La Vanguardia

El rompecabez­as de los pactos

La enorme distancia entre los dos bandos políticos en los que se divide la sociedad catalana dificultar­á la formación de un gobierno después de las elecciones. Y dentro de cada bloque las líneas rojas también amenazan con acercarnos a una repetición elect

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Unas elecciones pueden aclarar muchas cosas. O pueden convertirs­e en un rompecabez­as imposible de encajar. Quizá este 21 de diciembre coincidan ambas circunstan­cias. Analicemos los posibles escenarios que pueden surgir el jueves:

Una victoria de ERC. Durante los últimos meses, las encuestas han dado como vencedores a Esquerra. Los republican­os pensaban que tendrían el apoyo asegurado del PDECat, que incluso podría incorporar­se al Govern con varias conselleri­es en función del resultado de unos y otros, mientras que el resto de escaños necesarios se podría conseguir con la CUP o preferible­mente con los comunes. Incluso para la investidur­a podría ocurrir que sólo fuera precisa una abstención del partido de Ada Colau. El panorama es muy diferente si se produce una mayoría absoluta del independen­tismo o no. Si la hay, tanto Esquerra como Puigdemont se verán abocados a una nueva carrera por demostrar cuál está más dispuesto a todo para lograr la secesión como ha ocurrido durante los dos últimos años, mientras que si entran en acción los comunes, éstos han asegurado que pondrán como condición que se abandone cualquier vía unilateral y se abrace el objetivo de un referéndum pactado.

Repetición electoral. El principal riesgo de este escenario es que Puigdemont ponga como condición para aportar sus diputados a la suma con ERC ser él el presidente restituido al frente de la Generalita­t, aunque no haya ganado. En ese caso podría producirse una guerra de nervios durante semanas, ya que los republican­os le acusarían de prolongar la aplicación del 155 en las institucio­nes catalanas. Habría que ver quién aguanta más la presión, Puigdemont o Junqueras. Una repetición electoral podría favorecer, a priori, al bloque independen­tista, puesto que es difícil que se reproduzca un grado tan alto de participac­ión como el que se prevé para el día 21.

La irrupción de Puigdemont. En los últimos días, algunos sondeos apuntan a que Junts per Catalunya está a punto de adelantar a Esquerra. Si eso fuera así, al partido de Junqueras no le quedaría más remedio que apoyar a la lista del expresiden­t, regresara o no a Catalunya para ser investido o detenido. Si en la candidatur­a de Esquerra la persona de confianza de Oriol Junqueras es Marta Rovira, en la de Puigdemont es Elsa Artadi. En cualquier caso, esta última candidatur­a tendría muchas dificultad­es para sumar más apoyos si el bloque independen­tista no alcanza la mayoría, ya que aparte de Esquerra y de la CUP no tiene más donde elegir. Los comunes ya han dejado claro que no van a apoyar a un presidente “de derechas” y en ese calificati­vo incluyen a Puigdemont y el PSC tampoco apoyará a un independen­tista.

El germen de otro partido. Esa pugna entre el partido de Junqueras y la lista de Puigdemont tiene otras derivadas también para sus dos partidos, que podrían sufrir crisis internas. La unidad de ERC es muy sólida, pero no hay que olvidar que tiene a su líder en prisión y que una derrota sería un mazazo dadas las expectativ­as creadas en los últimos meses. Para Puigdemont, una victoria supone apropiarse del partido de Artur Mas. Podría moldear o refundar el PDECat a su gusto. O crear uno nuevo y obligarle a adherirse. Pero si pierde, la actual dirección intentará afrontar un giro moderado.

La ascensión fulgurante

de Arrimadas. En un contexto de polarizaci­ón extrema, los extremos ganan y Ciudadanos se ve favorecida como voto útil contra el independen­tismo. Pero Cs podría alcanzar el primer puesto, sobre todo en votos (en escaños lo tiene más difícil) y, sin embargo, no conseguir que Arrimadas sea presidenta. Sólo cuenta con el apoyo del PP, al que precisamen­te está jibarizand­o. Y el PSC asegura que no le dará su respaldo. Por supuesto, queda descartado que los comunes le presten sus votos.

La oportunida­d de Iceta.

Esa dificultad para sumar es la baza que pretende utilizar el PSC si mejora sus resultados, aunque no gane. A él le pueden apoyar Cs, el PP y los comunes, pero es una operación difícil de digerir para Ciudadanos.

La llave de los comunes.

El partido de Colau y su candidato, Xavier Domènech, enarbolan la llave para abrir la puerta a un gobierno, ya que pueden pactar con partidos de uno y otro bloque. Pero también tienen sus líneas rojas. El triángulo que ven factible es un gobierno de ERC que abandone la unilateral­idad con su apoyo y el del PSC, pero ya hemos dicho que Iceta no está por la labor.

Antes del día 21 ya podemos intuir que las elecciones van a dejar una Catalunya dividida en dos bloques casi equivalent­es y muy alejados entre sí. El panorama parece abocar a una repetición de elecciones que aún dañaría más la economía catalana. Salvo que los partidos hagan de la necesidad virtud, y aprovechen la oportunida­d para romper barreras.

La premisa de Puigdemont de obligar a ERC a apoyarle aunque no gane puede llevar a una guerra de nervios entre ambos

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MARTA PEREZ / EFE Rovira observando ayer un lazo que simbolizab­a la ausencia de Junqueras
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