Después de la tormenta
Alas puertas del 21-D, y con mucha incertidumbre aún en el ambiente, los empresarios queremos pasar página de uno de los episodios políticos más convulsos de los últimos años. La tormenta institucional de estas semanas ha otorgado un inusitado protagonismo a las estadísticas y a las noticias económicas, al tiempo que las empresas han estado en el punto de mira, sometidas a la presión mediática y la influencia política. Durante los terribles y largos 8 años de crisis económica unas 85.000 empresas cerraron en Catalunya, llevándose por delante 250.000 empleos. Los recientes cambios de sede de unas 2.900 compañías han recibido mayor atención de los medios, aun cuando, por el momento y confío en que para siempre, no afecten a su empleo en Catalunya.
Hay que restaurar la confianza en Catalunya, que algunos sectores del llamado “gran capital” podrían haber perdido. Y garantizar que esos movimientos societarios no vayan más allá y queden restringidos al Registro Mercantil. También conviene mantener la serenidad en los círculos empresariales del resto de España, algunos de los cuales se han dejado llevar por la exaltación y el ímpetu del momento político.
La interpretación creativa e intencionada de cifras y noticias ha sido tónica durante la tormenta política. Sin duda el sector turístico catalán habrá notado tanto los efectos del atentado de agosto como la negativa imagen internacional de estos meses, pero no es menos cierto que la ocupación hotelera se resiente siempre al final del verano, impactando sobre las cifras de empleo.
Igualmente, no teníamos plena confianza en la llegada a Barcelona de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), pese a haber luchado por ella, por razones bien objetivas y poco “políticas”. España alberga ya
Las relaciones empresariales entre España y Catalunya deben volver a la normalidad cuanto antes
hasta cinco agencias europeas, incluyendo el ITER en Barcelona, frente a solo dos agencias en Holanda y Francia, anfitriones de las agencias adjudicadas. Espero que un día sepamos por qué no vino a Barcelona.
Las relaciones empresariales entre Catalunya y España deben volver a la normalidad, como también la situación política. Al igual que la inseguridad jurídica de octubre generó alarma entre muchos empresarios, la intervención de la Generalitat y la aplicación del 155 congelan programas públicos de apoyo a las empresas y suspenden el principio de subsidiariedad y cercanía de la administración. Nuestras pymes piden restablecer ya la normalidad. Desde Pimec hemos advertido en muchas ocasiones de la italianización. Los acontecimientos de estos meses alientan este sentimiento. Los empresarios solo queremos que la política nos permita trabajar con tranquilidad, previsión y estabilidad. El gobierno surgido del 21-D debe ponerse a trabajar cuanto antes y, desde el máximo diálogo y comprensión, ambas administraciones, Generalitat y Estado, deben reinstaurar su colaboración por el progreso de Catalunya, que lo es también del conjunto de España.