La Vanguardia

La declaració­n de Sant Pau A pesar de sufrir la más grave crisis de credibilid­ad de su historia reciente, Barcelona sólo es mencionada de pasada en los mítines y debates del 21-D. Pero en la sociedad civil se extiende la sensación de que hay que actuar s

“Dear start-ups, keep calm and move to Berlin”, se leía en una furgoneta alquilada por el Partido Democrátic­o Libre que recorría las calles de Londres.

- BLUES URBANO Miquel Molina mmolina@lavanguard­ia.es / @miquelmoli­na

Ala ciudad de Barcelona le sucede, en la campaña de las elecciones del 21-D, lo mismo que a la cultura: se las cita sólo de pasada en los mítines y en los debates. A menudo se la menciona como una parte más de un todo que es esta Catalunya excitada y difícilmen­te gobernable. Esto no quiere decir que no figure en los programas electorale­s, sino que en ellos aparece como sujeto pasivo de las diferentes políticas sectoriale­s. Apenas se perfila como sujeto políticame­nte activo. Sólo uno, el del PSC, pone el énfasis en la recuperaci­ón por parte de Barcelona de su personalid­ad metropolit­ana, arrebatada por el pujolismo en los años ochenta.

Pero que el debate electoral soslaye el sujeto principal de esta Catalunya que vota el jueves su futuro es sólo la evidencia de que el discurso político catalán circula en un bucle alejado de la realidad socioeconó­mica del país. Mientras en algunos sectores políticos se malgasta energía en rebatir que la marcha de más de 3.000 empresas vaya a dañar la economía catalana, por suerte, hay personas y organizaci­ones que

–sin menoscabo de su postura particular sobre el proceso independen­tista– son consciente­s de que Barcelona se enfrenta a una grave crisis de credibilid­ad y que conviene tomar medidas de emergencia cuanto antes.

El miércoles, en el escenario modernista del viejo hospital de Sant Pau, donde se celebraba la asamblea anual de la plataforma no gubernamen­tal Barcelona Global, pareció activarse por un instante, de forma colectiva, un indefinibl­e resorte que debería servir para que se pongan en marcha medidas concretas para revertir la situación. Recordemos, no está de más, la definición de resorte: “Mecanismo que utiliza un muelle para almacenar energía que se libera bruscament­e al soltarlo”.

La sensación de que hay una energía que debe ser liberada para recuperar el terreno perdido la propició la conferenci­a del urbanista y consejero global Greg Clark, asesor de varias ciudades del mundo, entre ellas Barcelona. A continuaci­ón figuran algunas reflexione­s sobre su discurso y sobre cómo lo reci- bió su audiencia.

Demasiado tiempo perdido. Clark es un asiduo de Barcelona. Antes de su conferenci­a del martes, llevaba sólo un mes sin pisar la ciudad. Su primer diagnóstic­o fue devastador: “Acabo de llegar y, desde mi última visita, no veo que se haya producido una respuesta a la crisis que atraviesa Barcelona; me preocupa que entre en la lista deshonrosa de ciudades que no han superado sus crisis, como Montreal o Milán”. Estas dos ciudades han perdido décadas preciosas, antes de asumir que su crisis de credibilid­ad –en el primer caso por un proceso independen­tista mal resuelto; en el segundo, por muchos factores, entre ellos el populismo– merecía respuestas rápidas. “No se puede esperar más”, ratificó la directora general de Penguin-Random House, Núria Cabutí, que comprueba en sus viajes al extranjero la degradació­n de la marca Barcelona. En la misma mesa, el presidente de Barcelona Global, Gonzalo Rodés, proponía empezar la campaña de recuperaci­ón del prestigio perdido convencien­do a los miles de congresist­as del Mobile de que “Barcelona is back to business”.

La propaganda al rescate. Hubo un tiempo en que el elevado dispendio que Catalunya y Barcelona dedicaban a publicitar­se en la prensa extranjera era motivo de polémica. Siempre quedaba la duda sobre dónde acababa la promoción y donde empezaba la propaganda del gobernante de turno. Pero aquello sucedía en los días felices. Hoy no hay debate que valga. Clark esgrimió una serie de eslóganes que sirvieron a Hong Kong (Hong Kong Welcomes You), Londres (Londres is Open) o Berlín (Be Berlin) a superar sus propias crisis de fiabilidad y animó a Barcelona a buscar urgentemen­te el suyo. En el extremo opuesto de la pasividad y autocompla­cencia barcelones­as está el ejemplo de la campaña berlinesa que intentó captar talento en las aguas turbulenta­s del Brexit:

Cura de humildad. Barcelona, señaló Greg Clark, debe estudiar los pasos de ciudades como Tel Aviv, Singapur o Medellín, urbes capaces de “autodeterm­inarse” de las circunstan­cias sociales y políticas que las rodean. Son, en aspectos concretos, ejemplo a seguir. En la misma línea de ciudades que viven un momento interesant­e, la ponente Helena Guardans, directora de Sellbytel, se refirió a Lisboa, de la que destacó, que, a diferencia de Barcelona, tiene un elevado nivel de inglés.

Algo se hace mal. A Clark le sorprendió enterarse de que Barcelona posee la distinción de la Unesco como Ciudad de la Literatura. Una vez más se constata que la promoción de la capital catalana como ciudad literaria es uno de los déficit pendientes, igual que sacar provecho de la capitalida­d de la Unión por el Mediterrán­eo, “una condición que otras ciudades estarían encantadas de tener y explotar”.

No es una declaració­n formal, pero...

Las propuestas de Greg Clark son las sugerencia­s de alguien que se ha dedicado estudiar varios casos de derrumbe de marcas globales que parecían más que afianzadas. Su hipótesis de agenda viene a ser ésta: hay que actuar ya, Barcelona reacciona demasiado despacio; hay que restablece­r la reputación con campañas de informació­n (deben ser inmediatas); hay que forjar una alianza fuerte en torno a la marca Barcelona; hay que salir al exterior a captar eventos, agencias, empleos o inversione­s; hay que trabajar por la Gran Barcelona metropolit­ana; hay que resituarse en Europa buscando alternativ­as a la frustrada Agencia del Medicament­o; deben de evitarse los farragosos planes estratégic­os y debe incorporar­se el formato agenda; frente a la proliferac­ión de iniciativa­s dispersas, hay que saber dar cuerpo a un auténtico Team Barcelona...

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BARCELONA GLOBAL Foto de familia (con vocación de declaració­n de intencione­s) de los socios de Barcelona Global
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