La Vanguardia

El Barça replica con victoria (0-2) a sus perseguido­res

El Barcelona supera a su espejo en Vila-real y responde a los triunfos de Valencia, Atlético y Madrid

- CARLES RUIPÉREZ Vila-real

El Barça que reaccionó a tiempo fue más rápido que su propio reflejo. El Barcelona sintió la presión por los triunfos del segundo, el tercero y el cuarto pero le afectó más ver cómo su juego se solapó durante más de 50 minutos con el del Villarreal. Los dos equipos se parecían tanto en el estadio de la Cerámica que se intuía un combate nulo. Hasta que el equipo blaugrana cambió el guion y Messi sorprendió a su propia sombra. No pudo ser por fuera, en la nueva jugada favorita del Barça, pero fue por dentro en una combinació­n eléctrica entre los tres delanteros con la que desequilib­ró un duelo de almas gemelas.

Valverde y Calleja calcaron el mismo sistema. Tanto el Barcelona como el Villarreal se movieron en un 4-4-2 con un rombo en el centro del campo y lo más lógico era que se neutraliza­sen, como así pasó. Los dos equipos parecían un espejo, que reflejaba la imagen del otro. A cualquier movimiento que intentaba el líder le seguía la respuesta para contrarres­tarle de su sosias. Todas las basculacio­nes del juego con el balón se las devolvía el cristal.

El técnico del Barça buscó desde el inicio la carta de Denis Suárez, que siempre completa buenas actuacione­s contra sus exequipos, para encontrar caminos interiores pero los blaugrana se atascaron con un fútbol plano, más pendientes de no perder la pelota para evitar que los groguets pudiesen habilitar a Bakambu a la espalda de Vermaelen que de arriesgar en alguna acción.

Y en esas circunstan­cias, a expensas de la genialidad de Messi, queda la pelota parada para romper la simetría. A punto estuvo de lograrlo Piqué a las primeras de cambio en un remate de cabeza a la salida de un córner. Pero el larguero evitó el tanto. También lo intentó Messi en un lanzamient­o de falta directa desde la frontal que hizo volar a Asenjo, que regresaba ayer a la titularida­d después de febrero, de un poste al otro para atrapar el balón. La otra baza que le funcionaba al Barça era la presión. Paulinho detectó que Rubén Semedo, central reconverti­do ayer de pivote, y se fue a la yugular para provocarle la pérdida en la zona de peligro. Así fue. Pero el chut de Messi tampoco cogió portería.

Sin embargo, era el Villarreal el que mejor interpreta­ba que los espacios estaban en las bandas y sus laterales hacían mucho daño. Dos veces centró Mario desde la derecha y ambas fueron al corazón del área y ambas las remató Soriano desde muy cerca forzando a sendos paradones a Ter Stegen. Desde la izquierda Jaume Costa buscó la cabeza de Raba o Bakambu pero el alemán volvió a estar segurísimo.

El guion siguió igual hasta que Valverde decidió mover el banquillo y la entrada de Alcácer lo reactivó todo. El delantero valenciano liberó a Messi para jugar menos atosigado por los centrales y empezó a percutir por la banda izquierda junto a Alba. Si normalment­e la cone-

SUPERIORID­AD NUMÉRICA

Cuando empezaba a sufrir el Villarreal y ya se mascaba el gol, llegó la expulsión de Raba

xión entre el argentino y el de l’Hospitalet es una mina, ayer fue un filón. Las llegadas fueron goteando hasta que erosionaro­n la defensa. Alcácer estuvo cerca de marcar en el primer balón que tocó. En la segunda apertura a Alba, Messi cruzó demasiado. Se mascaba el gol y cuando empezaba a sufrir el Villarreal llegó la expulsión de Raba en una entrada muy peligrosa con los tacos por delante y muy arriba sobre Busquets.

Con el Villarreal con uno menos, los dos entrenador­es supieron leer lo que debían hacer. Calleja no tardó en dar entrada a Rukavina para doblar el lateral y la vigilancia a Alba. Por su parte, Valverde introdujo a Aleix Vidal justamente para dar amplitud en la otra banda y no dar tantas pistas. Pero Alba siguió monopoliza­ndo el juego. Al siguiente centro, fue Luis Suárez quien puso la punta de la bota, aunque su remate lo repelió el poste. Y en la enésima combinació­n de Messi con el carrilero, el diez se quedó tan cerca que chutó al lateral de la red.

Parecía que el gol tenía que lle- gar sí o sí en la nueva jugada preferida del Barça pero entonces Messi decidió improvisar y sorprendió al Villarreal con un pase interior para Suárez. El uruguayo hizo la pared con Alcácer, que lo dejó solo ante el meta Asenjo, al que regateó para marcar a puerta vacía. No sólo fue una jugada de escuadra y cartabón sino que la velocidad de ejecución fue espectacul­ar. El Barça había logrado ser más rápido que su espejo. Messi había sorprendid­o a su sombra.

Los blaugrana celebraron el tanto porque sabían que significab­a la rendición del Villarreal, que desmoraliz­ado cometió un error en la salida que le costaría caro. Víctor Ruiz se la entregó a Busquets, que enseguida vio a Messi, que con todo a favor no falló.

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Leo Messi y Luis Suárez celebran el importante gol del uruguayo para abrir el marcador
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JOSE JORDAN / AFP

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