Las pensiones y el ahorro
Al finalizar el año vuelve a ponerse en duda la viabilidad de nuestro sistema de pensiones público. Aunque oficialmente se garantiza, lo cierto es que el dinero de la hucha es escaso y las cotizaciones laborales son insuficientes para cubrir los gastos que se generan. ¿Qué explicación tiene que llevemos cuatro años consecutivos de crecimiento del PIB y el sistema sea cada vez menos sostenible?
La primera es el envejecimiento de nuestra población y el aumento de su esperanza de vida. Un simple dato: en el año 1997 había registradas 3.474 personas con una edad superior a 100 años. En el 2017 son más de 15.000 personas y se espera que en el 2024 superen las 100.000.
En segundo lugar, el aumento de los contratos temporales concentrados principalmente en periodos estacionales. Esto ha supuesto carreras profesionales cortas y como resultado, menores años de cotización. También los ciclos formativos actuales no ayudan, ya que obliga a los jóvenes a incorporarse cada vez más tarde al mercado laboral.
Un tercer aspecto son los bajos salarios percibidos y la disminución de la recaudación de la Seguridad Social, a pesar de la reducción del paro en estos últimos años. Además, la reciente crisis económica supuso la salida al extranjero de un volumen significativo de mano de obra cualificada y que actualmente continúa expatriada. Aparte del coste social que representa, el coste de oportunidad es y será considerable por el efecto que supone la no disposición de
Pese a unas sombrías previsiones, el ahorro privado no despega
unas bases de cotización que deberían ser altas. Así, la Seguridad Social acumula importantes desequilibrios y se espera que este 2017 alcance el mayor déficit de su historia, financiado cada vez con más deuda.
La respuesta del Gobierno ha sido aplicar unos índices de “sostenibilidad y revalorización” cuya realidad será la pérdida progresiva e irreversible de poder adquisitivo de todos los jubilados. La situación se agravará aún más, si el comportamiento de la economía en general y de la inflación en particular, se deterioran.
En este contexto, el sentido común nos debería convencer de que el ahorro privado debe tener un papel clave para complementar la futura pensión pública. La realidad nos muestra que sucede precisamente lo contrario. Después de la crisis, el consumo privado vuelve a crecer con fuerza y por encima de lo que lo hace la renta. Esto tan sólo es posible si hay una mayor financiación bancaria y una reducción del ahorro. Pero lo preocupante es el escaso conocimiento que tiene la mayoría de ciudadanos de esta realidad. También llama la atención la poca información que reciben al respecto y el escaso fomento que las instituciones económicas hacen del ahorro.
¿Se trata de un tema tabú y de épocas pasadas? Llego a dudar si existe alguna voluntad en considerarlo así, ya que recordemos que el ahorro es inversamente proporcional al consumo y por tanto al crecimiento del PIB.