Fútbol sobre las ruinas de la historia
Acaban de desenterrar los restos de otra cincuentena de soldados soviéticos. Los localizaron el mes pasado durante las obras de un parque en Nizhni Traktorni, un barrio de la ciudad de Volgogrado. Los equipos de buscadores voluntarios intentan ahora identificarlos, normalmente a través de las cápsulas con sus datos personales que llevaban al cuello cuando murieron, y luego los enterrarán en el cementerio-memorial por los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Este hallazgo no es algo excepcional. Forma parte de la vida y la historia de esta ciudad al sudeste de la Rusia europea y sobre el río Volga, la antigua Stalingrado, que fue escenario de una de las batallas más sangrientas de la historia, entre la Wehrmacht con sus aliados y el Ejército Rojo, durante la invasión alemana de la Unión Soviética. Tras 200 días, desde agosto de 1942 hasta febrero de 1943, murieron más de dos millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles soviéticos.
Desde entonces, la época histórica más trascendente de este país toca casi todo lo que sucede. Tampoco queda al margen la Copa Mundial de fútbol 2018, que se disputa en doce ciudades de Rusia, incluida Volgogrado.
El antiguo estadio Central, a doce kilómetros al sur de Nizhni Traktorni y en la misma orilla del río, se demolió hace tres años para construir el novísimo Volgogrado Arena. Con 45.000 asientos, acogerá cuatro partidos de la fase de grupos.
Pero para concluir la obra, antes ha habido que retirar soldados caídos en combate y bombas. Tras aquella infernal batalla de hace 74 años no hay metro cuadrado de la ciudad donde los proyectiles no causaran destrozos. La zona donde se abrió en 1962 el estadio Central fue especialmente castigada, ya que se encuentra cerca del Mamáyev Kurgán, la colina que domina Volgogrado y que se convirtió en un objetivo estratégico que conquistar para ambos bandos.
En la demolición del estadio Central hubo que desmantelar la estructura subterránea, así que los regalos del pasado no tardaron en aparecer.
Teniendo en cuenta los acontecimientos históricos, la primera etapa del nuevo Volgogrado Arena consistió en revisar todo el terreno en busca de explosivos, ha explicado el director del proyecto, Serguéi Kamin. “Encontramos más de 300 artefactos que podían suponer una amenaza. Incluso había un cajón con trilita alemana”, añadió.
Según adelantó al deportivo Sport Express, también se hallaron restos de dos soldados que fueron entregados a uno de los equipos de búsqueda, el Patriot de Volgogrado. Además de 1.300 obreros y 230 millones de euros, durante todo el año 2015, recuerda, también se necesitó un equipo de zapadores.
La ciudad de Volgogrado, con más de un millón de habitantes, llevaba el nombre de Tsaritsin hasta 1925. Como consecuencia del culto a la personalidad que se empezaba a crear en torno al nuevo líder de la URSS, Iósif Stalin, la ciudad recibió ese año el nombre de Stalingrado. En 1961, pocos años después de la muerte del dictador soviético, se le puso el nombre actual, en honor del río que atraviesa la población.
La batalla de Stalingrado decidió la suerte de la URSS y de la Segunda Guerra Mundial. Con la victoria, el Ejército Rojo dio la vuelta a la contienda, frenó el avance nazi y empezó a tomar la iniciativa. Para los invasores alemanes resultó una auténtica catástrofe militar, ya que desde entonces empezaron a perder terreno en el frente oriental. La guerra, sin embargo, se prolongó durante dos años más.
El recuerdo de lo ocurrido es tan enorme como la inmensa estatua que se levanta en el punto más alto de la colina Mamáyev Kurgán. Se trata de la estatua de la Madre Patria, de 85 metros de altura, construida de hormigón e inaugurada en 1967.
Coincidiendo con el día de la Memoria y el Dolor, que en Rusia es el 22 de junio, se suele organizar en el cementerio-memorial de Volgogrado una ceremonia para dar sepultura a los militares del Ejército Rojo cuyos restos se han encontrado en el último año.
Uno de los estadios para el Mundial de Rusia se levanta sobre el campo de batalla de Stalingrado
Durante la construcción se hallaron más de 300 bombas y restos de dos soldados