El COI deja a Rusia fuera de los JJ.OO. de invierno 2018
El COI veta al deporte ruso, ahogado en una telaraña de trampas y engaños
“Hemos sufrido un ataque sin precedentes a la integridad de los Juegos Olímpicos”.
Ayer no hubo medias tintas. Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), cerró la puerta al olimpismo ruso. La bandera rusa no ondeará en los Juegos de Invierno de Pyeongchang (Corea del Sur), en febrero. El Kremlin ha sido expulsado de la familia olímpica.
El COI cerró el caso ayer, en su sede en Lausana. La deliberación del COI se prolongó por diez horas. Rusia tiene un par de semanas para elevar sus alegaciones, pero sus posibilidades parecen escasas. La conclusión del COI es firme, e incluye un matiz: el organismo estudiará cada caso en particular. El deportista ruso limpio podrá competir en Pyeongchang, siempre y cuando lo haga bajo bandera neutral.
Moscú se declaró dolido: dijo que sus televisiones no retransmitirán los Juegos.
Su ausencia tiene peso. En los Juegos de Sochi, en el 2014, los rusos habían dominado el medallero, con 33 podios. De ellos, once se han esfumado en los últimos días, fruto de múltiples positivos: hoy, Rusia es quinta en aquel ranking. El asunto llevaba meses formando corrillos en los despachos de la familia olímpica. En ese periodo ha habido lecturas de todo calado.
De forma sistemática, Moscú ha defendido la honestidad de sus programas. “Estamos en contra de la violación injustificada de los derechos por parte de nuestros atletas. Pero Rusia sigue comprometida con los ideales del olimpismo”, ha dicho en estos días Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Otros cargaban las municiones. El doctor Richard McLaren había insistido en que no caben medias tintas. Si Rusia trampea, debe ser castigada en su totalidad.
McLaren ha orquestado buena parte de esta historia: firmó el informe que abría la caja de Pandora. Lo había hecho en el 2015, un año después de los Juegos de Invierno en Sochi. Para redactarlo, se había sustentado en las declaraciones del doctor Grigori Rodchenkov. Era el responsable del laboratorio antidopaje de Sochi. Rodchenkov había cantado en un documental. Había reconocido que él mismo y sus ayudantes manipularon un abanico de pruebas.
“Mientras la gente celebraba los títulos de nuestros campeones, nosotros permanecíamos encerrados en el laboratorio, cambiando las muestras de orina. ¿Puede usted imaginarse cómo estaba organizado todo aquello?”, contó Rodchenkov a Bryan Fogel, director de cine.
Mientras McLaren abría las pesquisas, la pista de Rodchenkov se perdía en alguna villa estadounidense. No le quedaba otra. Para entonces ya habían muerto dos de sus colaboradores. Dos casos extraños.
El informe de McLaren implicó a más de mil deportistas rusos. El COI y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) alcanzaron una conclusión: Rusia estaba involucrada en un programa de dopaje a gran escala. Lo que viene a ser un sistema de dopaje de Estado.
Cuando se esperaba un castigo
FÓRMULA ALTERNATIVA Aquellos atletas rusos que sean considerados limpios podrán ir a Corea, aunque bajo bandera neutral
EL ARGUMENTO “Ha sido un ataque sin precedentes a la integridad de los Juegos”, dijo Thomas Bach, jefe del COI
ejemplar, las consecuencias fueron tibias. En vísperas de los Juegos de Río, el COI había optado por lavarse las manos. No sería él quien decidiría si abría o no sus puertas a los deportistas rusos: le pasaba la patata caliente a las federaciones.
De todas ellas, sólo dos actuaron con contundencia. La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) se jugaba muchas cosas. Sebastian Coe, presidente desde principios de año, trataba de insuflar nuevos aires al organismo, dramáticamente perjudicado por el caso Lamine Diack, su predecesor: hoy, Diack permanece imputado, a la espera de juicio por corrupción y sobornos en Francia. La IAAF vetó a los atletas rusos. La Federación de Halterofilia compartió la decisión. Hasta hoy, ambos vetos seguían vigentes. No ha sido así en el resto de disciplinas: nadadores, tenistas o gimnastas rusos fueron a Río.
En el último año y medio, el proceso ha seguido abierto. Moscú se había comprometido a solucionar sus asuntos. A regañadientes, destituyó al ministro de Deportes, Vitali Mutkó, expulsado ayer de la familia olímpica de por vida. También echó a técnicos y entrenadores.
Y el COI mandó deberes a sus agentes. La comisión Oswald estuvo hurgando en el comportamiento de los deportistas rusos. ¿Se doparon o no? La comisión Schmid analizó el comportamiento del bureau oficial ruso: realmente, ¿corrigió alguna de aquellas disfunciones?
Ayer, el COI escuchó a ambas comisiones. Luego dictó sentencia. Ambas opiniones eran de peso, que no vinculantes.