La Vanguardia

El espíritu del tiempo

- Enric Juliana

El día 3 de noviembre, jueves, se produjo una extraña asimetría en la madrileña plaza de la Villa de París, recién reformada por el arquitecto Francisco Rodríguez de Partearroy­o. A menos de doscientos metros de distancia, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo tomaron decisiones bien diferentes sobre quince políticos catalanes acusados por la Fiscalía General del Estado del grave delito de rebelión.

Con los sucesos de Barcelona aún calientes, la juez Carmen Lamela dictó en la sede de la Audiencia ocho órdenes de prisión sin fianza y redactó con toda la celeridad posible la orden europea de captura contra Carles Puigdemont y los cuatro exconselle­rs huidos a Bruselas. La juez obedecía a su criterio –claro está–, confirmaba el perfil imperativo de la Audiencia Nacional y se ajustaba a aquello que los alemanes llaman el

Zeitgeist: el espíritu del tiempo. El espíritu de la época, o dicho de una manera más simple: lo que demanda el ambiente imperante. Un Zeitegeist hispánico. El espíritu del tiempo regulado por los periódicos de Madrid, claramente ubicados, en lo que a Catalunya se refiere, a la derecha de Mariano Rajoy.

La juez Lamela obedeció a su conciencia, al Zeitgeist y a la Fiscalía, que había pedido prisión incondicio­nal por el presunto delito de rebelión. El fiscal general José Manuel Maza, recienteme­nte fallecido, desgraciad­amente no podrá escribir sus memorias, pero algún día quizás se conozca la opinión de algunos relevantes fiscales sobre esa petición. ¿Qué criterio expresaron la exfiscal general Consuelo Madrigal y el exfiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, cuando Maza les preguntó su opinión sobre la querella y sobre la inclusión del delito de rebelión en la misma? La respuesta puede que esté en el viento, o en el Zeitgeist. El poderoso ambiente imperante. Aunque al Gobierno de Mariano Rajoy no le interesase abrir el periodo electoral con políticos catalanes en la cárcel, Maza también debía estar atento a los equilibrio­s en la fiscalía. El aparato judicial, diga lo que diga la propaganda gregaria, jamás ha sido un todo monolítico. Hay mucho laberinto bajo los setos de la plaza de la Villa de París.

El magistrado de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, interpretó el

Zeitgeist madrileño de otra manera. Fue más garantista y más precavido. Concedió una semana más de tiempo a los abogados de la Mesa del Parlament y al cabo de siete días dictó ordenes de prisión eludibles con fianza. Una vez agrupada la causa en el Supremo –este era el deseo del Gobierno tras conocer la resolución de la Audiencia–, Llarena ha comenzado a reescribir el enfoque Lamela. Ha jerarquiza­do responsabi­lidades. Unos siguen en prisión y otros han salido en libertad con fianza. Un espíritu del tiempo más selectivo: Oriol Junqueras no podría participar de manera directa en la campaña electoral. El juez Llarena decidió ayer una clamorosa retirada de la orden europea de captura contra los fugados a Bruselas, por evidente temor a una resolución desfavorab­le de la justicia belga, que la juez Lamela no imaginó. Una estratagem­a que no habrá hecho mucha gracia a los jueces belgas y que no causará una óptima impresión en algunos despachos de la Unión Europea.

Contradict­orio Zeitgeist español. Deseos de mano dura y un difuso temor al reproche europeo. Hay periodista­s e intelectua­les madrileños que hace semanas escriben: “¡Fuera complejos!”.

Llarena enmienda a Lamela; el Supremo está reescribie­ndo el enfoque de la Audiencia Nacional

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain