Se buscan repobladores
Un pueblo suizo promete 50.000 euros a parejas que se instalen en ese núcleo; oferta imposible en las aldeas de España
Más de cuatro mil municipios de España (hay 8.125) “están en riesgo más o menos moderado de extinción a medio o largo plazo”. Lo dice el último estudio sobre población y despoblación de la Federación Española de Municipios y Provincias. No es un relato de ciencia ficción. Es la desoladora realidad del mundo rural.
En cualquier sociedad preocupada por su futuro, ese dato (el mal de la despoblación afecta a la mitad de las poblaciones de España) haría saltar todas las alarmas. Pero estas luces de alerta siguen sin encenderse en la mayoría de los despachos de los políticos de este país. Es como si la vida sólo interesara y existiera en las grandes urbes, cuando en el mundo rural también hay corazones –son, eso sí, muchos menos– que laten. En esos cuarteles donde se toman las decisiones de país parece preocupar muy poco la agonía de centenares, miles de pueblos abocados –si nadie les echa una mano– a la desaparición. Y ante ese desolador panorama no puede sentirse otra cosa que envidia, siempre sana, ante algunas noticias de otros países aquejados del mismo mal.
La última de estas informaciones llega desde Albinen, un pequeño pueblo de Suiza de 240 habitantes que se niega a desaparecer. Para aumentar su número de vecinos (se buscan familias con niños) acaban de lanzar una tentadora oferta que ha despertado mucho interés. El Ayuntamiento de Albinen promete pagar 50.000 euros a cada pareja que decida mudarse a ese pueblo para asentarse en ese núcleo y alrededor de 10.000 euros adicionales por niño. Se fijan, eso sí, algunas condiciones o compromisos que estos repobladores deberán cumplir. La edad máxima para optar a la oferta es de 45 años. Los nuevos moradores deben comprometerse a vivir en Albinen al menos diez años y el dinero que el Consistorio les entregará lo deben inevitar vertir en la compra o construcción de una casa con un coste mínimo de 200.000 euros. Es una ingeniosa fórmula para asegurarse el compromiso a largo plazo de repobladores dispuestos a dar la
campanada para iniciar una nueva vida en el mundo rural.
En España no se conoce una oferta tan generosa como la de este pueblo de Suiza (los pequeños ayuntamientos de este país no pueden permitirse estos lujos), pero sí se cuentan por decenas iniciativas más modestas planteadas desde consistorios, entidades y asociaciones –que las hay– preocupadas por la agonía de muchos pueblos condenados a desaparecer y cuya supervivencia depende de la llegada de nueva vida. Un ejemplo es la iniciativa Apadrina un Olivo. “Se trata de una oenegé cuyo objetivo principal es fomentar el desarrollo económico sostenible de pueblos en vías de desaparición”, cuenta Cecilia de la Hoz, que participa en ese proyecto. Oliete (Teruel) ha sido el primer pueblo donde se ha puesto en práctica la iniciativa. Gracias a ella se ha podido evitar el cierre de la escuela. Los impulsores se han propuesto recuperar cien mil olivos centenarios abandonados. Cualquiera puede apadrinar, con una donación de 50 euros anuales, uno de esos árboles. El padrino puede visitar el olivo, bautizarlo y cada año recibe dos litros de aceite obtenido de esa explotación, a la que se ha puesto el nombre de Mi Olivo. Con estas aportaciones se ha recuperado la actividad agrícola y se ha podido contratar a gente para que trabaje en esta explotación. Raúl, que llegó a Oliete con sus tres hijos (hay un cuarto en camino), ha llevado nueva vida a este pueblo de Teruel, que sigue manteniendo, gracias a esta familia, la escuela abierta. Un paso discreto, pero definitivo y a la vez esperanzador, ya que otras personas podrán seguir, si los apadrinamientos de olivos aumentan, los pasos de esa familia.
En Orea, Guadalajara, son también pioneros en iniciativas para la despoblación del mundo rural. Su alcaldesa, Marta Corella, es muy activa con estas iniciativas. Aquí no pueden prometer sueldos como los del pueblo de Suiza, pero sí han conseguido en los últimos años atraer a nuevas familias para evitar, como en Oliete, el cierre de la escuela. ¿La fórmula? “Tenemos una ordenanza para favorecer el alquiler de viviendas municipales a muy bajo precio, ofrecemos beneficios fiscales a las familias numerosas y aquellos que quieran trasladar las sedes sociales a nuestro municipio lo pueden hacer a un coste simbólico”, informa la alcaldesa.
Las iniciativas impulsadas en Orea se han materializado con la ayuda de la Asociación contra la Despoblación Rural, una de las entidades más activas en la actualidad en España, que hace de intermediaria entre pueblos con grave riesgo de desaparición y nuevos repobladores dispuestos a cambiar de vida. Son ofertas poco llamativas, pero muchas veces muy eficaces. A esos nuevos moradores se les facilita pisos a 180 euros al mes, como es el caso de Almanza (León); un puesto de trabajo para cuidar a una mujer mayor, en Almodóvar del Campo (Ciudad Real); la explotación del bar del pueblo, en Gotor (Zaragoza), o el traspaso de una panadería, como es el caso de Cortes de Arenós, en Castellón.
Lo importante, indica Lluís Martínez, miembro de esta asociación en Catalunya, “es garantizar un trabajo estable a esos repobladores para que puedan asentarse, y la apuesta de futuro, para conseguir estabilidad, tendría que enfocarse a sectores que vayan más allá del turismo”. Tesis que comparte Alfredo Ayuso desde el núcleo de Luzaga (Guadalajara), de sólo 69 habitantes. “Las ofertas son positivas, pero insuficientes, ya que habitualmente son para una ocupación temporal; por ejemplo, mientras dure un contrato para el bar municipal o mientras se aporten niños en edad escolar a la escuela”. La mayoría de estos pueblos, “con presupuestos que no llegan ni para pagar un salario mínimo, difícilmente podrán evitar, si no hay ayuda externa, su desaparición”, advierte Ayuso, que pide mucha más implicación de las administraciones públicas en el drama de la despoblación.
En Catalunya uno de los últimos llamamientos para encontrar repobladores se ha hecho desde Prat de Comte (Terra Alta). Son repetidores en este tipo de iniciativa. En el 2015 evitaron el cierre de la escuela al atraer a nuevas familias con una oferta de empleo y alquiler módico de una casa. Ahora el llamamiento ha vuelto a hacerse al volver a estar en peligro el centro escolar.
La mitad de los municipios españoles sufren despoblación y cada año aumenta su riesgo de desaparecer