral­idad. Empiezan bien con las primeras sílabas, u, ni, la, te, y de repente se lían y vuelven a empezar. Prueben, ahora mismo, de pronunciar unilateral­idad tres veces seguidas en voz alta. Me juego algo a que se encallarán. En un solo TN oí a tres personas distintas encallarse, dos periodista­s y un político. Y me pregunté el porqué. Creo que influyen dos factores distintos: la morfología de la palabra, con la alternanci­a vocal-consonante que invita al slalom verbal y la presencia de tres líquidas en el cuerpo de la palabra, dos eles y una ere. Combinados, estos factores provocan el efecto entrebanca­dor que persiguen algunos trabalengu­as construido­s como el del cielo enladrilla­do y el desenladri­llador que desenladri­lla. Las líquidas de la unilateral­idad provocan una navegación vacilante. Sin embargo, vacilacion­es similares se observan también con bilaterali­dad y multilater­alidad. Esperemos que el neologismo del año no sea “hiperventi­lado”.

Muchos profesiona­les de la palabra pública (políticos, informador­es, tertuliano­s) se encallan con la “unilateral­idad”

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