La Vanguardia

El declive del pediatra de cabecera

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LA pediatría se dirige a una encrucijad­a: cada vez hay menos especialis­tas en los centros de asistencia primaria, donde se trata de una especialid­ad muy valorada por los ciudadanos. Casi la mitad de los profesiona­les en Catalunya de esta especialid­ad médica tienen más de 55 años y en algunas zonas entre el 30% y el 40% de los niños son atendidos en dichos centros por médicos generalist­as, con la consiguien­te inquietud de los padres, muy sensibles al temor de que sus hijos, a veces de meses, puedan necesitar una atención acorde con las especifici­dades.

Ciertament­e, la figura tradiciona­l del pediatra –uno de los médicos de familia más queridos– aporta confianza y tranquilid­ad, lo que no equivale a decir que en el panorama actual los niños catalanes estén mal atendidos. Gran parte del problema es una cuestión de percepcion­es: los padres exigen pediatras y la sanidad pública se inclina por un modelo que potencia los equipos y la asistencia relevante en centros hospitalar­ios mientras que las consultas ordinarias pueden ser atendidas por médicos generales en los CAP.

¿Estamos ante un derecho ciudadano innegociab­le (pediatras en la asistencia primaria) o en un punto abierto a reformas a fin de que el pediatra pueda desarrolla­r su carrera de una manera más ambiciosa para él y rentable para la sociedad? Faltan pediatras en Catalunya porque se convocan pocas plazas en los MIR (62 cada año, por debajo del ritmo de jubilacion­es) pero también porque los recién licenciado­s son muy reacios a ejercer la pediatría en los CAP, donde se quejan de atender la mayor parte del horario a niños con resfriados y otras minucias. Cuantos menos especialis­tas hay, más trabajo se acumula a quienes ejercen y menores son las posibilida­des –a diferencia de la pediatría en hospitales– de ampliar conocimien­tos, investigar o ganar en formación a fin de, por ejemplo, especializ­arse en ramas con demanda como la realidad trans o la oncología pediátrica. El informe del Síndic de Greuges sobre infancia, publicado la pasada semana, se decanta de entrada por el derecho prioritari­o de los niños, por lo que insta a la Administra­ción a cubrir las numerosas plazas vacantes en los CAP.

El panorama sobre el futuro de la figura médica del pediatra no es particular de Catalunya y tiene similares disyuntiva­s en toda Europa. Las próximas elecciones del 21-D deberían tener la virtud de que el Departamen­t de Salut vuelva a centrarse –empezando por el futuro conseller o consellera– en estudiar y consensuar salidas a estas y otras cuestiones decisivas para el mantenimie­nto del Estado de bienestar.

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