El Bolshói estrena el ballet ‘Nuréyev’ tras la polémica cancelación de julio
El director del espectáculo está bajo arresto domiciliario acusado de malversación
El Teatro Bolshói quería rendir este año un homenaje al bailarín ruso Rudolf Nuréyev, quien en marzo del 2018 habría cumplido 80 años. Pero el ballet que había preparado en honor de uno de los mitos de la danza clásica se suspendió in extremis el mes de julio, provocando una agria polémica por el tufo a censura que emanaba. Esperado por el público moscovita, que el mes pasado formaba largas colas para comprar las entradas, llegará finalmente a escena en un doble estreno, mañana y el domingo.
Los autores del ballet Nuréyev presentan a su héroe a través de la danza de Vladislav Lantrátov y Artiom Ovcharenko, dos de las estrellas actuales del Teatro Bolshói.
El director del espectáculo, Kiril Serébrennikov, y el coreógrafo, Yuri Pasójov, decidieron completar el retrato del genial artista soviético con letra escrita. Para eso pidieron a conocidos compañeros del bailarín que escribieran cartas a Nuréyev dirigiéndose a él en el pasado, pero desde la actualidad. Entre otros, envían sus mensajes al mítico bailarín, fallecido en el año 1993, las bailarinas Alla Osipenko, que estaba con Nuréyev en 1961 en París cuando el bailarín soviético decidió saltar el telón de acero y quedarse en Occidente para siempre; y Natalia Makárova, que desertó de la URSS nueve años después.
De esta manera, se intenta saltar dos barreras que estuvieron siempre presentes en la biografía de Rudolf Nuréyev, la geográfica y la temporal, desde el mismo momento de su nacimiento, ocurrido en 1938, en un tren en el que viajaba su madre y que en ese momento circulaba “cerca de Irkutsk”.
Una tercera columna de este polémico Nuréyev es la música, compuesta especialmente para la ocasión por Iliá Demutski. El compositor unió fuerzas otra vez con director y coreógrafo en Moscú, donde recibieron no pocos aplausos en 2015, cuando pusieron en escena el ballet Un héroe de nuestro tiempo, basado en la clásica novela del escritor del siglo XIX Mijaíl Lérmontov.
Pero a este segundo intento de estreno le falta algo. Su director artístico, Kiril Serébrennikov, no ha podido preparar y desarrollar la obra en los últimos meses, porque la justicia le mantiene bajo arresto domiciliario.
Ni siquiera ha podido asistir al ensayo general, porque un tribunal de Moscú rechazó el pasado lunes la apelación de su abogado para que le levantasen las restricciones de movimiento.
El pasado mes de mayo la policía registró el Centro de Teatro Estatal Gógol de Moscú, que dirige Serébrennikov, así como su domicilio. Tanto él como varios responsables del teatro están acusados de malversación de fondos públicos a través de Sedmói Studiya (Estudio séptimo), una organización sin ánimo de lucro que él había fundado.
El Teatro Bolshói había planeado estrenar el ballet Nuréyev el 11 de julio. Pero a tres días de su estreno su director general, Vladímir Urin, decidió suspenderlo, algo que no sucedía desde los tiempos de Stalin.
La justificación oficial fue que había que prepararlo más. Pero la prensa local publicó que la razón principal era que se había recibido una orden desde el Gobierno. La agencia estatal Tass lanzó un primer cable, luego corregido, en el que decía que el ministro de Cultura, Vladímir Medinski, estaba “enfadado por el hecho de que la representación parezca propaganda de los valores no tradicionales”. El portal Gazeta.ru atribuía a Medinski haber dicho que la puesta en escena como “reunión de pervertidos”. También estaba previsto que en escena apareciera una foto de Rudolf Nuréyev desnudo, obra de Richard Avedon.
Estos hechos, con el fondo de una polémica ley que prohibió en el 2013 la propaganda homosexual a los menores de edad en Rusia, fueron un excelente caldo de cultivo para el escándalo, sobre todo teniendo en cuenta la agitada vida del genial bailarín, el primer artista de primera línea que dejaba la URSS y abiertamente homosexual. Retratarle con honradez es ya simplemente provocativo en una sociedad rusa que se repliega a valores tradicionales y que vuelve a descubrir el patriotismo como una forma de autoafirmación.
El Ministerio y la dirección del teatro negaron siempre que se haya ejercito la censura en este caso. De hecho, Urin prometió que cuando la obra llegase a escena no habría ningún cambio.
Al principio se había dicho que el ballet se aplazaba hasta mayo del 2018, pero en septiembre el director general anunció el estreno para diciembre si Serébrennikov daba permiso a la institución para trabajar sin él. Y lo dio. El espectáculo debe continuar.
La agitada vida del genio, abiertamente homosexual, motivó la reacción del ministro de Cultura