Una vida en la carretera
La olla a presión explotó en 1968 porque los jóvenes rockeros le dieron lumbre. Una confraternidad para toda la vida, con cuna en el Golf Druot, local del barrio de la Ópera Garnier, no lejos de donde el cantor naciera, hijo de una modelo de costura y de un caricato belga que los abandona cuando el niño tiene 8 meses. (Décadas después un Johnny célebre será el solitario seguidor del féretro del padre, bajo la lluvia belga). Adoptado luego por una tía, cuyo marido es detenido por colaboración con los nazis, Jean Philippe crece bajo ese estigma y el de bastardo. Lo rescata una prima, bailarina, que junto con su marido forma el dúo Les Halliday. Con ellos pisa el escenario un JeanPhilippe de ocho años cuya voz promete. Vive dos años en Londres, dos en Ginebra. Lecciones de canto, de interpretación. Y a los 14 años el shock: Elvis Presley en la pantalla. Su coach cuando eso no existía fue su tío político, ese Halliday cuyo apellido adopta (durante un tiempo se inventará un padre norteamericano), transformado en Hallyday por un error tipográfico del primer disco. El tío, que además le llamaba Johnny, le consigue discos de rock americano que nutren a esa esponja criada entre bastidores. Johnny le puso cazadora negra a sus contemporáneos, les hizo cabalgar una Harley, soñar con la ruta 66. ¡Ay! como le sucede a sus compatriotas en otros terrenos, su amor desbordante por América no será correspondido. Con casa propia en Los Ángeles y estancias periódicas en el país para grabar con los mejores músicos, sus conciertos americanos sólo reunían expatriados.