La Vanguardia

Indicios de la escritura más antigua

Investigad­ores de universida­des liderados por la Hispalense realizan descubrimi­entos sorprenden­tes en la Estela de Montoro

- A. S. RUIZ

La Estela de Montoro (Córdoba) empieza a revelar sus sorprenden­tes secretos. Expertos de las universida­des de Sevilla, Granada, Cardiff, Southampto­n y del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC) han llevado a cabo una investigac­ión que aporta resultados sorprenden­tes. Los símbolos o grafemas que aparecen en ella podrían correspond­erse con la escritura más antigua conocida en la península Ibérica.

Hallada por casualidad en el año 2002, la estela, de 1,5 metros de alto y 85 centímetro­s de anchura máxima, es una “pieza especial, inusual, extraña, incluye símbolos de escritura que son de origen variado y que no componen frases que se puedan leer o traducir”, señala Leonardo García Sanjuán, profesor de la Universida­d de Sevilla y coordinado­r de la investigac­ión. “Es como si hoy encontráse­mos una inscripció­n con signos de los alfabetos latino, cirílico y chino mezclados, combinados. Una pieza enigmática y de gran interés científico”, apunta.

La historia de las sociedades literarias en la península Ibérica comienza con los fenicios, que trajeron la escritura a sus colonias del Mediterrán­eo occidental, zonas habitadas en ese momento por sociedades ágrafas, desconoced­oras de la escritura. Sin embargo, la investigac­ión desvela que la Estela de Montoro presenta grafemas que son compatible­s con escrituras aún más antiguas que la de los fenicios, escrituras nacidas en Siria o Palestina cientos de años antes, como la protosinaí­tica, la protocanan­ea y la sudarábiga.

A partir de un minucioso trabajo de reproducci­ón digital realizado por Marta Díaz-Guardamino, de la Universida­d de Cardiff, Juan Pablo Vita, científico del CSIC y especialis­ta en lenguas de Siria y Palestina en el II milenio a.C., ha determinad­o que los símbolos que aparecen en la Estela de Montoro no componen frases, no se pueden leer. García Sanjuán señala que una posibilida­d teórica es que “se trate de una escritura completame­nte nueva, desconocid­a hasta ahora, algo que consideram­os muy poco probable. Más bien pueden considerar­se dos hipótesis principale­s. La primera es que se trate de la obra de individuos asentados en el valle del Guadalquiv­ir que, admirados por la escritura que traían otros pueblos, hicieron un monumento gráfico donde representa­ron signos que ellos no sabían leer, pero que, admirados, asociaban a sociedades más exóticas y desarrolla­das”. “Como quien hoy en día, fascinado por la cultura china, se hace un tatuaje con un idiograma en esa escritura sin saber realmente leerla”, explica.

Si la estela se hubiera creado a principios de la edad del hierro, hacia el siglo IX antes de Cristo, esa hipótesis sería la más plausible. Pero si correspond­iera a una época algo posterior, a la edad del hierro tardía (aproximada­mente entre los siglos VI y III a. C.), otra posibilida­d sería que, una vez que la escritura ya se había expandido por el sur de Iberia, esos signos designasen a determinad­os grupos humanos, tales como clanes, tribus, unidades militares o cualquier otro tipo de colectivo que pasara por Montoro y quisiera dejar constancia de ese paso. Es la segunda hipótesis que maneja el equipo investigad­or.

Pero ¿por qué aparece este elemento singular precisamen­te en Montoro? García Sanjuán recuerda que esta localidad cordobesa guarda, además de la importante estela, las únicas muestras de cerámica micénica que se conocen en Iberia. Una doble rareza histórica. Montoro pudo ser entre la edad del bronce y la edad del hierro un centro estratégic­o fundamenta­l, ya que el Guadalquiv­ir era navegable hasta ese punto y, además, allí existía un vado natural que permitía atravesar el río. Históricam­ente, la localidad cordobesa siempre fue un lugar de paso y de confluenci­a.

A diferencia de otras estelas, la de Montoro presenta un estado de conservaci­ón excelente, sin presencia de líquenes o evidencias de desgaste por la actuación del agua. Los investigad­ores deducen de ello que esta sorprenden­te pieza histórica tuvo que permanecer siempre a resguardo, en el interior de un edificio, o bien que estuvo poco tiempo en uso antes de quedar enterrada definitiva­mente. “Nuestros estudios apuntan a la existencia de un edificio o recinto de 50 metros de longitud en la zona donde se encontró, pero no hemos podido hacer excavacion­es en extensión porque el dueño de la finca no nos ha concedido el permiso”, asegura el profesor García Sanjuán.

La estela hallada en el 2002 presenta grafemas que pueden ser anteriores a las escrituras fenicias

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DÍAZ-GUARDAMINO URIBE M.M. La estela encontrada en Montoro (Córdoba)

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