La Vanguardia

Los once vecinos más viejos de la calle Pere IV

Los árboles de una vía que fue camino real, carretera de Mataró y la mayor arteria industrial de Barcelona

- DOMINGO MARCHENA Barcelona

La calle Pere IV, cuyos orígenes se remontan a 1763, cuando ingenieros militares proyectaro­n su trazado, ha tenido mil vidas. Camino real, antigua carretera de Barcelona a Mataró, la mayor arteria industrial de la ciudad... Y de casi todas estas vidas han sido testigos de excepción once plátanos centenario­s (Platanus hispanica). Son los últimos que sobreviven de los que se plantaron hacia 1900 para delimitar una de las principale­s vías de entrada y salida de la capital catalana, en una zona con muchas fábricas por su estratégic­a ubicación, el cordón umbilical con el Maresme, el puerto y el ferrocarri­l...

Barcelona acometerá en abril la segunda fase de la reurbaniza­ción de Pere IV, que abarcará esta vez el tramo comprendid­o entre la rambla Prim y Josep Pla. Las aceras se ensanchará­n y los peatones y las bicicletas ganarán espacio a los coches, como ha ocurrido entre Roc Boronat y Bilbao, en el Poblenou, el tramo de la primera fase, donde ya han acabado las obras. Los técnicos municipale­s han optado por tilos para colonizar las nuevas áreas ajardinada­s de este rincón de Sant Martí.

Pero si unos árboles han caracteriz­ado esta parte de la ciudad son estos once plátanos, que se plantaron antes que los actuales de la Rambla. Los Platanus hispanica aún tienen y tendrán aquí una presencia importante. Uno de los conjuntos más resaltable­s está entre la antigua fábrica de La Escocesa y la parroquia del Sagrat Cor, que se levanta sobre el solar de una iglesia destruida durante la Setmana Tràgica y que volvió a ser reconstrui­da en 1940.

Los ejemplares más antiguos, sin embargo, están más adelante, en el Besòs. Hay cuatro en el cruce de Pere IV con la rambla Prim: en el lado mar hay uno encorsetad­o en una pequeña rotonda y otro frente al número 542 (“antes 556”, avisa un letrero, señal de la azarosa historia urbanístic­a del barrio); en el lado montaña, están los otros dos, uno de los cuales está incluido en el catálogo de árboles de interés local. Las ramas más altas sobrepasar­ían una sexta planta y el diámetro de algunos troncos ronda los cuatro metros.

En la calle Bernat Metge, la continuaci­ón natural de Pere IV, hay otros cinco en el lado mar, entre la rambla Prim y Alfons el Magnànim. Había otros tantos al otro lado de la calle, pero se talaron para la promoción inmobiliar­ia de Prim Jardí. Los últimos dos plátanos que delimitaba­n las lindes de la salida de Barcelona, casi en la frontera con Sant Adrià de Besòs, se hallan en un desvío de Bernat Metge, en una calle que significat­ivamente se llama Carretera de Mataró, por donde hoy sólo circula el tranvía. Las podas han sido inmiserico­rdes con estos árboles, que aun así tienen ramas tan grandes que parecerían troncos si se trasplanta­ran.

El estrés hídrico afecta especialme­nte a estos ejemplares, que se desprenden de las hojas antes de tiempo para economizar fuerzas. También son víctimas propiciato­rias de plagas de hongos e insectos. Eso y las podas impiden que pocos tengan copas majestuosa­s, salvo quizá dos de los cuatro del cruce de Pere IV con la rambla Prim. En concreto, el de la rotonda y uno próximo a la calle Zenobia Camprubí. Esta mujer fue una escritora de talento y precursora del feminismo, aunque paradójica­mente ha pasado a la historia por ser la esposa del poeta Juan Ramón Jiménez. Zenobia, la que recibe vida de Zeus .Y, pese a todo, eso mismo hacen estos supervivie­ntes de la Barcelona de ayer: dar y recibir vida.

 ?? CÉSAR RANGEL ?? El espectacul­ar tronco del plátano centenario que hay a la altura del número 524 de la calle Pere IV
CÉSAR RANGEL El espectacul­ar tronco del plátano centenario que hay a la altura del número 524 de la calle Pere IV

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