La Vanguardia

Me quedé sin pediatra

La falta de especialis­tas llega al 40% de niños en algunas zonas, donde les suplen médicos de familia

- ANA MACPHERSON Faltan 300 en Catalunya Cuatro mocos “No me veo”

Esperar tres semanas para la revisión del recién nacido? “De repente, nuestra magnífica atención pediátrica en el CAP de la Vila Olímpica se había esfumado. No había pediatra para todos”, explica Àngels Castillo, usuaria de este servicio sanitario público.

Problemas de titulacion­es y otras circunstan­cias organizati­vas parecían haberse conjurado para que en este CAP pasaran de cuatro pediatras (dos de mañana y dos de tarde) a tres; luego dos, luego ninguna, por enfermedad. Se procuró algún refuerzo y los médicos de familia atendieron las urgencias, pero no se podía programar ninguna visita. Muy diferente a lo que tenían. “Te llamaban por la noche ante cualquier problema delicado, teníamos su teléfono o su correo. Las pediatras eran nuestros referentes con los hijos”, explica Eva Tel, otra de las madres afectadas.

El asunto dejó de ser un problema personal, íntimo. Usuarias de esa atención pediátrica que no se conocían de nada empezaron a organizars­e para poner el grito en el cielo. “En tres semanas hemos hecho un máster en ratios, especialid­ades, titulacion­es y nos hemos organizado para reclamar. De momento, parece que hemos conseguido la solución. Se han convocado plazas y habrá pediatras de nuevo”. Desde el Pamem, la organizaci­ón municipal que gestiona este CAP, aseguran que nunca han estado sin pediatra, que lo iban solucionan­do con refuerzos de otros centros, pero reconocen que les cuesta encontrar especialis­tas para primaria. Incluso en una buena zona de Barcelona.

¿Por qué no se encuentran profesiona­les que se ocupen de los pequeñitos, de sus vacunas, su crecimient­o, su obesidad, sus infeccione­s, sus problemas de aprendizaj­e y todas aquellas enfermedad­es de mayor calado que se detectan en la primaria? “Faltan 300 pediatras en Catalunya, en algunas zonas entre el 30% y el 40% de los niños están siendo atendidos por médicos no pediatras”, explica el presidente de la Societat Catalana de Pediatria, Valentí Pineda.

El problema se arrastra desde hace años. Hace diez se definió un plan a largo plazo en el departamen­t de Salut para afrontar el problema, pero no se ha desarrolla­do y se ha empeorado. Este año se emprendió una estrategia de asistencia primaria y comunitari­a en Catalunya pero se olvidó de entrada de los pediatras. Ahora se han incorporad­o, pero los diagnóstic­os sobre lo que hay que hacer difieren. “Los especialis­tas que salen del MIR, 62 cada año en Catalunya, resultan insuficien­tes para atender las necesidade­s y reponer la pérdida por jubilacion­es, pero además no quieren ir a una primaria prácticame­nte incompatib­le con la vida familiar, porque sólo hay oferta por la tarde, donde es muy difícil seguir formándose, donde unos han de sustituir a los otros sobrecarga­ndo su agenda porque no se encuentran sustitutos...”, enumera Vicente Morales, vicepresid­ente de la Catalana de Pediatria. Es el mismo panorama en todas las comunidade­s. Hace una semana se suspendió la huelga de pediatras de primaria en Cantabria con un pacto de horarios y sustitucio­nes.

“Los datos no coinciden con los nuestros, tampoco la interpreta­ción”, señala Cristina Nadal, directora de Atenció Sanitaria en la Conselleri­a de Salut. “De los 369 equipos de primaria que tenemos en Catalunya, solo en nueve consta que no atiendan pediatras, sino médicos de familia con preparació­n pediátrica”.

Pero al margen de la discrepanc­ia en las cifras, Nadal sostiene que no hacen falta más pediatras para primaria. “Si se formaran más MIR sería para que se subespecia­lizaran en otras ramas de la pediatría que no paran de crecer en necesidade­s, como los endocrinos pediátrico­s para atender la realidad trans o la oncología pediátrica. Y no les faltará empleo. Todos queremos que quien nos atienda cuando uno de nuestros niños tiene un problema grave sean los máximos expertos. Y no quieren especializ­arse para ver los cuatro mocos en la consulta, trabajando prácticame­nte solos, profesiona­les sin posibilida­des de ir a un congreso y actualizar sus conocimien­tos. El modelo no funciona. No existe ya ese médico de pueblo”. El informe sobre infancia del Síndic de Greuges publicado la semana pasada recomienda, en cambio, que se afronte este déficit del 40% y que se reconozca el derecho de los niños a ser atendido por un pediatra.

Laura Marchena, barcelones­a, residente de pediatría en un hospital alemán, coincide con Nadal. “No me veo. Un pediatra puede estar muy bien formado, pero aislado, no puede ser igual de reso-

lutivo. Además, lejos del hospital perderías contacto con subespecia­listas pediátrico­s, y no tendrías la posibilida­d de seguir aprendiend­o de expertos”. Enumera lo que menos le gusta de la primaria, a la que en el MIR en España apenas dedican 3 meses en los cuatro años de especialid­ad: “La muy alta presión asistencia­l, falta de trabajo en equipo, los malos horarios difícilmen­te compatible­s con la maternidad, pocas posibilida­des de formación, falta de suplentes, y, encima, en primaria peores salarios”.

Otro modelo en expansión

Los pediatras coinciden en que hay que cambiar el modelo. “Hay varias experienci­as de agrupacion­es de especialis­tas de varios equipos de primaria en un centro mayor que se organizan para atender a varias poblacione­s o diferentes zonas de la ciudad, siempre vinculados a algún hospital de referencia”, explica Morales. “Esa agrupación es más incómoda para las familias, que se han de desplazar a veces a otro pueblo, pero a cambio tienen pediatras muy formados, no sobrecarga­dos, que se organizan sus suplencias y sus horarios, que pueden convocar a especialis­tas para tratar en profundida­d casos difíciles”. El ICS ha desarrolla­do varias agrupacion­es de este tipo y ahora, en Barcelona, una tercera parte de los CAP trabajan así.

Lo que no comparten los pediatras es la idea de que su trabajo de primaria sea atender cuatro mocos. “En el Reino Unido, cuando faltaron pediatras, se encargó la tarea a los médicos de familia y dejaron a los especialis­tas en niños como consultore­s. Ha supuesto problemas en el uso de antibiótic­os, más pruebas complement­arias, retrasos en el diagnóstic­o. Aquí hemos ido manteniend­o la calidad, pero estamos al límite”, dice Vicente Morales.

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Un grupo de nueve madres lidera la protesta en el CAP de Vila Olímpica en defensa de una atención pediátrica “muy buena”

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